Por Jo Marie Burt. Ante la noticia de que Susana Villarán será candidata a la vice-presidencia en la plancha del general de brigada (r) Daniel Urresti, por el oficialista Partido Nacionalista Peruano (PNP), ofrezco algunas reflexiones personales sobre este oficial en situación de retiro, el juicio que se viene desarrollando en su contra por el cargo de asesinato y la decisión de la ex alcaldesa de Lima, una persona que conozco hace años y cuya trayectoria de defensora de derechos humanos a nivel nacional, regional e internacional he admirado. Como investigadora, he seguido los procesos de justicia sobre crímenes de lesa humanidad y, con particular interés, el caso de Urresti desde que tuve conocimiento de él.
En junio de 2014, a pocos días del nombramiento del general Urresti como ministro del Interior del gobierno de Ollanta Humala, estalló la noticia de que estaba procesado como autor mediato del asesinato del periodista Hugo Bustíos. (Ver recuardo, Los detalles del asesinato de Hugo Bustíos).
Desde WOLA, donde soy investigadora senior, se exhortó al presidente Humala para que procediera a la destitución inmediata de Daniel Urresti. Consideramos que al ofrecer un cargo público a una persona investigada por hechos tan graves como el indicado, el gobierno estaba demostrando una falta de respeto a la labor del Poder Judicial. Además, el citado nombramiento representaba una afrenta directa para las víctimas que habían visto vulnerados sus derechos humanos por el nuevo ministro. El presidente Humala no hizo caso a nuestra llamada y mantuvo a Urresti en el cargo por casi un año. Cuando finalmente este dejó el ministerio, se anunció que sería el candidato del partido de gobierno a la presidencia en 2016. Sin embargo, el proceso judicial en su contra seguía avanzando y, en mayo de 2015, se anunció la apertura del juicio oral.
El juicio
Durante el mes de agosto tuve la oportunidad de asistir a varias de las audiencias del proceso contra Urresti. Dirijo un proyecto de investigación y monitoreo los procesos judiciales en el Perú desde hace algún tiempo, por lo que tengo un interés natural en el desarrollo de este caso[1]. Escuché la presentación de los cargos del Ministerio Público, así como las de varias pruebas y testimonios. Además, he leído con gran interés los informes sobre cada sesión, que han sido publicados por la Comisión de Derechos Humanos (COMISEDH), institución no gubernamental que representa a la familia Bustíos-Patiño. Por ello, me siento particularmente llamada a comentar la participación de Susana Villarán en la plancha presidencial de Urresti.
Cuando Humala decidió no remover a Urresti de su cargo como ministro, justificó su decisión diciendo que había ‘estudiado el caso’ y había concluido que el oficial no era culpable. Nosotros replicamos que adelantar opinión de esa manera representaba un ataque a la independencia del Poder Judicial. Me asombra que Susana Villarán, con su larga trayectoria de defensora de los derechos humanos, utilice un argumento similar para explicar su decisión de integrar la plancha del candidato. En entrevista con La República, del 22 de diciembre de 2015, ella afirma que estudió el caso y cree que Urresti no tiene responsabilidad en el asesinato de Hugo Bustíos: “Yo, hasta ahora, le creo a Daniel Urresti porque, hasta hoy, no hay elementos de prueba de que sea autor material o mediato del asesinato. Si ello fuera así, no estaría con él.”
Me extraña que una defensora de derechos humanos de la trayectoria de Susana Villarán pueda decir algo semejante. Como alcaldesa de Lima afirmó, acerca de Daniel Urresti, que toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Su nueva formulación va más allá, pues se coloca como jueza, afirmando que ella ha estudiado el caso y tiene “la convicción” que Urresti no es culpable del asesinato de Hugo Bustíos. El hecho es que hay actualmente un proceso penal en curso y no corresponde a Susana Villarán ni a nadie más, sino a la sala, pronunciarse. De lo contrario, se politiza el caso y se impide el trabajo de las instituciones encargadas de hacer prevalecer la ley.
