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News Reports on Transitional Justice in Peru

EN DEFENSA DE LA VIDA, LA PAZ Y LA DEMOCRACIA HOMENAJE A LAS AUTORIDADES LOCALES ASESINADAS POR EL TERROR

Michel Azcueta

28 Agosto 2015, en “El Ojo que Llora”

Amigas y amigos:

Con cuánta emoción nos reunimos una vez más en torno a estas piedras con nombres concretos de peruanas y peruanos cuyas vidas fueron arrebatadas por el terror…! Con cuánto amor recordamos a aquellos que conocimos personalmente llenos de vida e ilusiones…! Con cuánto respeto guardamos en nuestro corazón a aquellos que no conocimos pero que sabemos amaban la vida y amaban el Perú. Y nos gustaría que todo el Perú, que la mayoría de peruanos sintiera lo mismo que nosotros…

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© Michel Azcueta© Michel AzcuetaSin embargo, vemos que la sociedad peruana se niega, hablando en general, a reconocer lo que se vivió hace unas décadas, se niega a aprender de tan terrible experiencia, siendo el único país de América Latina donde se calla la verdad, por no decir que se oculta…el único país donde no se valora una Comisión de la Verdad, el único país donde se denigra a los defensores de los Derechos Humanos, el único país donde casi es imposible tener un monumento a los que nos permitieron vivir en paz, donde es casi imposible tener un Lugar de la Memoria donde tiene que llegar el Presidente de Alemania para que se abra…Una sociedad donde el control de los medios de comunicación aleja a la mayoría del conocimiento de la realidad nacional, de la reflexión colectiva, del aporte de nuevas iniciativas individuales y sociales y, sobre todo, nos aleja de un compromiso por la verdad, por la solidaridad, por la unión entre peruanos.

Por todo ello, con emoción con amor y con respeto estamos aquí reunidos. Recordamos a cerca de 70,000 compatriotas asesinados en diferentes lugares y circunstancias, la mayoría de sectores populares, campesinos, trabajadores, policías, soldados, dirigentes de zonas pobres del Perú. Les recordamos a todos sin excepción. Pero, en esta ocasión, los organizadores de este acto tan especial, decidieron recordar, de manera especial a las carca de 500 autoridades locales, alcaldes y regidores asesinados por Sendero Luminoso en los años de terror.

Por experiencia propia en Villa El Salvador puedo decirles lo difícil que era ser autoridad local durante esos años, muchas veces sin apoyo alguno o, lo que era mucho peor, entre dos fuegos, como muchos recordarán, simplemente por ser consecuentes con una elección de tus propios vecinos y ciudadanos. Les puedo asegurar que estuvimos muy solos y había que dar la cara. En otras ocasiones, simplemente dinamitaban la municipalidad, asesinaban a alcaldes y regidores de distritos muy pobres andinos, amazónicos y, también, de zonas urbano populares, sin ninguna justificación, delante de su esposa y de sus hijos, como a Juan Linasco Tinoco, alcalde de Quillcaccasa (Apurímac), como los 47 alcaldes asesinados en Ayacucho, los 39 alcaldes asesinados en Junín, los 29 de Huánuco, los 21 de Puno. Y así hasta cerca de 500 alcaldes y regidores de todo el Perú.

Si me permiten, quiero hacer mención especial a dos alcaldes ‘provinciales de Huamanga, Ayacucho, a quienes conocí y traté personalmente: Leonor Zamora, a quien las Fuerzas Armadas no dejaron siquiera que entregara al Papa Juan Pablo II las llaves de la ciudad de Huamanga junto con un mensaje de defensa de los derechos humanos en Ayacucho tan pisoteados por los terroristas como por miembros de las Fuerzas Armadas, vilmente asesinada posteriormente por Sendero Luminoso. A Fermín Azparrent, valiente alcalde, gran defensor de su pueblo, abandonado por las fuerzas de seguridad a pesar de tener amenazas comprobadas asesinado a la puerta de su casa una mañana temprano. Ambos defendieron a su pueblo levantando el honor y la imagen de todos los ayacuchanos que, recordemos, eran, todo, sindicados como terroristas.

Y ya en Villa El Salvador, recordamos, prácticamente todos los días, a María Elena Moyano…cuánto nos gustaría que estuviera con nosotros ahora animándonos con su fuerza, su alegría, su valentía, su gran capacidad de comunicación y organización tan necesarias hoy en el Perú. Y también al regidor Rolando Galindo, sucesor de María Elena como teniente alcalde de Villa El Salvador, también asesinado por Sendero Luminoso meses después.

