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Se inicia juicio oral contra ex oficial acusado de asesinato

  • Veintidós años tuvieron que pasar para que se inicie el juicio oral por el asesinato y torturas infligidas por un ex miembro del Ejército a un joven agricultor sospechoso de terrorismo, en Antabamba, Apurímac.

Hoy comenzará el proceso contra Julio Armando Garbay Bravo, quien estuvo a cargo de la patrulla que detuvo a Jaime Rolando Velázquez Alarcón, de 20 años, el 14 de julio de 1993.

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El oficial, quien entonces tenía el grado de alférez de Caballería, estaba destacado en la base militar de Antabamba, de donde salió junto a seis efectivos del Ejército con destino al distrito de Pachaconas. De allí partió con miembros del comité de autodefensa rumbo al sector de Moyuna, donde –según informaciones– había personas con armamento.

En ese lugar, encontraron a un grupo de individuos bebiendo licor, contra quienes dispararon, hiriendo al agricultor en la nalga.

Garbay Bravo pretendía que Velásquez Alarcón le informara sobre las supuestas armas que estaban en su poder, pero al no tener respuesta lo torturó cortándole las orejas, los dedos de la mano derecha para luego meterle un trapo en la boca y asfixiarlo con la culata de su fusil hasta matarlo. Luego, Garbay ordenó a sus subalternos que lo entierren entre la maleza, tapándolo con tierra y rocas.

CLAVES

El proceso se llevará a cabo en el penal Miguel Castro Castro, donde está recluido Garbay. Hasta allí se trasladarán los magistrados de la Sala Penal Nacional.

La fiscalía ha pedido que se le imponga 20 años y una reparación civil de 10 mil nuevos soles a favor de los herederos de la víctima.

Publicado en La República el 4 de junio de 2015

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“¿Me vas a dejar hablar?”

Por Ginno P. Melgar

Gloria Cano frena en vivo las revoluciones de un pasional Augusto Thorndike sobre el caso Chavín de Huántar y con ello a todos aquellos que piensan que quienes buscan que sea aclarado, son poco menos que traidores a la patria.

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© La Mula
© La Mula
© La MulaLa Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte-IDH) analizará esta semana el caso de la Operación Chavín de Huántar en su última etapa. Esto se dará antes de emitir una sentencia que determine si el Estado tuvo o no responsabilidad en las supuestas ejecuciones extrajudiciales contra tres de los catorce emerretistas que tomaron la residencia del embajador de Japón en Lima.

Curiosamente, las opiniones al respecto de este proceso tienden a ser más pasionales que conocedoras del mismo. Algo que quedó patente en una entrevista del periodista Augusto Thorndike a la doctora Gloria Cano, abogada de Aprodeh y de los familiares de las presuntas víctimas en este proceso.

En la misma, Thorndike deslizó aquellos mismos argumentos que parecen estar ya asentados en un gran sector de la sociedad. A menudo hemos oído voces que señalan que ‘el terrorista es terrorista y merece morir’ y que es imperdonable que se haya demandado a los comandos que participaron de la operación. Precisamente, Cano intentó por casi veinte minutos que el periodista lo entendiera… aunque eso haya puesto a prueba su paciencia.

Nosotros creemos que no solamente en el foro interno sino también en el internacional hubo violación al derecho a la vida de estas tres personas, en base a declaraciones y documentación forense que desde nuestro criterio demuestran que hubo ejecuciones extrajudiciales

Cano explicó que el testimonio del diplomático japonés Hidetaka Ogura fue clave, ya que en él se da cuenta que hasta dos emerretistas se rindieron y uno fue detenido. La sola mención de ello puso a Thorndike, digamos, un poco ‘acelerado’.

-¡Pero él es castrista! Decían que el era el contacto del MRTA dentro de la embajada. ¡Es más castrista que Cerpa!

-No creo que tú, que eres un periodista acucioso, puedas creer eso…

-Él tenía una formación de izquierda (…) lo desacredita el gobierno japonés, eso es lo que dice el procurador de justicia.

-No lo desacredita, mentira. Léelo, yo te invito a que lo leas.

Cano aclaró que Ogura fue embajador o agregado diplomático en Cuba y que durante los días de cautiverio, cuando desde el interior de la residencia ya habían rehenes que enviaban información sobre lo que sucedía al interior -aunque no fueran cien por ciento conscientes de ello-, en ninguna de las grabaciones que lo registran hay siquiera una mención de que el señor Ogura fuese visto con desconfianza por los rehenes.

-Es que no se atrevían a decir nada porque los mataban

-Tú has lanzado una cosa que tiene que ser aclarada…

-¡Qué hay de los derechos humanos de esas personas a quienes mantuvieron en cautiverio aterrorizadas…!

-Eso no está bien, es un crimen internacional…

-… a esas personas que deciden pechar a un estado de esa forma, ¿no tiene derecho el Estado de entrar y en combate retomar y defenderse…

-Por supuesto que sí…

-…y fue en combate que se enfrentaron contra estos guerrilleros y murieron en su ley. Hay también un peritaje que el Estado peruano ha presentado que demuestra que la bala entró de arriba para abajo… pero fue a larga distancia

-¿Quieres que te explique? ¿Me dejas explicarte? ¿Me vas escuchar? Porque yo no he venido a escucharte nada más a ti, me han planteado que venga a explicar.