Es importante recordar que, lejos de lo señalado por el general Urresti, el caso no es dirigido por los supuestos enemigos del PNP, pues el Ministerio Público volvió a abrir el caso Bustíos mucho antes de que Urresti fuera nombrado ministro del Interior, simplemente porque consideró que existía prueba suficiente que determinaba su responsabilidad en el crimen. De hecho, el caso comenzó a raíz de los testimonios de los dos militares que ya habían sido condenados, lo que ocurrió antes de que fuera ministro. Además, en el curso del juicio, el Ministerio Público ha ido presentando evidencia documental y a otros testigos, incluso oculares, que demuestran la seriedad de la acusación. Declarar la inocencia o culpabilidad es potestad de la Sala, y usurpar este rol en este momento agrava un escenario de politización creado por el propio acusado.
En el curso del juicio, Urresti y sus seguidores han agredido directamente a los familiares de Hugo Bustíos. Al finalizar la primera audiencia, el 17 de julio de 2015, los seguidores de Daniel Urresti agredieron a la viuda de Bustíos, Margarita Patiño, hecho que provocó que en una audiencia posterior, el juez que preside el Tribunal de Sentencia, Marco Cerna Bazán, exhortara a Urresti a guardar el respeto debido a las partes involucradas en el proceso. Urresti ha atacado publicamente a COMISEDH, la institución que representa a la familia Bustíos-Patiño, y a las organizaciones de derechos humanos en general, reiterando la acusación falsa que las ONGs de derechos humanos están persiguiendo a los militares, motivadas por beneficios propios o porque son aliadas del terrorismo. Como dice el mismo COMISEDH en un comunicado:
Urresti dijo que “las ONGs de derechos humanos en el Perú solo se dedican a juzgar a militares y a los terroristas ni los tocan”. Al respecto, la Comisedh aclara que “las organizaciones de derechos humanos” han defendido y vienen defendiendo a las víctimas del conflicto armado interno “sin importar quiénes hayan sido sus agresores”.[2]
También ha demostrado una impresionante falta de respeto hacia los representantes del Ministerio Público. Después de una audiencia realizada a inicios de diciembre, reafirmó públicamente su interés en volver a ser precandidato presidencial por el PNP, con las siguientes palabras: “Las cosas que suceden requieren de mi presencia nuevamente […] Miren como estaré ganando [el caso] que ‘Caretas’ ya se olvidó […] el señor Fiscal ya ni viene, manda a su… iba a decir a su ‘chupe’, pero es su adjunto”.
En una radio local, afirmó que los testigos han cambiado de versión, refiriéndose a que los militares que le acusaron se han retractado. Sobre este hecho, COMISEDH asegura, y yo concuerdo: “El acusado intenta crear, con el apoyo de sus aliados de partido, un escenario de desacreditación de testigos y pruebas del caso, que haga políticamente inviable su condena.”
¿Quo vadis, Susana Villarán?
Es claro por qué Daniel Urresti quiere tener a Susana Villarán como candidata en su plancha. A nivel nacional, pero también a nivel regional e internacional, Susana Villarán ha jugado un papel importante como defensora de los derechos humanos, como secretaria ejecutiva de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos en el Perú, como comisionada de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), y como relatora de los derechos de los niños para las Naciones Unidas. Incorporar a alguien de esa trayectoria es un claro intento de limpiar la imagen del candidato presidencial.
Lo que no está claro es por qué Susana Villarán toma la decisión de aliarse con una persona como Urresti. No he conversado con ella al respecto, pero me uno a las declaraciones de rechazo a esta decisión emitidas por la familia Bustíos-Patiño, por COMISEDH, y por la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, institución que alguna vez Susana Villarán dirigió. Es impensable que una defensora de derechos humanos formule una alianza política con alguien que está acusado de este crimen. Me causa estupor escucharle decir que tiene la “convicción” que Daniel Urresti es inocente, cuando el juicio está en pleno proceso.
Declaraciones de este tipo son inoportunas, alimentan la estrategia del acusado, amenazan a la justicia e intimidan a los familiares y a las organizaciones de la sociedad civil que apoyan la lucha por la verdad. Si cree que simplemente genera publicidad, y que no hay publicidad mala, se equivoca, y el repudio generalizado en estos días, debiera demostrarlo.
Que quede claro: Susana Villarán ha tomado una mala decisión al aliarse con Daniel Urresti, no porque sea culpable de asesinato —eso lo determinará el tribunal— sino porque está en medio de un proceso penal que debe ser protegido de toda intervención política. Enjuiciar a un candidato presidencial ya es suficientemente complicado en un país como el Perú, cuyas instituciones judiciales son débiles, como para sumarle los intereses politicos de la candidata a la vicepresidencia.
Es poco probable que Daniel Urresti gane la elección presidencial, pero si lo hiciera y el juicio por el caso Bustíos estuviera aún en curso, él tendría inmunidad como presidente, lo cual llevaría al cierre del juicio. La mera posibilidad de que podría frustrarse la justicia —una justicia que los familiares llevan 26 años esperando— es suficiente razón para afirmar que esta es una alianza que nunca debió ser.
Recuadro: Los detalles del asesinato de Hugo Bustíos
Hugo Bustíos, corresponsal de la revista Caretas en Ayacucho, investigaba las denuncias de crímenes cometidos por Sendero Luminoso, así como las alegaciones de masacres y desapariciones forzadas a manos de las fuerzas del orden.[3] El 24 de noviembre de 1988, Bustíos salió en moto para investigar el asesinato de dos personas por Sendero Luminoso en Erapata. Le acompañaba su colega Eduardo Rojas Arce. Ambos fueron emboscados en la carretera y acribillados por efectivos militares.[4] Ya en el suelo, cuando agonizaba, Bustíos fue rematado con una carga de dinamita. Según la imputación del Ministerio Público, alguien había señalado a Bustíos como colaborador de Sendero Luminoso, y fue ese el motivo por el cual lo asesinaron los militares. Rojas Arce, quien logró sobrevivir el ataque, llegó a reconocer a quien puso la dinamita sobre el cuerpo de Hugo Bustíos, el comandante EP Amador Vidal Sambento. En 2007, Vidal Sambento y el jefe de la Base MilitarCastropampa, Víctor La Vera Hernández, fueron sentenciados a 15 y 17 años, como autores del delito de asesinato y tentativa de asesinato en agravio de los periodistas Hugo Bustíos y Eduardo Rojas. Ya desde la cárcel, los testimonios de La Vera y Vidal ayudaron a conocer a los demás involucrados: Johny Zapata, alias “Centurión”, un suboficial Rojas y Daniel Urresti, alias “Arturo”, quien entonces era jefe de Inteligencia de la base de Castropampa. Jamás se identificó a Rojas, y Centurión falleció en 2010. Así, el proceso continuó solo contra Urresti. En 2013 se abrió investigación en su contra y en 2015, la Fiscalía formuló su acusación.
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[1]El proyecto Rights Peru investiga sobre el proceso de judicialización de casos de crímenes de lesa humanidad en el Perú. Además, monitorea algunos casos específicos, como la masacre de Accomarca y el de la base militar Los Cabitos (1983), entre otros. Se puede ver los productos del proyecto en nuestra página web: www.rightsperu.net.
[2]Por ejemplo, COMISEDH representó a las víctimas de la masacre de Lucanamarca contra los altos dirigentes de Sendero Luminoso, entre ellos Abimael Guzmán y Elena Iparraguirre. Ver: https://redaccion.lamula.pe/2015/05/05/comisedh-denuncia-campana-de-mentiras-en-caso-hugo-bustios/jorgepaucar/
*Senior Fellow, Washington Office on Latin America (WOLA)
[3]La hija de Hugo Bustíos, Sharmelí Bustíos Patiño, ha recopilado fotos tomadas por Hugo Bustíos, de varios casos que investigaba como reporter. Véase: http://saber.ucv.ve/jspui/bitstream/123456789/1805/2/Gal-Imag-biblioteca.pdf.
[4]Antes de dirigirse a la Base de Castropampa para pedir autorización al comandante EP La Vera Hernández, para ingresar a Erapata, donde querían investigar el asesinato de personas a manos de terroristas de Sendero Luminoso. En ese momento, La Vera le dice a Bustíos que un senderista capturado, de alias “Sabino”, lo había señalado como colaborador de dicho grupo terrorista. A pesar de eso, lo autoriza a ingresar, junto a su colega, a dicha zona. Algunos testimonios previos dan fe de que una patrulla salió del cuartel con cuatro militares vestidos de civil.
Publicado originalmente en La Mula, el 26 de diciembre de 2015. Ver nota aquí.