Todos ellos, alcaldes y regidores, murieron por defender la vida, por defender la paz, por defender la democracia en el Perú. Decíamos desde las gestiones municipales que nadie tiene derecho a matar, que la violencia no es solución, que no se debe derramar la sangre de un solo peruano, civil o militar, que no sobra nadie en el Perú, que la vida es lo más sagrado que tenemos; murieron por defender la paz con justicia social, base firme de unas relaciones entre todos los peruanos. La paz que no es la paz de los cementerios sino la alegría del trabajo, de la amistad, del reconocimiento de diversidades, de culturas, de tolerancia; murieron por defender la democracia, como autoridades locales elegidas por sus pueblos, representándolos con dignidad y valentía, en un Estado de derecho, defendiendo un modelo democrático de desarrollo.

Por todo ello, nuestro homenaje sincero. No les olvidemos ni a ellos ni a ninguno de los que dieron su vida por nosotros. No olvidemos aquello que defendieron. No tengamos temor a decirlo en voz alta, precisamente para que no se repita el terror, la muerte. Por el bien del Perú. Viva la vida. Viva la Paz. Viva la Democracia.

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Abimael Guzmán y otros integrantes de Sendero Luminioso Interrogados por muertes en Tarata, 22 años después

  • Acusados por atentado que dejó 25 muertos, serán interrogados el jueves

El Segundo Juzga­do Penal Nacio­nal dispuso el inte­rrogatorio del líder de Sendero Luminoso (SL), Abimael Guzmán para este jueves, en el marco del jui­cio oral que enfrenta por el caso del atentado de Tara­ta cometido por sus hues­tes, el 16 de julio de 1992, y que dejó 25 muertos y 150 heridos.

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© Exitosa Diario© Exitosa DiarioLa audiencia que se rea­lizará en la sala de la Base Naval del Callao empeza­rá a las diez de la mañana, y Guzmán será el primer interrogado, luego segui­rá Óscar Ramírez Durand “Feliciano” y concluirá con Florindo Eleuterio Flores Hala “Artemio”, exjefe te­rrorista del Huallaga.

Ellos son junto a Elena Iparraguirre, Margie Cla­vo, Osmán Morote, Mar­got Liendo, Florentino Ce­rrón, Edmundo Cox, Laura Zambrano, Elizabeth Cár­denas y Moisés Límaco, parte de la cúpula de SL. Son acusados por la Fiscalía como autores mediatos del ataque te­rrorista de Tarata, en Mi­raflores, ejecutado con dos coches bomba carga­dos con 500 kilos de ex­plosivos.

En la pasada audien­cia, la titular del referido juzgado, Mercedes Ca­ballero, declaró fundado el pedido de prisión pre­ventiva para la mayoría de la cúpula de la agru­pación terrorista, aunque rechazó el pedido de acusación por narcotrá­fico contra ella.

Al ser consultado, Alfre­do Crespo, abogado de Guzmán, insistió en la inocencia de su patroci­nado al re­ferir que el atentado en “Tarata” fue consu­mado por un destacamen­to del comité zonal centro de SL, “cuyos autores directos ya fueron condenados”.

DATO:

Además del interrogatorio a los principales cabecillas de SL, se ha programado para este juicio la visualización de la entrevista que brindó Guzmán y su pareja Elena Iparraguirre a Montesinos.

Publicado en Exitosa Diario el 16 de marzo de 2014

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Miembros de Sendero Luminoso que han cumplido condena seguirán en la cárcel

  • Una petición de prisión preventiva extiende la estancia entre rejas de varios miembros de Sendero Luminoso

Por Jacqueline Fowks

Después de ocho años, el fundador de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán – que en 1980 comenzó 20 años de violencia con rezagos que aún persisten- reapareció en público la mañana de este lunes en un juicio. Junto a él estaban otros acusados miembros del comité central y dos miembros de menor jerarquía de la organización terrorista. El proceso se debe al mayor atentado ocurrido en la capital, un coche-bomba que estalló en julio de 1992 en la calle Tarata, el corazón del distrito residencial y comercial de Miraflores. El caso, sin embargo, parece ser un mecanismo para extender el tiempo en prisión de Osmán Morote, integrante de la cúpula senderista cuya condena concluyó en junio, y de Margie Clavo, quien también iba a quedar en libertad en breve.

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Abimael Guzmán y su esposa Elena Iparaguirre. / Cortesía Poder Judicial
Abimael Guzmán y su esposa Elena Iparaguirre. / Cortesía Poder Judicial
Abimael Guzmán y su esposa Elena Iparaguirre
Cortesía Poder Judicial
El mandato de prisión preventiva dictado este lunes en la Base Naval del Callao para nueve personas afecta en particular a Morote y Clavo pues, del resto, tres tienen sentencias a cadena perpetua y otros a 35 años de privación de libertad. El pasado mes de abril, durante el juicio por una matanza de 104 campesinos en Soras (Ayacucho) en 1984, un tribunal abrió un proceso a Morote con orden de detención, quien en junio concluía su sentencia de 25 años de cárcel.

El juicio que se celebró el año pasado tuvo lugar en medio de un debate de mediana intensidad acerca de la lucha que debían emprender las organizaciones y partidos políticos contra el discurso de los seguidores de Abimael Guzmán y el Movimiento por la Amnistía y los Derechos Fundamentales (Movadef). Este organismo ‘autogenerado’ -en la jerga de Sendero Luminoso- era una organización fachada que pretendió inscribirse como partido político en el Jurado Nacional de Elecciones.

En aquella coyuntura, el Congreso preparó una ley sobre negacionismo –que no incluía las violaciones a los derechos humanos cometidas por las Fuerzas Armadas, sino solo los crímenes cometidos por el grupo terrorista– y otra para realizar seguimiento a los presos de Sendero Luminoso que salieran de la cárcel, estar al tanto de sus actividades e impedir nuevos actos terroristas. Sin embargo, las leyes no llegaron a ser debatidas en el pleno y quedó pendiente el tema de cómo enfrentar políticamente al Movadef, que reclama la amnistía para aquellos que denominan “presos políticos”, un término que causa escozor a quienes los consideran meramente “terroristas”.

El juicio por el caso Tarata se produce tarde, pues se trata del atentado que hizo notar a los limeños, en su propio espacio, la vulnerabilidad y violencia que habían sufrido durante doce años el centro y sur andino a manos del grupo de inspiración marxista-leninista. Durante la audiencia del lunes en la Base Naval, los defensores de los imputados recordaron que ya hubo un juicio contra los autores materiales de la planificación y colocación del cocha bomba. Además, también se realizó otro juicio contra Edmundo Cox Beauzeville, miembro del Comité Central de Sendero Luminoso y responsable de reorganizar la agrupación en Lima tras la caída de Abimael Guzmán en septiembre de 1992. Cox recibió entonces una pena de 35 años y debe salir de prisión en 2028

Uno de los ocho abogados de los miembros de Sendero Luminoso calificó de “absurda” la petición de prisión preventiva para quienes siguen en prisión. Mientras, otros cuestionaron que el fiscal de la Tercera Fiscalía Supraprovincial Penal, Jhonny Soto, indicara como sustento de la petición que los imputados no tenían domicilio y había riesgo de fuga. Los detenidos de la cúpula de Sendero Luminoso purgan su pena en cárceles de alta seguridad, en la Base Naval del Callao, en Canto Grande y en Piedras Gordas, todas en Lima.

Alfredo Crespo, el abogado de Abimael Guzmán y su esposa Elena Iparraguirre, refirió a la prensa que en el caso Tarata no hay prueba de que la cúpula ordenó el atentado. “Fue una decisión del comité zonal centro-Lima; por otro lado, cuando ocurrió Tarata, Morote y Margot Liendo estaban ya en prisión”, ha dicho. Crespo, quien estuvo preso durante once años por pertenecer a Sendero Luminoso, pedía que Morote y Liendo pudieran afrontar el juicio en comparecencia.

A los camarógrafos y fotógrafos se les permitió registrar tan solo diez minutos de las cuatro horas de audiencia, y su ingreso y salida estuvieron controlados por tres policías con armas largas. Otros cuatro vigilantes vestidos de civiles impidieron que los periodistas usaran su celular para tomar fotos o subir contenido en las redes sociales, lo cual daba cuenta de la preocupación de los operadores de justicia acerca de la visibilidad en los medios de comunicación de los miembros de Sendero Luminoso. La prensa pudo ingresar cuando los imputados estaban sentados de espalda al público en la sala, de modo que no se repitieran las imágenes de 2004 del fundador del grupo terrorista con el puño en alto.

Publicado originalmente en El País el 21 de enero de 2014

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Former Shining Path leader ‘Presidente Gonzalo’ faces Peru court

by Dan Collyns

After eight years hidden from the public view, Abimael Guzmán, 79, the one-time Shining Path leader, has appeared in court to face charges for the bombing of an upmarket street in Peru’s capital Lima 22 years ago.

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Abimael Guzmán, founder of Peru's Shining Path, and his wife Elena Iparraguirre, attend the trial in Lima © Reuters
Abimael Guzmán, founder of Peru’s Shining Path, and his wife Elena Iparraguirre, attend the trial in Lima © Reuters
Abimael Guzmán, founder of Peru’s Shining Path, and his
wife Elena Iparraguirre, attend the trial in Lima
© Reuters
Already serving a life sentence, only Guzmán’s grey hair and hunched figure was visible through the bullet-proof glass separating the gallery from the courtroom in the high-security naval base prison in Lima’s port of Callao, where he is held.

Once the most feared man in Peru, Presidente Gonzalo, as he was known to his fanatical followers, unleashed a bloody internecine conflict in which 69,280 people were killed, according to Peru’s truth and reconciliation commission. It concluded that the Shining Path was the main perpetrator.

Far from the defiant fist-waving figure of his last court appearance in 2006, Guzman was a diminished figure who did not turn to face the press and twice declined to address the court.

Also on trial were Guzmán’s wife, Elena Iparraguirre – his one-time second-in-command – and nine other members of the guerrilla group’s leadership, or central committee, including Comrade Artemio, who was captured in 2011 after more than two decades hiding in Peru’s jungle.

In July 1992, about half a tonne of explosives were detonated in two car bombs in Tarata, a narrow one-block street, in the prosperous Miraflores neighbourhood, killing 25 people and injuring more than 150. It was the Shining Path’s single most deadly attack on the capital. Two months later, on 12 September 1992, Guzmán was captured.

Guzmán’s lawyer, Alfredo Crespo, said his client denied the charges: “There isn’t a single piece of evidence that Abimael Guzmán or the central committee gave the order to execute this act in Tarata.”

Crespo, who leads the Shining Path’s successor group Movadef, argued his client was a political prisoner who had accepted the “mistakes, excesses and limitations” of his movement.

State prosecutor Johnny Soto said only the group’s central committee could have given the order to carry out the bombing, given the Shining Path’s hierarchical structure.

“As everyone knows, it was under the command of Abimael Guzmán, ‘Presidente Gonzalo’,” he said.

For orthodox members of the Shining Path, Guzmán is the fourth sword of communism after Marx, Lenin and Mao. According to Guzman’s philosophy, blood was necessary to irrigate the revolution.

The outcome of this trial will be somewhat academic. Guzmán and his wife are already serving life sentences in prison.

Publicado originalmente en The Guardian el 21 de enero de 2014

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Comienza proceso judicial contra la cúpula de Sendero Luminoso por el caso Tarata

  • El Segundo Juzgado Penal Nacional reprogramó para el lunes 20 una audiencia del juicio al líder de Sendero Luminoso por el atentado ocurrido en julio de 1992.

Lima. En esa diligencia, que se desarrollará a las 10:00 horas en la Base Naval del Callao, se evaluará el requerimiento de prisión preventiva para Guzmán, quien cumple una pena de cadena perpetua, y la dirigencia senderista.

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El 16 de julio de 1992, los senderistas hicieron estallar media tonelada de explosivos en la calle Tarata. Murieron 25 personas © Archivo El Comercio
El 16 de julio de 1992, los senderistas hicieron estallar media tonelada de explosivos en la calle Tarata. Murieron 25 personas © Archivo El Comercio
El 16 de julio de 1992, los senderistas hicieron estallar
media tonelada de explosivos en la calle Tarata. Murieron
25 personas © Archivo El Comercio
La decisión fue adoptada por la titular del referido juzgado, Mercedes Caballero García, a solicitud de los abogados de los encausados y con la aprobación del fiscal de la Tercera Fiscalía Supraprovincial Penal, Jhonny Soto.

Fueron notificados, a través de sus abogados, Abimael Guzmán, Elena Iparraguirre, Margie Clavo Peralta, Osmán Morote, Margot Liendo Gil, Óscar Ramírez Durand, Florentino Cerrón Cardoso, Edmundo Cox Beuzeville, Laura Zambrano Padilla, Elizabeth Cárdenas Huayta y Moisés Límaco Huayascachi.

La jueza, luego de escuchar a los abogados de los imputados, quienes alegaron que es derecho de sus defendidos estar presentes en la audiencia y que desean estar presentes, reprogramó para el lunes 20 la diligencia.

En el atentado de Tarata fallecieron 25 personas y 150 quedaron heridas cuando los senderistas hicieron estallar dos choques bomba con 500 kilos de explosivos en la calle Tarata, en el distrito de Miraflores.

Fuente: Agencia Andina

Publicado originalmente en Perú.com, el 15 de Enero de 2014

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Huérfanos de la guerra buscan a sus familiares entre las fosas desenterradas

Según el informe de la CVR, entre 1983 y 1994, los añosde mayor violencia en el distrito de Chungui, 1,384 civiles fueron víctimados por Sendero Luminoso, ronderos y fuerzas de seguridad. La exhumación reciente de 56 restos de comuneros por un equipo forense convocó a hombres y mujeres que cuando niños fueron testigos de la violenta muerte de sus parientes.

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Encuentro. Robin y su esposa Mercedes cargan los restos de su padre
Encuentro. Robin y su esposa Mercedes cargan los restos de su padre
Encuentro. Robin y su esposa Mercedes
cargan los restos de su padre
Los persistentes golpes que imprime Félix Pacheco Casafranca en el alcantilado apenas se escuchan. El eco del pico metálico que usa para perforar la montaña se disuelve en el viento fuerte, que se desplaza por el cañón del río Apurímac. