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News Reports on Transitional Justice in Peru

Justicia chilena pide al Poder Judicial peruano fijar fecha para interrogatorio a Alberto Fujimori

Alberto Fujimori está condenado a prisión por casos como Barrios Altos, La Cantuta, la entrega de 15 millones de dólares a Vladimiro Montesinos, entre otros; pero aún debe responder por otros temas más, luego que la Corte Suprema de Chile pidiera a su símil peruano que fije fecha y hora para interrogar, vía teleconferencia, al exdictador por dos casos más.

Imagen La MulaImagen La MulaUno de los casos por los que Fujimori deberá responder es por la “masacre de Pativilca”, ocurrida el 29 de enero de 1992, en la que seis habitantes de este distrito de la provincia limeña de Barranca fueron asesinados por integrantes del Grupo Colina, destacamento creado por Fujimori y Montesinos.

El segundo caso es la autorización de Fujimori para entregar 800 mil dólares de los fondos públicos a su amigo Augusto Miyagusuku Miagui, a fin de que compre terrenos agrícolas del proyecto Chavimochic. Miyagusuku huyó hacia Japón el 11 de agosto del 2000, y realizó operaciones sospechosas en el Bank of Tokyo.

La “masacre de Pativilca” está a cargo del Tercer Juzgado Penal Nacional; mientras que el caso Miyagusuku ha pasado a la Cuarta Sala Penal Liquidadora. El Poder Judicial debe coordinar con ambos tribunales acerca del pedido de la justicia chilena.

¿QUÉ TIENE QUE VER EL PODER JUDICIAL CHILENO EN LOS JUICIOS A FUJIMORI?

Luego de su exilio japonés, en noviembre del 2005 Fujimori decide regresar al Perú. Su última escala fue en Santiago de Chile, donde de inmediato fue detenido por la Interpol. Inmediatamente, el gobierno peruano preparó una solicitud de extradición ante la justicia chilena, en la que incluyó 13 de casos de delitos de corrupción y contra la humanidad.

Tras un largo proceso, en septiembre del 2007 la justicia chilena autorizó la extradición de Fujimori al Perú por siete de los 13 casos, por los cuales ha sido juzgado y condenado.

Para que Fujimori pueda ser juzgado por los casos que no fueron aprobados en ese tiempo, la justicia peruana, a través de la cancillería, debe hacer nuevos pedidos ante sus símiles de Chile.

Gracias a esto, la justicia chilena aprobó, hace tres años, el caso de los “diarios chicha”, debido al uso de fondos públicos para financiar diarios cuyo objetivo era desprestigiar a los opositores, en los últimos años de la dictadura.

En cuanto a estos dos nuevos casos, el pasado 28 de diciembre del 2015, la cancillería chilena recibió un nuevo pedido de ampliación de extradición, que tres días después fue atendido por el director de Asuntos Jurídicos de este despacho, Claudio Troncoso, quien remitió el documento a la Corte Suprema de su país, que ahora acaba de pedir a la justicia peruana realizar esta audiencia “virtual” con el fin de definir si aprueba o no estos nuevos pedidos.

La pregunta del millón es si este juicio afectará o no a su heredera, Keiko Fujimori.

(Con información de La República)

Nota originalmente publicada en La Mula el 03 de marzo de 2016, ver aquí.

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Fujimori insiste en pedido de impunidad

Jueces escucharon alegato de expresidente a favor de anulación de condena por matanzas de Barrios Altos y La Cantuta, pero procurador afirma que sus argumentos son intrascendentes.

Alberto FujimoriAlberto FujimoriEn una nueva maniobra legal, Alberto Fujimori solicitó la anulación de la sentencia de la Corte Suprema a 25 años de cárcel por las masacres de Barrios Altos y La Cantuta y que se le inicie un nuevo juicio.

Fujimori alegó, ante el colegiado B de la Cuarta Sala Penal con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, que el juez César San Martín violó el principio de imparcialidad al permitir la influencia de un tercero en su decisión, lo que ya fue desestimado con anterioridad.

Su abogado, William Paco Castillo, sostuvo que su defendido no tuvo garantía del debido proceso. Afirmó, además, que hubo indicios de la participación de un tercero a través de correos electrónicos del mencionado juez.

Por su parte, el procurador del Poder Judicial defendió el fallo de la jueza del 43° Juzgado Penal que resolvió desestimar el hábeas corpus en primera instancia, explicando que los argumentos de la defensa son intrascendentes.

Dijo que ya fue confirmada la invalidez de los correos electrónicos y señaló que no se ha desacreditado el principio acusatorio en la extradición. Por esto, solicitó la confirmación de la sentencia.

Desde la emisión de fallo, en 2009, Fujimori ha recurrido a una serie de maniobras para intentar restar valor o echar abajo la sentencia, como es el caso del pedido de indulto humanitario, hábeas corpus, entre otros intentos, todos fracasados.

Fujimori fue condenado en 2009 a 25 años de cárcel por las matanzas de Barrios Altos (1991) y La Cantuta (1992), donde murieron 25 personas asesinadas por el grupo militar encubierto Colina, y por el secuestro agravado de un periodista y un empresario en 1992.

Su hija Keiko, candidata a la presidencia de la República ha dicho que no lo indultará, pero que su familia activará todos los mecanismos legales para sacar de la cárcel a su padre.

CAE OTRO COLINA

De otro lado, el exmiembro del grupo paramilitar Colina Jorge Ortiz Mantas, fue capturado ayer por la Policía en el distrito de Comas y trasladado a la Divincri de Carabayllo.

Ortiz es acusado de haber participado en el asesinato del periodista Pedro Yauri, ocurrido en 1992, durante el gobierno de Alberto Fujimori.

Yauri Bustamante, tenía 33 años, cuando fue víctima de desaparición forzosa mientras ejercía su labor como periodista de una emisora radial de Huacho, provincia de Huaura, según el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación.

El locutor mantenía una firme oposición al régimen fujimorista, el mismo que brindaba las órdenes al grupo Colina.

Publicado originalmente en Diario Uno, el 23 de enero de 2016. Ver enlace original aquí.

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Declaran infundado hábeas corpus de Alberto Fujimori

  • Jueza recordó que Fujimori fue condenado por los delitos de asesinato, lesiones graves y secuestro agravado.

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© EFE
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© EFELa jueza del 43 Juzgado Penal de la Corte Superior de Justicia de Lima, María Palomino, declaró infundada la demanda de hábeas corpus presentada por Alberto Fujimori contra los jueces supremos de la Primera Sala Penal Especial y la Primera Sala Penal Transitoria.

PUEDES LEER: Keiko Fujimori y Alan García son relacionados por la población con la corrupción

Fujimori presentó el recurso debido a la supuesta violación de los principios de vulneración al debido proceso. Solicitó que se declare nula la sentencia de 25 años de prisión que se le impuso, se ordene un nuevo juzgamiento y se disponga su inmediata libertad.

La magistrada indicó que las sentencias de ambas salas fueron producto de un proceso regular, en el que se respetaron todos los derechos fundamentales, y que ni el demandante ni su defensa cuestionaron durante el desarrollo del juicio oral, ninguno de los puntos que ahora alegan.

Asimismo, explicó que la legitimidad de los jueces provisionales no afecta el derecho constitucional al juez natural, por lo que desestimó lo expuesto por Fujimori, quien alegaba carencia de facultades.

Recordó que Alberto Fujimori fue condenado por los delitos de asesinato, lesiones graves y secuestro agravado, ilícitos que se encuentran en el Código Penal y fueron por los que la justicia chilena autorizó su extradición.

Publicado por La República el 9 de septiembre de 2015

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Gisela Ortiz Perea, defensora de derechos humanos del Perú, lidera protesta latinoamericana contra desaparición en estudiantes en México

Por RightsPeru

Nota:

Desde mas de 20 años Gisela Ortiz Perea no descansa en buscar a su hermano, Luis Enrique, quien junto a 8 estudiantes mas y un profesor de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle “La Cantuta”, fue víctima de desaparición forzada a manos de un comando del ejército peruano conocido como el Grupo Colina. Ella fue uno de los activistas más visibles de los familiares de La Cantuta, quienes no descansaron hasta lograr la extradición, enjuiciamiento, y sentencia al ex presidente Alberto Fujimori, quien fue condenado en 2009 por la justicia peruana como el responsable máximo de estos crímenes.

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Ahora, lidera una protesta latinoamericana para llamar la atención sobre la desaparición forzada de los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa en México. Ha realizado plantones pidiendo justicia para los estudiantes y los demás desaparecidos frente a la Embajada de México en Lima, y prepara una serie de actividades de solidaridad con las familias de los jóvenes mexicanos. Aquí un reportaje de La Vanguardia sobre la solidaridad internacional que ha despertado la desaparición forzada de los 43 estudiantes, una práctica que se tornó una práctica común de las dictaduras latinoamericanas y lamentable persiste hoy en día, y el impacto que tiene sobre la vida de los familiares de la víctima y sobre la comunidad en general.

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Gisela Ortiz Perea: “Las desapariciones forzadas buscan sembrar el miedo en la gente”

  • Gisela Ortiz Perea lucha por encontrar a su hermano secuestrado y ejecutado por militares hace más de 20 años. Hoy narra el difícil camino que deben afrontar las familias tras sufrir desapariciones forzadas como las de México

Gisela Ortiz Perea no titubeó ni un segundo para sumarse a las protestas internacionales contra la desaparición forzada de los 45 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa (México). Desde Lima, esta defensora de los Derechos Humanos exige justicia frente a la Embajada de México, y prepara una serie de actividades de solidaridad con las familias de los jóvenes mexicanos.

Ella ha vivido en carne propia la pesadilla de la desaparición forzada que recién ensombrece a las familias de los jóvenes de Ayotzinapa. Y es que Gisela Ortiz perdió a su hermano Luis Enrique durante la madrugada del 18 de julio de 1992, cuando un comando del ejército secuestró a un grupo de nueve estudiantes y un profesor de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle que desaparecieron.

Este comando militar recibió órdenes del entonces presidente Alberto Fujimori, quien ha sido sentenciado a 25 años de cárcel tras comprobarse que fue autor mediato del asesinato de este grupo universitario.

Pero esta sentencia no ha significado el punto final para el viacrucis de sus familiares, quienes hasta ahora desconocen dónde fueron enterrados los cuerpos, debido a que los militares implicados procedieron a desenterrarlos de la primera fosa común, para incinerarlos y trasladarlos a nuevas fosas clandestinas.

En esta lucha de dos décadas ha estado firme Gisela Ortiz en primera fila, convirtiéndose en una de las defensoras más activas en América latina. Ortiz analiza el difícil camino contra la impunidad que desde el pasado 26 de septiembre han sido obligadas a emprender las familias de los 45 estudiantes en México.

– Frente al Caso Iguala, ¿Qué lectura hace de este tipo de hechos?

El nivel de violencia que se está viviendo en México ya desborda cualquier control del Estado, siento que hay una inacción frente a las desapariciones diarias y frente a los asesinatos. La situación de violaciones a los derechos humanos se “normaliza” y hace que la impunidad vaya quedando como política de Estado y la indiferencia en la gente se vaya sembrando y no reaccione frente a los crímenes; como si fuera normal amanecer con personas asesinadas y colgadas cada día.

En el caso de la desaparición de Ayotzinapa, es responsabilidad de la policía, del gobernador, del Presidente de la República que nunca salió a pronunciarse en contra de estos hechos o manda buscar a los desaparecidos para dar respuesta a sus familiares y a toda la comunidad internacional que está preguntando ¿Dónde están?; entonces tenemos a ciudadanos desprotegidos frente al crimen organizado, las mafias o cárteles y también frente a agentes del Estado que también cometen los mismos crímenes y, lo que es peor, no sienten la presión para responder por ellos.

– ¿Qué falla para que sigan ocurriendo este tipo de violaciones?

Todo el sistema democrático debe estar cimentado en el respeto a la vida. El sistema de protección de los derechos humanos que no sólo está contemplado en la legislación mexicana sino en el sistema interamericano, del cual México es parte y el sistema universal como la ONU. Eso a nivel legal. Si el Estado o los tribunales internacionales no están condenando estos crímenes, se deja carta abierta para que se sigan cometiendo, el mensaje es: no importa que maten, que desaparezcan, acá no pasa nada.

Por último, el miedo. Son crímenes que tienen un mensaje social, el sembrar el miedo en la gente: “No te metas, no digas nada, no hagas nada”. Y ese miedo paraliza a las mayorías y nos vuelve indiferentes.

– ¿Cómo evalúa la respuesta de la comunidad internacional?

En este caso en particular creo que ha sido inmediata, oportuna, de salir, denunciar, exigir respuestas al estado mexicano. Ayotzinapa puede significar un antes y un después en la reacción de la comunidad internacional frente a las desapariciones forzadas últimas que se han estado dando.

– ¿Y la del estado mexicano?

Nula. Si bien se apuraron en exhumar unas fosas que fueron denunciadas como “posibles sitios de entierro” de los estudiantes desaparecidos; en ese lugar no se encontraron a estas víctimas sino a otras, lo que es peor aún porque significa que México puede estar lleno de sitios de entierro ¿desde cuándo? ¿quiénes son esas víctimas? ¿por qué no se hizo nada antes? Y lo principal ¿dónde están los normalistas?

– Usted es una de las defensoras de derechos humanos más activas de Perú. Un camino que emprendió tras la desaparición de su hermano. ¿Qué ha implicado este hecho para usted y para su familia?

Un crimen de esta naturaleza te marca de por vida; no sólo por el daño emocional que significa la ausencia del ser querido sino porque la impunidad que persiste por meses, años, va haciendo que te dediques a esta lucha dejando de lado tus proyectos personales como estudios, trabajos, tener hijos y desgasta también la relación con la familia, que muchas veces no entiende la terquedad de la lucha. También significa cambiar totalmente de planes, yo no pensé ser activista de derechos humanos y aquí me tienes pensando y participando en las acciones por los estudiantes de Ayotzinapa.

Es que uno sabe lo que significa tener a un hermano desaparecido; el dolor de perderlo, la indignación de la injusticia, la rabia frente a la indiferencia y la complicidad de nuestros estados que no nos defienden, sino defienden a los criminales. Y después de eso no puedes quedar paralizado. Tienes que hacer algo, mucho mejor si son acciones legales utilizando todas las herramientas que te da la democracia.

– ¿Cuántos desaparecidos existen en su país?

Aunque no hay estadísticas claras sobre el número de desaparecidos que nos dejó el conflicto armado interno, se calcula que son entre 12.000 y 15.000 peruanos. La mayoría de ellos, campesinos, quechuahablantes invisibles para nuestros políticos.

– ¿Qué obstáculos existen en el Perú para que tras tantos años aún como familia vivan este largo viacrucis?

Varios. Por un lado, no hay una política de búsqueda de personas desaparecidas que plantee una estrategia para saber cuántos desaparecidos son y cómo hay que buscarlos. Por otro lado, un sistema judicial débil para encontrar información, investigar, juzgar y sancionar.

– En México exigen que se publiquen los nombres de las 22.300 personas desaparecidas en los últimos años. ¿Qué importancia tiene la memoria y la lucha activa en casos de las desapariciones?

Es importante que los desaparecidos dejen de ser cifras o estadísticas, tienen un nombre y hay que conocerlo; tienen familias y hay que saber de su dolor y de sus dramas, tienen historias y hay que compartirlas; tienen rostros y hay que mostrarlos porque son como nosotros.

La memoria es nuestra mejor herramienta en la lucha contra las desapariciones forzadas, porque habrán desaparecido físicamente a quienes amábamos pero no pueden quitarnos sus recuerdos, lo vivido y compartido. Ese es nuestro mejor tesoro y no podrán arrebatarnos.

Quienes los tenemos siempre presentes en nuestras acciones, sabemos que ellos se multiplican en cada uno de quienes se suman solidariamente, sabemos que ganamos el cariño de otros hermanos. Y ese debe ser el peor castigo para los criminales, saber que nunca podrán borrarlos como ellos quisieron.

– Usted trabaja en una de las zonas del Perú – como es Ayacucho – donde se reportaron el mayor número de desaparecidos. Y tras varias décadas ahora presencia las reparaciones, a madres que pueden enterrar a sus hijos. ¿Esto es suficiente?

Si bien se entregan los cuerpos, hasta ahora hay que buscar de qué manera otras instituciones apoyan para asumir los otros gastos: traslado de los familiares (muchos viven en comunidades o se han desplazado a ciudades de la costa y las restituciones se hacen en Ayacucho); quién apoya con los gastos de alimentación, alojamiento; quién construye los nichos para los entierros, etc.

Además de estos gastos, hay una gran afectación emocional en los familiares, que no reciben ningún tipo de ayuda por parte del Estado, desde el acompañamiento necesario hasta atención más especializada. Así mismo, muchos son padres ancianos que este tipo de diligencias les terminan enfermando y tampoco reciben una atención adecuada.

– En Perú se han solidarizado con el caso mexicano. ¿Qué tipo de acciones/protestas están realizado?

Hemos realizado un plantón frente a la embajada de México en Lima, convocado por la Coordinadora contra la Impunidad, que es un colectivo de jóvenes universitarios y de algunos familiares de víctimas que trabaja en temas de derechos humanos de manera voluntaria. Nos hemos comprometido a realizar otros plantones frente a la casa del embajador porque a partir de las cinco de la tarde ya no hay nadie en la embajada, y nuestro objetivo es que nos vean y nos escuchen los representantes del Estado mexicano. Estamos convocando a federaciones de estudiantes de universidades para que hagan acciones dentro de sus propias universidades en solidaridad con los estudiantes; espero que haya capacidad para hacerlo.

– Una tarea ardua frente a estas realidades. ¿Cuál ha sido su clave para mantenerse tan firme en este largo camino?

¡La solidaridad! Esa ha sido y sigue siendo la clave. Una palabra de aliento, un abrazo, personas marchando a tu lado con la misma indignación; ver a otros jóvenes sumándose, dando de su tiempo para reclamar por personas que no conocen, que no son su familia pero que se indignan frente a la injusticia y salen; eso me llena de esperanza de que es posible seguir luchando para cambiar esta situación de injusticia e impunidad que todavía vivimos.