Y así Gloria Cano logró lo que pocos: que quienes buscan que los hechos ocurridos el 22 de abril de 1997 sean aclarados, dejen de ser vistos como poco menos que ‘traidores a la patria’.

Señaló que las investigaciones y el proceso nació precisamente a raíz de la contradicción entre las versiones de quienes estuvieron presentes en el escenario descrito por Ogura. Además del hecho de que hayan sido dos policías los que detuvieron a un emerretista y decidieron entregarlo.

“¿Esos dos policías eran castristas, emerretistas, terroristas? No. Ellos dieron la voz, lo recogieron y lo ingresaron”

Asimismo, Cano reconoció la labor de los comandos, y aclaró que no fueron quienes defienden a los famliares quienes los denunciaron, sino los encargados del proceso en el fuero militar, una instancia a la que, consideró, nunca debió llegar un caso de presunta violación de derechos humanos.

Son personas valientes. Todos hemos reconocido en el proceso que el Estado no solo tenia el derecho, sino la obligación de intervenir. Era un crimen internacional lo que habían cometido los emerretistas (…) Lo que nosotros decimos es que si estas personas se rindieron y fueron detenidas, el Estado tenía la obligación de mantenerlos con vida y sancionarlos de acuerdo a la gravedad. Lo que no podemos ni tú, ni yo, ni el Estado mucho menos, es caer en el mismo nivel de los terroristas y ejecutar extrajudicialmente.

Thorndike insistió… sin éxito y con vergüenza, claro, como si no hubiera entendido nada.

-¡Pero son héroes nacionales los comandos de Chavín de Huántar!

-Todos dicen lo mismo y yo también

-¡Pero los enjuiciaron!

-Nosotros no. Tú eres un periodista de investigación, anda el Ministerio Público y anda al fuero militar, y pide (saber) quién hizo la denuncia contra todos.

¿Capisci? En fin, para cerrar, la abogada señaló (por enésima vez) que es lo que se buscó con este proceso:

“Lo que espero es que se cree una jurisprudencia en la Corte que obligue a este Estado y todos en situaciones críticas como una toma de rehenes, que se asegure que no se violen derechos humanos. Que en caso sucedan, el Estado investigue y sancione (…) Muchas voces dicen ‘eran terroristas’, ‘iban a morir’, como tú dijiste, ‘murieron en su ley’. ‘Tito’ fue detenido por dos policías y ni tú, ni yo, ni el ministro de justicia, pueden decir que esos dos policías eran castristas o emerretistas. Por favor, más respeto con ellos”

No tenemos más que decir. Y por si, como Augusto, tampoco entendiste, aquí la entrevista completa:

>> VER VIDEO

Publicado en La Mula, el 17 de abril de 2015

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El Perú frente a la Corte Interamericana Interamericana de Derechos Humanos

Por Carlos Rivera Paz

La sentencia dictada recientemente por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso de Gladys Espinoza Gonzales y la inminente emisión del fallo en el caso Chavín de Huantar colocan, de nuevo, nuestra relación con dicho organismo internacional como tema central de debate político. Perú, no cabe duda, tiene una relación intensa con el sistema interamericano de protección de los derechos humanos, al punto que se puede afirmar con certeza que es uno de sus principales clientes. Ello nos plantea una pregunta fundamental: ¿por qué razón el Estado peruano ha perdido tantos casos ante dicho organismo internacional?

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Es importante saber que desde su entrada en funcionamiento, hasta la fecha, la Corte Interamericana ha emitido 291 resoluciones en casos contenciosos, de las cuales 66 resoluciones corresponden a casos seguidos contra el Estado peruano. De esas 66 resoluciones, 30 son sentencias de fondo, de las cuales 29 son sentencias en las que el Estado peruano fue declarado responsable y solo una –el caso de la matanza de Cayara– en la cual la Corte, en febrero de 1993, desestimó la denuncia presentada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. La primera sentencia en la que se establece la responsabilidad del Estado corresponde al caso Neyra Alegría (caso de la matanza en El Frontón) dictada en enero de 1995, y la última corresponde al caso Gonzales Espinoza dictada en noviembre del 2014. De las 30 sentencias, 7 se dictaron durante el régimen fujimorista, 3 durante el gobierno de Paniagua, 9 durante el gobierno de Toledo, 6 en el gobierno de García y 5 en lo que va el presente gobierno de Humala. De esta manera, las cifras determinan que de los 37 países integrantes del sistema interamericano de Derechos Humanos, Perú es el Estado con más sentencias en contra. Lamentable récord.

Los casos de Perú parecieran ser una fuente inagotable para la jurisprudencia de la Corte, ya que las sentencias abarcan diversas materias: las más graves violaciones a los derechos humanos del conflicto armado interno (Castillo Páez, El Frontón, Barrios Altos, La Cantuta, etc.), las afectaciones al debido proceso por la legislación antiterrorista (Loayza Tamayo, Castillo Petruzzi, Cantoral Benavides, etc.), las afectaciones al Estado de derecho (Tribunal Constitucional, Ivcher Bronstein) y violaciones a derechos laborales (Trabajadores del Congreso, Cinco pensionistas).

A nivel de las llamadas reparaciones económicas, en el conjunto de las sentencias en las que el Estado peruano ha sido declarado responsable de alguna violación a las normas internacionales de protección de los derechos humanos la Corte ha dispuesto el pago de, aproximadamente, 18 millones de dólares americanos a favor de las personas que resultaron agraviadas. Contra todo pronóstico, la persona mejor indemnizada por el Estado peruano resulta ser el empresario Ivcher Bronstein quien, luego de que la Corte estableciera un monto como reparación, resultó favorecido con la promulgación de la Ley N° 27775 de julio del 2002, la misma que regulaba la ejecución de sentencias emitidas por tribunales supranacionales y que entre sus disposiciones establecía la posibilidad de plantear un mecanismo de conciliación al Estado. Ivcher demandó conciliar al Estado peruano y ganó.

De otro lado la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha emitido dos Informe Especiales sobre la situación de los derechos humanos (1993 y 2000), en los que en su momento la CIDH expuso un punto de vista sumamente claro, crítico y determinante sobre la vigencia de los derechos fundamentales en nuestro país en la década de los años noventa.

¿Por qué el Estado ha perdido los casos?

En base a esta mirada panorámica sobre nuestra relación con el sistema interamericano, es posible responder la pregunta planteada líneas arriba. De hecho, no existe una sola causa o razón que explique las sucesivas derrotas del Estado peruano a nivel de los procesos ante la Corte Interamericana. En realidad hay varias razones, todas ellas de peso, las cuales a lo largo del tiempo no han logrado ser corregidas sustancialmente.

Una primera causa es la existencia de un conjunto de hechos constitutivos de graves violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad perpetrados durante el conflicto armado interno por elementos de las fuerzas del orden. Las sentencias de la Corte dan cuenta de situaciones particularmente graves que involucran la acción dolosa de agentes del Estado que respondieron a políticas institucionales u órdenes superiores que, frente al derecho internacional constituyen crímenes internacionales y que consecuentemente deben ser investigados, juzgados y sancionados.

Una segunda causa es que frente a esas graves violaciones a los derechos humanos, se produjo lo que el Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) califica como una abdicación del sistema de justicia. Si bien el Ministerio Público aun en las peores y graves circunstancias, en zonas de emergencia, investigó y denunció innumerables casos de violaciones a los derechos humanos, el Poder Judicial simplemente dio las espaldas a las víctimas de esas graves violaciones. Las reiteradas sentencias de la Corte Suprema de Justicia de entregar la competencia de las investigaciones y juzgamiento de este tipo de casos a la Justicia Militar, y el sumiso acatamiento de las disposiciones de las llamadas leyes de amnistía de 1995, son dos datos sumamente reveladores de esa abdicación. En concreto, el sistema de justicia no cumplió con investigar, juzgar y sancionar a los responsables de las graves violaciones, las cuales indudablemente no han sido reparadas adecuadamente, comprendiendo la acción de la justicia como parte de esa reparación. Ello ha sido un hecho determinante para que los familiares de las víctimas recurran al sistema interamericano de derechos humanos.

Una tercera causa ha sido la equivocada estrategia de litigio que el Estado peruano ha desarrollado a lo largo de dos décadas. Ciertamente nos estamos refiriendo a gobiernos cuya posición sobre el sistema interamericano es completamente diferente. Por un lado tenemos al régimen fujimorista que en julio de 1999 se promulgó la Resolución Legislativa N° 27152, por la cual Perú desconoció la competencia contenciosa de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. De otro lado, tenemos el gobierno de transición del presidente Valentín Paniagua y el de Alejandro Toledo, quienes desarrollaron una relación más cercana e institucional con el sistema interamericano. Y más allá tenemos el gobierno de Alan García que mantuvo una estrategia de cuestionamiento y crítica sobre los organismos del sistema, la cual, en términos concretos, no ha sido variada sustancialmente por el gobierno del Ollanta Humala.

El gobierno de Fujimori, con un entendible mayor énfasis, desarrolló una estrategia de negación absoluta de los crímenes contra los derechos humanos, pero, con los matices del caso, el gobierno de García e inclusive el de Humala han centrado el eje de su estrategia de litigio en la negación de los actos violatorios de los derechos humanos. En este último caso el escándalo que involucró al entonces Presidente de la Corte Suprema de Justicia César San Martin, al Primer Ministro Juan Jiménez y al entonces agente del Estado en el caso Chavín de Huántar Pedro Cateriano, tratando de coordinar los mejores términos de la decisión judicial del tribunal encargado del juzgamiento de dicho, caso refleja la puesta en práctica de dicha estrategia, algo que si bien pareciera haber tenido efecto en el fallo absolutorio que dicho tribunal emitió a favor de todos los acusados, pero que sin duda será confrontado con la decisión que pronto emita la Corte en ese caso.

Aun cuando el gobierno aprista reformuló el método de defensa del Estado, abandonando la defensa bajo responsabilidad de abogados particulares y asumiendo la creación de una Procuraduría Supranacional encargada de la defensa del Estado ante el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, lo cierto es que la acción de defensa del Estado se ha manejado sobre la base de una estrategia política completamente equivocada, sustentada en la confrontación política con la Corte y sus integrantes en el escenario político interno, suponiendo que ello generaría las mejores condiciones para obtener alguna victoria ante el organismo internacional. Fatal error.

Así, el Estado peruano ha estado jugando, con mucha persistencia, a perdedor. Ya no se trata de las capacidades del equipo de abogados encargados de la defensa del Estado, tema en el que también pareciera existir considerable falencias, sino de la orientación política en la estratega de litigio que lamentablemente se ha mantenido en el tiempo.

Una cuarta razón, que bien se podría considerar parte de la anterior pero que resulta necesario identificar, es el asunto relacionado a la estrategia de litigio ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Los procedimientos de la CIDH determinan que los casos que presenta ante la Corte serán aquellos considerados como los más emblemáticos en cuanto a la existencia de elementos constitutivos de graves violaciones a los derechos humanos, aquellos mejor construidos sobre la base de evidencias suficientes que generen convicción en los jueces de la Corte. Esto es así desde el inicio del funcionamiento de Comisión y de la Corte, y por lo tanto para quien entiende algo de litigio internacional es harto previsible qué casos serán denunciados por la CIDH ante la Corte Interamericana. Si éste es el escenario debemos decir dos cosas: a) someter la estrategia de litigio a una decisión política que pretende desconocer arbitrariamente los crímenes del pasado es francamente suicida e irresponsable; y, b) es un grave error que a nivel de los procedimientos en la Comisión Interamericana el Estado peruano haya descartado sistemáticamente las propuestas de Acuerdos de Solución Amistosa presentadas por la CIDH para los agraviados y el propio Estado, ya que lograr una Solución Amistosa a nivel de la CIDH y en ella reconocer la responsabilidad internacional del Estado peruano en los casos denunciados -que ahora tienen sentencia de la Corte- no solo habría evitado muchas sentencias contra el Estado, sino que adicionalmente los estándares de reparación económica serían considerablemente menores.

Hay logros fundamentales en el sistema interamericano

Hacer un balance de la relación del Perú con la Corte y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a partir del número de sentencias emitidas contra el Estado puede resultar un ejercicio arbitrario. Pero, capaz resulte más arbitrario que se pretenda postular un balance de la actuación de un tribunal internacional de derechos humanos juzgando solo a partir de la cantidad de dinero que ha dispuesto que el Estado pague como reparación económica.

Nuestra relación con los órganos del sistema interamericano se ha definido sobre la base de asuntos mucho más sustanciales y fundamentales para la vigencia de los derechos humanos y del Estado de derecho en nuestro país. La Comisión Interamericana jugó un papel fundamental en la crítica y cuestionamiento de la dictadura fujimorista por la trasgresión sistemática de los derechos humanos, pero también en la definición de las condiciones institucionales para el retorno de la democracia, tal como se puede constatar en el Informe Sobre la Situación de Derechos Humanos del año 2000. De igual, modo la Corte Interamericana a través de varias de sus sentencias se muestra como una pieza clave de la recuperación de los derechos fundamentales y de las instituciones del Estado de derecho, pero también la Corte aparece como un poderoso instrumento de las víctimas de las graves violaciones de derechos humanos para alcanzar justicia y vencer los innumerables mecanismos de impunidad. En ese sentido, la sentencia de la Corte IDH en el caso Barrios Altos -de marzo del 2001-, constituye como una pieza jurisprudencial de carácter histórico de valor universal cuyos efectos se manifestaron no solo para el Perú, sino también en diversos países de la región al declarar que las leyes de amnistía de 1995 carecían de valor jurídico.

Las sentencias emitidas por la Corte, en los casos de graves violaciones a los derechos humanos perpetradas el conflicto armado interno, han sido determinantes para impulsar la investigación y juzgamiento en sede interna de aquellos casos que bajo diversos mecanismos de impunidad habían permanecido cerrados. Los casos Castillo Páez (1997), Duran y Ugarte (2000), Barrios Altos (2001) son la mejor expresión de ello.

Posteriormente, la Corte Interamericana en la sentencia del caso La Cantuta (2006) terminó incorporando a la calificación de las graves violaciones de los derechos humanos las categorías del derecho penal internacional, lo que le permitió señalar que este tipo de casos son, de acuerdo al derecho internacional, crímenes de lesa humanidad. De esta manera, la Corte marcó un hito dentro de su propia jurisprudencia con la incorporación de disposiciones normativas internacionales que hasta ese momento no habían sido utilizadas por el sistema interamericano de derechos humanos.

Otras sentencias de la Corte han sido determinantes para restablecer la vigencia de las principales garantías del debido proceso. En los casos relacionados a la aplicación de la legislación antiterrorista de 1992 el papel, tanto de la Comisión como de la Corte Interamericana, fue decisivo en el sentido no solo de declarar que las disposiciones y procedimientos de dicha legislación per se eran violatorios de los derechos fundamentales de los procesados, sino en la necesidad de establecer los estándares del debido proceso como elemento central de la administración de justicia. Las sentencia dictadas en el caso Loayza Tamayo (1997), Castillo Petruzzi (1999) y Cantoral Benavides (2000) dan cuenta de ello.

De igual modo las sentencias dictadas en los casos del Tribunal Constitucional (2001) e Ivcher Bronstein (2001), en su momento, significaron una pieza para el afianzamiento de la reconquista de la democracia y el desarrollo del proceso de transición que lideró el presidente Valentín Paniagua.

Como se podrá apreciar, desde todo punto de vista, el balance para la justicia y la democracia en el Perú, el papel de la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha sido fundamental.

Publicado por Justicia Viva, el 16 de abril de 2015

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Perú: víctimas del conflicto armado de los 80, sin justicia aún

Familiares de desaparecidos durante el conflicto armado en Perú durante los años 80 y 2000 denuncian que aún no obtienen justicia. Según organismos de derechos humanos, miles de juicios han sido archivados mientras resta por encontrar e identificar unos 12 mil cuerpos. teleSUR

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Publicado por Telesur TV el 9 de abril de 2015

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Descarga gratis este libro esencial: Violencia y autoritarismo en el Perú

Por Jorge Frisancho

Violencia y autoritarismo en el Perú. Bajo la sombra de Sendero y la dictadura de Fujimori, el libro de Jo-Marie Burt co-publicado en 2009 por el Instituto de Estudios Peruanos y Servicios Educativos Rurales (SER), es un libro clave para entender los procesos políticos y sociales del Perú de los últimos 30 años. Y ahora se puede descargar gratuitamente, colocado por su autora en el portal Academia.edu.

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Para descargarlo, haz click aquí.

Violencia y autoritarismo en el Perú. Bajo la sombra de Sendero y la dictadura de Fujimori, el libro de Jo-Marie Burt

Jo-Marie Burt es doctora en ciencias políticas por la Universidad de Columbia, docente en George Mason University (Virginia, Estados Unidos) e investigadora principal en WOLA, la Washington Office for Latin America. En Violencia y autoritarismo en el Perú, Burt se enfoca en los nexos, puntos de contacto y espacios de confrontación entre el Estado peruano y la sociedad civil, en particular las que denomina “zonas grises” generadas por la histórica debilidad del aparato estatal y que permitieron el crecimiento de Sendero Luminoso, todo ello en el contexto de la violencia política de los años 80 y 90.

Ahora que las formas autoritarias de hacer política vuelven a ser cosa de todos los días en el Perú, la lectura de este libro es obligada para quienes quieran tener una perspectiva sobre los riesgos que implican y las consecuencias que traen, y que ya han traído, para la vida colectiva de los peruanos. Imperdible.

Publicado en La Mula, el 21 de marzo de 2015

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Esterilizaciones forzadas: un caso estancado

Durante el gobierno de Alberto Fujimori, más de 2000 mujeres fueron esterilizadas forzosamente bajo el marco del Programa de Salud Reproductiva y Planificación Familiar presentado el día de la juramentación de su segundo periodo de mandato y ejecutado a partir de 1996. El caso lleva abierto casi 20 años y desde enero de 2014 la Fiscalía Provincial de Lima decidió archivar las investigaciones contra el ex mandatario y los médicos responsables de la mencionada política de Estado.

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© NoticiasSER.pe© NoticiasSER.peEl caso no está cerrado. Un año después de esta decisión, diversas organizaciones de la sociedad civil presentaron un recurso de queja por archivamiento de un caso que continúa sin resolverse. Las organizaciones feministas que apoyan la lucha en contra de esta acción ya habían presentaron el año pasado un pedido de nulidad de la decisión del ex fiscal José Pelaez, quien cambió las competencias de la fiscal encargada del caso, Carmen Ibáñez, por haberse realizado sin “debida motivación” lo que genera dudas y sospechas sobre la investigación del caso.

Sin embargo, el nuevo fiscal designado hace un año será trasladado a otra plaza, lo que genera una designación de fiscal provisional para la investigación del caso. Organizaciones como la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, APRODEH, Cejilo, Demus, la Casa de la Mujer Flora Tristán, IAMAMC y la MAM Fundacional expresaron su preocupación por el devenir del caso y de esta nueva designación, que alarga más el proceso de espera. “Esta dilación, sumada a los 18 años que ya tiene el caso sin solución, sin haber salido de la etapa preliminar, es un hecho incontrovertible de impunidad”, afirma Julio Arbizú, abogado de algunas de las víctimas de esterilización forzada.

Desde el exterior, algunas organizaciones internacionales se han pronunciado sobre el archivamiento, entre ellas el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW) y el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD), se han referido a la labor del Estado peruano como una investigación que no se ha realizado de manera efectiva porque aun no se han identificado al total de víctimas ni a los principales responsables de las acciones del programa. Asimismo, exhortan al Estado iniciar las compensaciones adecuadas a las mujeres y procesar y sancionar a los perpetradores de estos actos contra los derechos humanos.

Publicado en NoticiasSER.pe el 4 de febrero de 2014

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Revista mexicana PROCESO publica nota sobre la persistencia de la impunidad en el Perú de hoy

Desde el inicio del conflicto armado interno en 1980, el Perú se sumó casi 70 mil muertos y desaparecidos, además de quienes fueron sometidos a torturas, violaciones o desplazamiento forzado por el conflicto interno. A pesar de que Alberto Fujimori cumple una condena de 25 años por violaciones a los derechos humanos, la mayoría de los crímenes estatales siguen en la impunidad. Organizaciones no gubernamentales acusan falta de voluntad política del gobierno para resolver el problema.

Click aquí para leer la nota.

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ARTÍCULO: Justicia transicional en el post-conflicto de Perú – avances y retrocesos en la rendición de cuentas por abusos del pasado

La Dra. Jo-Marie Burt, profesora de George Mason University y directora del proyecto RightsPeru, publicó un artículo sobre el proceso de justicia por crímenes de lesa humanidad cometidos durante el conflicto armado interno que el Perú vivió entre 1980 y 2000. Argumenta, con datos y estadísticas, que el Perú está sufriendo un grave retroceso en acceso a la justicia para las víctimas.

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Tropezando con la misma piedra en Perú

En la última década la economía peruana se ha hecho visible debido a sus tasas de crecimiento -entre las más altas de la región- y la atracción de inversión extranjera, especialmente en sectores primarios y construcción de infraestructura. Ello, sumado a las economías informales (narcotráfico, minería ilegal, contrabando) configura la imagen de una economía robusta, en la que disminuye la población en pobreza. Pero, tres lastres se han robustecido también este mes: los crímenes contra civiles cometidos por militares, la impunidad en casos antiguos de violaciones a los derechos humanos, y el debilitamiento y retroceso de las normas del sector ambiental.

Por Jacqueline Fowks

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La información de este boletín militar de mayo es falsa, y se está repitiendo esa práctica en Perú
La información de este boletín militar de mayo es falsa, y se está repitiendo esa práctica en Perú
La información de este boletín militar de mayo es falsa,
y se está repitiendo esa práctica en Perú
La combinación de estos tres factores se consolida pese a las críticas y plantones de algunos líderes de opinión y organizaciones, no se genera un debate público ni contención: el Ejecutivo propone normas, el Congreso aprueba, el Ejecutivo promulga. Los militares matan y hieren a civiles durante acciones calificadas como lucha contra la subversión, pero se equivocan y asesinan a mujeres embarazadas, a niños u hombres no vinculados en absoluto al grupo terrorista Sendero Luminoso. También presentan como presuntos terroristas a jóvenes campesinos luego de que los han torturado: la Fiscalía refiere que no puede determinar responsabilidades, los familiares de los muertos y heridos permanecen con una nueva marca de vulnerabilidad y agresión por parte del Estado.

El sábado 12 de julio, el Gobierno promulgó un paquete de normas con el que pretende reactivar la economía -el crecimiento en abril y mayo ha sido el más bajo desde 2009 (2% y 1%, respectivamente)- y restablecer la confianza de los inversionistas y empresarios. Tres medidas disminuyen significativamente la autoridad ambiental. Perú creó en 2008 el ministerio de Ambiente, como una obligación derivada de las negociaciones para firmar el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, y una de sus entidades, el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) era el encargado de realizar inspecciones, por ejemplo, de infracciones cometidas por empresas mineras, como el vertimiento de aguas contaminadas a fuentes de agua limpia, y podía luego detener las operaciones como parte de las sanciones que imponía. La nueva regulación dispone que durante tres años la OEFA no imponga sanciones ni interrumpa operaciones, solo podrá desempeñar acciones educativas y de difusión de la normativa ambiental.

En segundo término, la creación de nuevas Áreas Naturales Protegidas, una responsabilidad que era exclusiva del ministerio del Ambiente, es ahora de la Presidencia del Consejo de Ministros (oficina del primer ministro), es decir, se tratará de una decisión política.

l ministro de Ambiente de Perú, Manuel Pulgar Vidal, recibe en Berlín una carta con más de 130.000 firmas contra la deforestación en Perú
l ministro de Ambiente de Perú, Manuel Pulgar Vidal, recibe en Berlín una carta con más de 130.000 firmas contra la deforestación en Perú
l ministro de Ambiente de Perú, Manuel Pulgar Vidal,
recibe en Berlín una carta con más de 130.000 firmas
contra la deforestación en Perú
Además, en adelante el plazo para la aprobación de los estudios de impacto ambiental se reduce a 45 días, y si los funcionarios públicos se exceden del mismo, podrán ser sancionados con falta grave (y un posible despido).

El presidente Ollanta Humala, sus ministros y los representantes del prinicipal gremio empresarial crearon un par de palabras para los supuestos obstáculos a los empresarios y las inversiones, y con estas nuevas normas quieren terminar con la ‘permisología’ o la ‘tramitología’.

Impunidad en el pasado y el presente

El 2 de julio, se conoció que el recientemente nombrado ministro de Interior, Daniel Urresti, está enjuiciado en un proceso por el asesinato en 1988 del corresponsal en Ayacucho de la revista Caretas, Hugo Bustíos. Ayacucho es el departamento donde surgió Sendero Luminoso en 1980 y es también la región donde la violencia del terrorismo y de la contrasubversión dejó más víctimas y daños. Caretas fue el medio que mejor cubrió el conflicto interno en Perú en las décadas de los años 80 y 90. Urresti, un general del Ejército hoy en el retiro, se desempeñaba como oficial de inteligencia (S-2) de la base del Ejército en Castropampa, de donde una patrulla salió a emboscar a Bustíos cuando realizaba una cobertura periodística.

El presidente peruano sabía del proceso judicial en el que está involucrado Urresti antes de nombrarlo ministro, dijo que le pidió los papeles del caso, y los hizo revisar por abogados. “No vemos su culpabilidad”, declaró Humala a la prensa el 4 de julio. Un fiscal superior debe decidir si el juicio pasa a la fase oral, numerosas organizaciones civiles y líderes de opinión han pedido que el ministro renuncie y pueda responder como cualquier civil ante la justicia.

Ésta es la forma en que dos militares en retiro con poder -el jefe de Estado peruano es un capitán en retiro y también sirvió en bases contrasubversivas en los 80 y 90- abordan un caso de violación de derechos humanos que ha pasado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para que llegue al fuero civil, dado que en el fuero militar los oficiales fueron absueltos.

Infelizmente las muertes absurdas de civiles en operaciones contrasubversivas no terminaron en el año 2000. En mayo, en la sierra central del país, una patrulla disparó contra una mujer embarazada que descansaba en su casa y la asesinó delante de su hijo. Fue una de las viviendas a las que los militares entraron gritando, insultando, pateando, disparando, buscando una laptop y a un líder de Sendero Luminoso. Hirieron a otra mujer más en esa acción y luego detuvieron a cinco jóvenes que bebían cerveza en una tienda y los presentaron como “presuntos subversivos”. Los militares, en dos comunicados del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, señalaban que ello ocurrió luego de un enfrentamiento con terroristas, pero las investigaciones indican que no hubo tal enfrentamiento y los jóvenes detenidos eran habitantes de Uchuy Sihuis que retornaban de trabajar la tierra. También refirieron que la mujer embarazada murió lejos del lugar del operativo militar. Un fiscal ha recabado las pruebas de lo contrario.

Extracto del primer boletín de prensa del Comunicado Conjunto de las Fuerzas Armadas sobre el operativo contrasubversivo que causó la muerte de una mujer embarazada
Extracto del primer boletín de prensa del Comunicado Conjunto de las Fuerzas Armadas sobre el operativo contrasubversivo que causó la muerte de una mujer embarazada
Extracto del primer boletín de prensa del Comunicado
Conjunto de las Fuerzas Armadas sobre el operativo
contrasubversivo que causó la muerte de una
mujer embarazada
En dos casos anteriores, de muertes de civiles en acciones contrasubversivas durante la administración Humala, la fiscalía ha archivado las investigaciones, alegando que no puede determinar responsabilidades. Las familias, los deudos y los heridos no obtienen reparación alguna ni justicia. El gobierno ha reaccionado cambiando de colocación a los oficiales responsables de las operaciones, pero la justicia no se ve.

La doctora Jo-Marie Burt, directora del proyecto Rights Perú, indica que de los procesos de justicia por crímenes de lesa humanidad -cometidos entre 1980-2000 en Perú- hay 167 personas absueltas y 77 condenados: de los 77 condenados 10 son exmiembros de comités de autodefensa (civiles) y otro es el expresidente Alberto Fujimori. El resto son militares. Varios de los condenados han salido en libertad antes de cumplir sus penas, como, por ejemplo, otros dos oficiales sentenciados por el asesinato de Hugo Bustíos. Burt es politóloga e investigadora de la Universidad George Mason.

Perú ha vivido la violencia contemporánea más terrible entre los años 1980 y 2000, y la crisis económica más grave entre 1983 y 1995. Hoy algunos sectores del país viven los beneficios de la mejora económica, sin embargo, en cuanto a los derechos, las libertades y la justicia, seguimos tan atrás que no sé a qué año retroceder en la historia. El ministro de Defensa, Pedro Cateriano, dijo el martes que la situación actual no se parece al pasado (desde el segundo 40 en el video) porque su sector da facilidades a jueces y fiscales para que estén presentes en operativos militares, pero en los casos de las muertes de civiles mencionadas en los tres últimos años no estuvieron jueces y fiscales en esos hechos, y los fiscales han archivado las investigaciones anteriores.

Publicado en Blog Cuadernos de doble raya, el 17 de julio de 2014

 

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Fiscalías de DDHH y de Terrorismo de Ayacucho archivaron 1.335 casos

Por María Elena Castillo y Elías Navarro

Una cifra alarmante. A mediados de agosto último las fiscalías de derechos humanos y terrorismo de Ayacucho enviaron sus estadísticas de casos a la Presidencia de la Junta de Fiscales Superiores de esa localidad. Los datos reflejan que se archivaron 1,335 casos y solo en 103 se formalizaron denuncias penales.

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Heridas abiertas. Familiares de desaparecidos y asesinados durante la violencia política reclaman justicia. No cesarán hasta alcanzarla
Heridas abiertas. Familiares de desaparecidos y asesinados durante la violencia política reclaman justicia. No cesarán hasta alcanzarla
Heridas abiertas. Familiares de desaparecidos y
asesinados durante la violencia política reclaman justicia.
No cesarán hasta alcanzarla
“Esta es una situación altamente preocupante, que muestra una tendencia hacia la impunidad”, advirtió la directora de la Asociación Pro Derechos Humanos (Aprodeh), Gloria Cano.

En el caso de la Primera Fiscalía Penal Supraprovincial, las estadísticas revelan que de las 3,088 denuncias recibidas desde el 2000, 411 tienen archivo definitivo y 246 provisional y apenas 81 casos pasaron al Poder Judicial.

Algo similar ocurre en la Segunda Fiscalía Penal Supraprovincial. Allí se cerraron definitivamente 213 expedientes y 233 de forma provisional. Solo se denunció en 21 casos.

Mientras que en la Fiscalía Penal Supraprovincial de Huancavelica y Ayacucho, 128 se archivaron de manera definitiva y 104 de forma temporal. Solamente en 11 se formalizó una denuncia.

“Solicitamos la información oficial a la Junta de Fiscales de Ayacucho porque teníamos indicios de este problema. Las cifras han superado lo que esperábamos encontrar”, sostuvo

Agregó que fuentes vinculadas al sector les han alertado sobre la intención de archivar de forma definitiva todos los expedientes cerrados provisionalmente. Explicó que en el primer caso simplemente no se constató que el delito se haya producido, mientras que en el segundo, se comprobó el hecho pero no se puede individualizar al responsable.

“Si hacen eso afectarán el derecho a la justicia de más de mil 500 víctimas, pues muchas de las denuncias se refieren a la desaparición o muerte de más de una persona”, manifestó la abogada.

POR FALTA DE DATOS

Uno de esos casos es el del registrador municipal Teófilo Ramos Gamboa, quien fue secuestrado el 18 de mayo de 1986 por una patrulla militar y llevado al Cuartel Los Cabitos, de Huamanga, encontrándose hasta ahora en calidad de desaparecido.

Hace dos meses, su esposa, Felícita Delgadillo, fue notificada de que el caso se archivó provisionalmente, a pesar de los testimonios que dieron los testigos de la desaparición.

“He pasado 27 años exigiendo justicia. Por todos lados pregunté por mi esposo, lo busqué en los cerros, donde aparecían los muertos, por todos lados hemos caminado, junto a otras mujeres que preguntaban por sus esposos, por sus hijos. La justicia me han negado”, dijo con desesperanza.

El caso fue denunciado incluso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que emitió un pronunciamiento para que se investigue la desaparición de Ramos Gamboa.

Y pese a ello la fiscalía archivó el caso. La resolución señala que no se tiene evidencias suficientes para verificar la “verosimilitud” de los testimonios de los familiares y testigos de la detención, ni de la “posible participación en los hechos investigados por parte de efectivos militares que habrían prestado servicios en la Segunda División de Infantería de Ayacucho en el año 1986”.

Felícita fue testigo directo de la detención. Recordó que esa noche dormían en la casa de su suegra cuando los militares entraron violentamente. Cuando ella pidió explicaciones de por qué se llevaban a su esposo le gritaron: “¡Cállate, terruca; si gritas te disparo!”.

“Lo sacaron de la casa, amarraron sus manos hacia atrás y se lo llevaron en un carro portatropas. Había un civil con una lista en sus manos”, relató con detalle, pues a pesar del tiempo transcurrido, recuerda muy bien lo que sucedió, pues esa noche cambió su vida.

“Hasta ahora no encuentro los restos de mi esposo para poder enterrarlo y rezar oraciones en su memoria. Eso me daría tranquilidad. No estoy conforme con la decisión del fiscal. He pasado años buscando respuestas y hasta ahora no encuentro la verdad ni justicia. Voy a luchar hasta alcanzarlas”, expresó.

NO UNO SINO MUCHOS

Otro caso archivado, que también cuenta con recomendación de la CIDH, es el del profesor Virgilio Fortunato Huarancca Araujo, asesinado en 1983 en el distrito Paras, provincia de Cangallo.

Su esposa, Felicitas Morales Aronés, contó que el 10 de abril de ese año Huarancca fue detenido y ejecutado por una patrulla de Sinchis.

A pesar de que los testigos que vieron la detención testificaron, el caso se archivó de manera definitiva, también porque el fiscal concluyó que no existen documentos ni indicios suficientes para individualizar a los presuntos autores, ya que el Ministerio del Interior no respondió a sus requerimientos.

El mismo problema tiene el caso de once pobladores de Accomarca, ejecutados extrajudicialmente el 3 de setiembre de 1983 por efectivos militares.

Primitivo Quispe Pulido refirió que en esa operación mataron a su hermano, José Cupertino, a su esposa, Maura Baldeón Gamboa, y sus hijos, José y Janeth Quispe Baldeón, de 2 y 4 años de edad respectivamente.

El fiscal archivó el caso provisionalmente porque el Ministerio de Defensa (Mindef) no brindó información sobre los militares que prestaron servicio en el destacamento militar de Vilcashuamán en esa fecha, afirmando que no tienen esa información registrada.

Feliciana Valencia Nanaq pasa por el mismo calvario, por el archivo de la investigación por el asesinato de su padre, Zenón Valencia Navarro, cometido el 24 de junio de 1989, en el distrito de Ayahuanco.

Varios testigos vieron cuando una patrulla Militar de Pampas (Tayacaja), al mando del capitán “Águila”, llegó al centro poblado de Pampa Coris y asesinó a 30 campesinos. Sin embargo, el Mindef tampoco ha respondido a la solicitud de identificación de la fiscalía.

DEFENSORÍA CRITICA LENTITUD

En su último reporte sobre los avances en justicia y reparación a las víctimas de la violencia política, la Defensoría del Pueblo advirtió que el proceso de judicialización ha sido muy lento y ha tenido muchas limitaciones.

La comisionada para la adjuntía de Derechos Humanos, Marlene Román, refirió que uno de los problemas que han motivado el archivo de un gran número de investigaciones fiscales es que el Ministerio de Defensa no entrega los informes para identificar a los presuntos responsables de las violaciones a derechos humanos.

Agregó que el subsistema de derechos humanos no cuenta con una estrategia para encarar el desafío de investigar un número tan elevado de denuncias y de tanta complejidad, y que falta capacitación de jueces y fiscales, los que ahora también ven denuncias de terrorismo y narcotráfico.

Publicado en La República el 29 de setiembre de 2013