Publicado por La Vanguardia, el 9 de noviebre de 2014

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Homenaje a los estudiantes de La Cantuta

RightsPeru, 17 de julio de 2014 – El 18 de julio marca 22 años de la desaparición forzada de los nueve estudiantes y un profesor de la Universidad Enrique Guzmán y Valle (La Cantuta). Los familiares de los estudiantes han luchado desde el primer momento para saber la verdad sobre lo que pasó con sus seres queridos, quienes fueron desaparecidos por un año hasta que fueron encontrados los restos parciales de algunos de los estudiantes, y para que los responsables sean sancionados según manda la ley. Recordamos el día en 1993 en que, en plena exhumación, se encontraron las llaves de Armando Amaro Cóndor, prueba contundente que los restos calcinados que allí se hallaban eran efectivamente los estudiantes quienes habían sido brutalmente asesinados por el Grupo Colina, el grupo paramilitar que hacía el trabajo sucio del gobierno de Alberto Fujimori, y el crimen encubierto por el régimen. RightsPeru rinde homenaje a los familiares del caso La Cantuta así como todos los familiares que luchan, a pesar del tiempo y la terca negación del Estado, por verdad y justicia. Con motivo a ello, publicamos el siguiente fotoreportaje de Miguel Gutiérrez, miembro de la asociación Coordinadora Contra la Impunidad (CCI), sobre el peregrinaje de los familiares a Cieneguilla, donde fueron encontrados los restos de sus seres queridos en 1993, y los terribles hallazgos con que se dieron este año.

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INDOLENCIA Y TIERRA EN CIENEGUILLA

Montaña de tierra impide seguir buscando restos de víctimas de La Cantuta

  • Familiares de los estudiantes y el profesor ejecutados por el grupo Colina denuncian que hace un año se nombró a fiscal que debía continuar con exhumaciones, pero su inacción permitió que fosas fueran cubiertas para construir un condominio.

Por María Elena Castillo

“¿A dónde voy a encontrar ahora a mi hijo?”, pregunta indignada Raida Cóndor al descubrir que una montaña de tierra cubría las fosas de Cieneguilla, en las que se halló parte de los restos de los nueve estudiantes de la universidad La Cantuta secuestrados y ejecutados extrajudicialmente por el destacamento militar “Colina” el 18 de julio de 1992.

No podía creer lo que veía. Se sintió burlada una vez más, como en la década de los 90, en que incluso una congresista fujimorista llegó a insinuar que los jóvenes se habían “autosecuestrado”.

A fines del año pasado, el fiscal Juan de la Cruz Aguilar, de la 4ta. Fiscalía Penal Supraprovincial de Lima, le dijo que no se preocupara, que harían diligencias con el fin de agotar los esfuerzos para buscar todos los restos como ordenó la Corte Interamericana de Derechos Humanos, pues hasta el momento solo se ha identificado a cinco víctimas.

“Yo tenía esperanzas de encontrar los restos de mi Armando. ¿Qué voy a hacer?”, refiere Raida sin poder contener las lágrimas. Allí se encontraron las llaves de su hijo, que fue pieza clave para confirmar que allí se enterraron a los muchachos.

El sábado por la mañana un grupo de familiares de los estudiantes de La Cantuta visitaron la zona, como hacían cada año. Querían llevarles flores, velas y orar por ellos. La montaña de tierra se los impidió.

Al verlas, Hilario Amaro, padre de Armando, trepó hasta la cima, seguido de Pilar Fierro, madre de Dora Oyague, otra de las estudiantes asesinadas. Un gran terral afirmado yacía sobre las fosas.

Gisela Ortiz, hermana de uno de los fallecidos, relata que hace un año, cuando estuvieron en el lugar por última vez, el camino estaba libre.

Explica que esa quebrada pertenece a un consorcio que tiene un proyecto para construir un condominio de viviendas y seguramente por ello han rellenado el terreno.

“Esto ha sido posible por la inacción de la fiscalía, por no haber hecho nada antes”, dice molesta. Junto a ella están sus padres. Ellos tuvieron mejor suerte, pues el cuerpo de su hijo Enrique se encontró completo en una fosa ubicada junto a la avenida Ramiro Prialé, en El Agustino. Sin embargo, siguen apoyando el pedido de los demás familiares.

Además de Armando Amaro Cóndor, falta hallar los cuerpos de Marcelino Rosales Cárdenas, Felipe Flores Chipana; el profesor Hugo Muñoz y Heráclides Pablo Meza. Se esperaba que estuvieran en dos fosas más, que según testigos, faltaban exhumar.

Dina Pablo, tía del último, también se siente burlada. “Sabemos que estaba allí porque reconocimos parte de su pantalón, que estaba quemado. Y nos mostraron unos cabellos crespos, como él tenía. Solo eso vimos”, sostiene con la mirada fija a la tierra que cubre las fosas, con el dolor más fuerte en el alma.

HARÁN PLANTÓN EN LA FISCALÍA

Hace un año se designó al fiscal a cargo de la investigación complementaria en la quebrada de Chavilca (Cieneguilla) para buscar los restos.

Gisela Ortiz, hermana de uno de los estudiantes asesinados, cuenta que varias veces pidieron al fiscal que declare intangible la zona e inicie las exhumaciones. Irónicamente, hace unos días el fiscal coordinó con los peritos para ir la próxima semana. Los familiares harán un plantón hoy a las 3 de la tarde en la cuadra 4 del jirón Carabaya.

Publicado en La República, el 14 de julio de 2014

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 © Miguel Gutierrez

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Bertetti Carazas, nuevo asesor del ministro Urresti, negó tener participación en crimen de La Cantuta

  • Bertetti Carazas indicó que solo acudió en calidad de testigo al juicio de dicho.

A dos semanas de asumir el cargo, el ministro del Interior, Daniel Urresti, enfrenta una nueva acusación. Esta vez por la contratación de Juan Alberto Bertetti Carazas como asesor de su despacho ministerial.

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Daniel Urresti © La República
Daniel Urresti © La República
Daniel Urresti
© La República
Ideeleradio reveló que el coronel (r) fue designado asesor del despacho de Urresti, pese a estar involucrado en la matanza de los estudiantes de la Universidad Nacional Enrique Guzmán y Valle – La Cantuta, el 18 de julio de 1992, cuando se desempeñaba como mayor del Ejército.

Al respecto Bertetti Carazas envió un comunicado a diversos medios en los que negaba tajantemente tener vinculación alguna con los sentenciados del caso La Cantuta, ni mucho menos haber tenido participación alguna.

“Mi intervención en el citado proceso fue solo en calidad de testigo, no teniendo responsabilidad penal alguna de los hechos que ahí se dilucidaron”, expresó en el comunicado.

“Nunca generé la orden, ni la impartí, para que el Teniente EP Portella dejara las instalaciones del Cuartel La Pólvora, pues esa orden de disposición de personal militar recae en el Comandante de Unidad, que a esa fecha no era el suscribiente”, agregó.

Hay que recordar que en la resolución ministerial Nº 0800-2014-IN del 07 de julio, se indica que está vacante el puesto de asesor 1 del Despacho Ministerial del Ministerio del Interior, por lo que se resuelve designar al exmilitar en el cargo público.

En las cuestiones del hecho de la sentencia al exdictador Alberto Fujimori por este caso, se señala que Bertetti Carazas ordenó al teniente Portella Núñez a que deje el cuartel de La Pólvora para dirigirse con el mayor Martín Rivas y lo ayude. Al regresar a la base, este le dio informe de lo ocurrido al propio Bertetti.

“A primeras horas de la noche se entrevistó con el general EP Pérez Documet y pidió el concurso del teniente EP Portella Núñez, de suerte que por intermedio del teniente coronel EP Miranda Balarezo, comandante del BIP 39, y del mayor EP Bertetti Carazas, jefe de cuartel, se dio la orden al teniente EP Portella Núñez, quien en esos momentos estaba a cargo del servicio de guardia del Cuartel “La Pólvora”, para apoyar al mayor EP Martin Rivas”, indica el documento.

La relación laboral entre Urresti y Bertetti no es nueva. En marzo del 2014, este brindó su apoyo profesional en temas de planificación a solicitud de la Oficina del Alto Comisionado en Asuntos de Formalización de la Minería, Interdicción de la Minería Ilegal y Remediación Ambiental, que en ese entonces estaba al mando del hoy ministro del Interior.

designación

Publicado en La República, el 11 de julio de 2014

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Caso La Cantuta: levantan mandato de detención a Montesinos y Hermoza

(Andina) – La Asociación Pro Derechos Humanos (Aprodeh) expresó hoy su preocupación por la variación judicial del mandato de detención por comparecencia simple a Vladimiro Montesinos y Nicolás Hermoza Ríos por el caso La Cantuta, y pidió evitar la impunidad de ambos acusados.

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Foto archivo
Foto archivo
Según la Tercera Sala Penal Liquidadora, esta variación se debe al vencimiento del plazo de detención de 72 meses en el proceso penal seguido a ambos personajes por los delitos de homicidio calificado, secuestro agravado, desaparición forzada y asociación ilícita.

Estos delitos son imputados por haberse cometido, presuntamente, en agravio de nueve alumnos y un profesor de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle (La Cantuta).

Si bien correspondería disponer la libertad inmediata de Montesinos y Hermoza Ríos, esto resulta inejecutable, pues ambos acusados purgan condena por el caso Barrios Altos, en el cual se les impuso 25 años de pena privativa de libertad, precisó la sala judicial.

Gloria Cano, directora ejecutiva de Aprodeh, cuestionó que, pese al tiempo transcurrido, el Poder Judicial siga sin señalar el inicio del juicio oral, lo que obliga a los deudos de las víctimas de La Cantuta a seguir esperando que se resuelva este caso y se sancioné a los responsables.

“Instamos a las autoridades judiciales a que resuelvan con la premura que amerita el caso y así evitar eventuales escenarios que favorezcan la impunidad de los procesados”, señaló.

Publicado originalmente en El Comercio, el día 5 de diciembre de 2013

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Justicia que deja vacíos

Por Gisela Ortiz Perea para Rightsperu.net

El día martes 19 de noviembre, cuando recordábamos 13 años de la renuncia de Alberto Fujimori a la Presidencia del país vía fax, la sala Penal Nacional Colegiado “A” presidida por el Juez Superior David Loli Bonilla e integrada por el Dr. Carcausto y la Dra. María Vidal La Rosa, dictaba sentencia contra tres miembros del grupo Colina que no fueron procesados anteriormente y que tenía que ser esclarecida su participación y responsabilidad en la desaparición y muerte del profesor Hugo Muñoz y los nueve estudiantes de la Universidad La Cantuta.

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© Prensa Alternativa
© Prensa Alternativa
© Prensa AlternativaLa cita era a las 2:30 pm. Con mucha angustia y desde temprano, acudí hasta el Penal Piedras Gordas ubicado en Puente Piedra para escuchar la sentencia. Varios testigos, miembros todos ellos del Grupo Colina, once según la sentencia, habían declarado en el proceso y habían involucrado a los procesados en el crimen de La Cantuta. Uno de los procesados, Juan Vargas Ochochoque, llegó vestido de manera más informal que lo usual, con chompa, pantalón y zapatillas, tal vez presintiendo que le iban a sentenciar.

La audiencia empezó a las tres de la tarde. El procesado César Héctor Alvarado Salinas, recluido en el penal Piedras Gordas por su participación en el crimen de Barrios Altos, no era trasladado hasta la sala de audiencias por falta de personal del INPE. Mientras tanto, la sala permitió el ingreso de algunos medios de comunicación, garantizando la publicidad de los procesos.

La relatora Dra. Vidal empezó a leer la sentencia: la acusación fiscal, los hechos probados, los testimonios de los testigos, la defensa de los acusados. Todo en unos 30 minutos. Sentimientos encontrados aceleraban el palpitar de mi corazón mientras escuchaba repetir el nombre de mi hermano, Luis Enrique Ortiz Perea, una y otra vez, cuando mencionaba a las víctimas, cuando decía que sólo de dos estudiantes fueron recuperados sus cuerpos, cuando señaló que las víctimas fueron ejecutadas en estado de indefensión con tiros por la espalda. Volver a pensar en la muerte injusta, en la desesperación de ese último minuto, en la familia, en los sueños destrozados, siempre es duro.

Pensé también en los acusados, César Alvarado Salinas, Ángel Arturo Pino Díaz, Juan Vargas Ochochoque, todos ellos agentes de inteligencia operativos AIO, miembros del destacamento Colina, partícipes del crimen de Cantuta, Barrios Altos, el Santa y cuantas otras muertes que cometió Colina. Los he visto en los juicios desde el año 2003, los he escuchado en sus defensas, hablar de sus familias, los he visto envejecer. No puedo dejar de pensar en lo difícil que debe ser para sus familiares vivir con ellos en prisión; organizar sus vidas sabiendo que el padre de familia, pasará 20 años de su vida en la cárcel; tiene que ser difícil. Me siento culpable por tener lástima por quienes NUNCA lo tuvieron con nosotros, con nuestros familiares, con mi hermano.

Vargas Ochochoque fue un agente infiltrado en la Universidad La Cantuta. Tenía 21 años entonces, la edad de mi hermano Quique, hacía seis meses había salido de la Escuela de Inteligencia. Pienso en la irresponsabilidad de poner a gente joven a hacer este trabajo, a lo vulnerables que somos cuando sé que la vida de cientos de estudiantes dependía de las versiones de estos agentes de inteligencia, de estos jóvenes como nosotros. Pienso en él, su esposa y sus dos menores hijas. Que será de ellas a partir de ahora, entenderán todo este proceso de ausencia del padre, ¿por qué tendrá que cumplir esa condena? No sé si Montesinos y particularmente Martin Rivas, hayan pensado en la responsabilidad de arrastrar a esos jóvenes en el crimen, si sentirán culpa, no digo por sus crímenes, sino por acabar con la vida de “su gente”. Tal vez no, pero yo no puedo dejar de pensar y preguntarme ¿hasta dónde nos llevó todo este odio? Y siento culpa por tener pena, por pensar en los asesinos como personas, por pensar en sus familias.

Pónganse de pie, les dice a los acusados la Directora de Debates Dra. Vidal: “…después de analizar sus casos en particular, la participación de cada uno de ustedes, su comportamiento los testimonios recibidos, la sala dicta sentencia de 22 años de cárcel….”. Siento tranquilidad nuevamente, una sentencia más ganada a la impunidad; un logro más de las abogadas de APRODEH, y de nosotros mismos que como familiares hemos luchado por verdad y justicia a lo largo de estos años. Pero seguimos sin haber escuchado perdón de los verdugos. Seguimos sin tener los cuerpos de nuestros familiares 21 años después del crimen, para enterrarlos. Seguimos esperando.

Sobre el tema de la reparación, la sala ratifica lo expresado por la Primera Sala Penal Especial que llevó en caso contra Alberto Fujimori en la sentencia del año 2008 sobre el caso Cantuta, que ya existe una reparación civil que el Estado deberá pagar a los familiares; sin embargo no dice nada sobre el incumplimiento del Estado a esta obligación desde hace seis años. Me indigna también que hasta la fecha el Estado no haya ubicado a quienes están prófugos, entre ellos Aldo Velásquez Asencio, acusado en este proceso, así como a Carlos Ernesto Zegarra Ballón, Enrique Oswaldo Oliveros Pérez, y Haydeé Magda Terrazas Arroyo, quienes tiene orden de captura desde el 2003.

Una sentencia más que demuestra el nivel de criminalidad, de la sinrazón con el que actuaba el Destacamento Colina, el nivel de impunidad garantizado por el régimen de Fujimori. ¿Servirá para que algunos negacionistas entiendan esta realidad que siguen discutiendo? ¿Servirá para entender que el profesor y los nueve estudiantes de la Cantuta fueron las víctimas y no los Colina o los fujimoristas? Quizás no, no sólo porque es gente que no quiere entender; quizás sigamos tan enfrentados como hasta ahora, quizás algunos sigan prefiriendo buscar la “culpabilidad” de nuestros familiares para justificar los crímenes de Colina. Sin embargo, esta sentencia es un logro en medio de tantas sentencias absolutorias y casos archivados que desprotegen a las víctimas, como nos han tenido acostumbrados la Salas Penales. Tengo esa sensación de justicia que me sigue dejando vacíos.

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Tras 21 años de los sucesos de La Cantuta, tres participantes del grupo Colina fueron condenados por sus crímenes

Tres miembros del grupo Colina recibieron hoy una condena de 22 años de prisión por los cargos de desaparición forzada y homicidio calificado de los nueve estudiantes y el profesor de la Universidad Enrique Guzmán y Valle, La Cantuta.

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Juan Orestes Epifanio Vargas, César Héctor Alvarado Salinas y Ángel Arturo Pino Díaz fueron los que recibieron la sentencia hoy, en la cual se incluye además una reparación civil de 41 mil nuevos soles.

Aldo Albert Velásquez Asencio, quien también participó en este caso de desaparición forzada y homicidio, está no habido.

Cabe recordar que el caso La Cantuta también involucra al expresidente Alberto Fujimori, quien fue condenado en abril del año 2009 por este suceso al ser considerado autor mediato de la comisión de homicidio calificado.

El incidente La Cantuta, producido en julio del 1992, fue uno de los casos que provocaron la sentencia de 25 años de prisión para el exdictador, pese a que en todo momento señaló estar al margen de lo realizado por el grupo Colina.

Familiares del caso La Cantuta © La RepúblicaFamiliares del caso La Cantuta © La República

 

ondenados Juan Epifanio Vargas Chochoque, Cesar Héctor Alvarado Salinas y Ángel Arturo Pino Díaz, ex integrantes del grupo paramilitar Colina © Andina
ondenados Juan Epifanio Vargas Chochoque, Cesar Héctor Alvarado Salinas y Ángel Arturo Pino Díaz, ex integrantes del grupo paramilitar Colina © Andina
Condenados Juan Epifanio Vargas Chochoque, Cesar
Héctor Alvarado Salinas y Ángel Arturo Pino Díaz,
ex integrantes del grupo paramilitar Colina © Andina

Publicado en La República el 19 de noviembre de 2013

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Y ¿CÓMO ES LA JUSTICIA? Los sinsabores de un juicio contra violadores de derechos humanos

RightsPeru, 1 de abril de 2013 – Hace poco se dio inicio a un nuevo proceso penal para el caso de la desaparición forzada de nuevo estudiantes y un profesor de la Universidad La Cantuta. Gisela Ortíz Perea, familiar de Enrique Ortíz, uno de los nueve estudiantes, y representante de los familiares del caso La Cantuta, participó en las primeras audiencias y nos ofrece esta reflexión.*

Por Gisela Ortíz Perea

El día jueves 21 de marzo se realizó la segunda audiencia de un nuevo proceso en el caso La Cantuta[1], en las salas habilitadas del Penal Castro Castro en San Juan de Lurigancho. El colegiado de la Sala Penal Nacional es presidido por David Loli Bonilla e integrado por el Dr. Carcausto y Dra. María Vidal La Rosa, quien hace de Directora de Debates.

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Gisela Ortíz PereaGisela Ortíz PereaPese a la distancia, asistí como familiar del caso para acompañar este nuevo proceso contra cuatro miembros del grupo Colina, tres de ellos presentes —Juan Vargas Ochochoque, Ángel Arturo Pino Diaz, y Cesar Alvarado Salinas— uno, Pedro Santillán Galdós, ausente, y otro, Albert Velásquez Asensio, con orden de captura. Las partes del proceso: Fiscal Superior 3ª Fiscalía Superior Nacional, el Dr. Jesús Prado León; abogada de la parte civil, Gisela Astocondor de la Asociación Pro Derechos Humanos (APRODEH), quienes nos representan; abogados de la Defensa y el Procurador del Ministerio de Defensa. Ese día presentaron nuevos elementos de prueba que pudieran demostrar la participación y/o responsabilidad de los acusados en el crimen cometido el 18 de julio de 1992 contra nuestros familiares, un profesor y 9 estudiantes de la universidad conocida como La Cantuta.

Siendo el Estado tercero civilmente responsable, es parte del proceso el procurador del Ministerio de Defensa, abogado Francisco Coria. En la audiencia, solicitó que la Sala oficie a la DIRCOTE pidiéndole información sobre la vinculación de las víctimas con algún grupo alzado en armas o terroristas, porque si ellos fueron parte beligerante en la guerra de los 1980 al 2000, se justifica el accionar de los agentes del Estado (agentes de inteligencia, miembros del grupo Colina) para lograr la pacificación.

Escuchar a un representante del Estado, a quien todos los peruanos le pagamos su sueldo con nuestros impuestos, incluyendo los familiares, buscar “nuevas pruebas” de la vinculación de nuestros familiares con Sendero o el MRTA, sólo para “justificar” los crímenes cometidos por estos agentes de inteligencia, me revuelve el estómago de la pura preocupación.

¿Cómo es posible, que dentro del Estado, haya funcionarios que siguen culpando a las víctimas de Cantuta por su muerte? ¿Cómo puede ser permitido que sigan buscando respuestas no en la actitud criminal de estos malos agentes liderados por Santiago Martin Rivas o en un servicio de inteligencia que estuvo atento a los deseos de Fujimori y Montesinos sino en lo que hicieron o dejaron de hacer nuestros familiares?

El Estado peruano reconoció su responsabilidad en el crimen de Cantuta ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos el 29 de setiembre del 2006 durante el gobierno de Alan García cuando el embajador, presente en la Audiencia, leyó la siguiente nota enviada por el entonces Presidente de la República:

El Estado Peruano lamenta profundamente la suerte que corrieron este grupo de peruanos, nueve estudiantes y un profesor, y, al reiterar su pesar por el dolor causado a sus familias, también desea ratificar su compromiso de cumplir con sus obligaciones internacionales.

El Estado peruano reconoció su responsabilidad en este crimen cuando en el acto público de reconocimiento de responsabilidad ordenado por la sentencia de la Corte Interamericana, el 25 de octubre del 2007, la entonces Ministra de Justicia María Zavala, pidió “disculpas por los crímenes cometidos”. En ese mismo acto, el secretario general del Ministerio de Defensa, Renzo Chiri, también pidió disculpas.

¿Por qué 20 años después, el ahora procurador del Ministerio de Defensa piensa que defender al estado es echar barro sobre las víctimas, olvidándose de la responsabilidad que tiene el estado?[2]

La Sala, después de consultar su opinión al Fiscal quien se opuso a este pedido así como la abogada de los familiares, negó este pedido vergonzoso del procurador.

Para no dejarle con la duda al procurador Francisco Coria, le recuerdo que en el juicio seguido en la Primera Sala Penal Especial en la Base Naval del Callao contra algunos de los miembros del Grupo Colina, entre el 2003 y el 2008, ya presentaron documentos de la DINCOTE, ninguno de los cuales vinculan a nuestros familiares con grupo subversivo alguno, y que demuestran que ninguno tenía antecedentes. En el mismo juicio, asistieron al juicio oral en calidad de testigos los ex jefes de la DINCOTE, Coronel Benedicto Jiménez, Héctor Jhon Caro y Marco Miyashiro, y tampoco ofrecieron prueba alguna que vincule nuestros familiares con grupos subversivos.

Así mismo, en el juicio seguido por la Sala Penal Especial de la Corte Suprema contra el dictador Alberto Fujiimori, se hizo lo propio y así consta en la sentencia (2009):

Es suficiente, sin embargo, a estos efectos, y como consecuencia de la declaración de hechos probados, afirmar que no existe evidencia alguna, más allá de la insinuación –sin aval indiciario que la justifique– formulada por alguno de los participantes en los hechos, que siquiera remotamente pueda llevar a sospechar que las víctimas estarían vinculadas al PCP–SL e involucradas en determinados atentados con propósito terrorista. (p. 697).

Ambas sentencias han sido ratificadas por la Corte Suprema de nuestro país, quedando como “verdades jurídicas” si cabe el adjetivo.

Sería bueno que el Estado Peruano se ponga de acuerdo para determinar quiénes son las víctimas: si las víctimas son el profesor Hugo Muñoz y los nueve estudiantes de la Universidad Nacional de Educación, La Cantuta, quienes fueron secuestrados, asesinados, enterrados clandestinamente y calcinados o si lo son los agentes del grupo Colina quienes participaron en estos delitos protegidos por el régimen corrupto de entonces. Tal vez esa confusión hace que hasta ahora, 20 años después de ocurridos los hechos y con varias sentencias a nuestro favor, el Estado siga sin reconocer las obligaciones que tiene de reparar el daño causado. Una buena manera de hacerlo, sería orientando las palabras de sus funcionarios para que aprendan a tratar con respeto a quienes convirtieron en víctimas.

También es oportuno recordarle al Estado la orden de captura pendiente para juzgarlos por homicidio calificado y desaparición forzada a: Carlos Ernesto Zegarra Ballón, Enrique Oswaldo Oliveros Pérez, y Haydeé Magda Terrazas Arroyo desde el año 2003, evidenciada en la sentencia del 2008 (p. 227). ¿Cómo es posible que después de 12 años no se pueda capturar a estos delincuentes siendo todos ellos ex agentes del Estado? ¿Quién los protege, dónde se esconden?

¿Para cuándo los jueces que tienen el proceso contra el general Juan Nolberto Rivero Lazo, coronel Federico Navarro Pérez, mayor Santiago Enrique Martin Rivas, mayor Carlos Eliseo Pichilingue Guevara, técnicos Nelson Rogelio Carbajal García, Jesús Antonio Sosa Saavedra y Julio Chuqui Aguirre se animarán a continuar con el proceso, denunciándolos tal como ordena la sentencia de 2008?[3] ¿A qué le tienen miedo? ¿Por qué después de toda la verdad avanzada, de las responsabilidades determinadas, del papel que cada quien cumplió, no se apresuran las investigaciones? ¿Cuántos años más faltan? La sentencia contra Salazar Monroe y otros de abril de 2008 establece que la sentencia del fuero militar que los protegía carece de efectos jurídicos por la manipulación con la que fue realizada el proceso durante la época de Fujimori.[4]

¿Cuándo se dará inicio al juicio oral contra el general Luis Pérez Documet quien fuera denunciado por los familiares y APRODEH el 1°de febrero del 2001 por su responsabilidad como cómplice, pues bajo sus órdenes estaba la protección de las universidades, y él habría dado luz verde para el ingreso del Grupo Colina a La Cantuta?[5] ¿Para cuándo el juicio contra Vladimiro Montesinos Torres, Nicolás Hermoza Ríos, quienes fueron denunciados por la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos el 17 de noviembre del 2000[6] y que fueron encubiertos por el Fuero Militar en 1994 sobreseyendo la causa en favor de estos asesinos?[7]

¿Y cómo es la justicia en nuestro país? No respeta sentencias de la Corte Interamericana en favor de las víctimas, no respeta sentencias de tribunales nacionales ratificadas por la Corte Suprema, fallos del tribunal Constitucional que “ha construido una jurisprudencia contra la impunidad en materia de violaciones de los derechos humanos”?[8]

¿Hasta cuándo tendremos que esperar para que algún operador de justicia, rompiendo el miedo y la inacción, busque a nuestros familiares desaparecidos, como mandó la Corte Interamericana?[9] El encubrimiento también es delito cuando no se hace nada por corregirlo “…si bien el asesinato, las lesiones graves o el secuestro cometidos en un contexto de poder (estatal) constituyen delitos (comunes) que implican graves violaciones a los derechos humanos, también lo constituyen los actos de encubrimiento personal o real cometidos por agentes del Estado, especialmente funcionarios jurisdiccionales, en contextos de poder, más aún cuando tales actos fueron considerados como parte de una práctica reiterada y sistemática…”[10]

Así estamos, 20 años después de un hecho lamentable que marcó nuestras vidas y destruyó a nuestras familias, con nuestros padres cada vez más ancianos, enfermos y cansados de tantos procesos que empezaron, por denuncia o presión, y que no terminan NUNCA.

 

* Nota de RightsPeru: Hasta la fecha, han habido diferentes procesos penales en el caso La Cantuta. Hubo dos sentencias en 2008; en una de ellas, 11 militares fueron condenados (habían tres reos ausentes), y en otra, un militar fue condenado mientras otro fue absuelto. La Corte Suprema anuló la absolución y ordenó un nuevo juicio, pero fue nuevamente absuelto en 2010. En 2009, el ex presidente Alberto Fujimori fue condenado a 25 años por La Cantuta, Barrios Altos, y dos secuestros. El proceso actual comprende los cinco acusados mencionados en la nota. El Ministerio Público aún no formula acusación contra varios otros miembros del Grupo Colina que tuvieron responsabilidad el el caso La Cantuta, entre ellos Vladimiro Montesinos, el ex jefe de las Fuerzas Armadas Nicolás Hermoza Ríos, entre otros. (^^^)

 

  1. Expediente 36-12. (^^^)
  2. Ver numeral 51 de ‘Cuestiones Procesales’ de la Sentencia Julio Rolando Salazar Monroe y otros, Expediente 03-2003-1° SEP/CSJLI, Corte Superior de Justicia de Lima, Primera Sala Penal Especial, Lima, 8 de abril de 2009 [de aquí en adelante, Sentencia Caso Cantuta 2008]. (^^^)
  3. Sentencia La Cantuta 2008, Numeral 256, p. 215. (^^^)
  4. Idem. (^^^)
  5. Introducción a la causa numeral 80.69 Sentencia de la Corte interamericana de Derechos Humanos Caso La Cantuta vs. Perú, 29 de noviembre del 2006 [de aquí en adelante Sentencia CtIDH La Cantuta]. (^^^)
  6. Introducción a la causa numeral 80.68, Sentencia CtIDH La Cantuta. (^^^)
  7. Introducción a la causa numeral 80.71, Sentencia CtIDH La Cantuta. (^^^)
  8. Huerta Guerrero, Luis, “La aplicación de jurisprudencia constitucional para el juzgamiento de violaciones de derechos humanos,” en Macedo, Francisco (coord.), Los caminos de la justicia penal y los derechos humanos (Lima: IDEHPUCP, 2007), p. 109. (^^^)
  9. Punto Resolutivo 10, Sentencia CtIDH La Cantuta. (^^^)
  10. Numeral 213, Sentencia Caso Cantuta 2008, p. 179. (^^^)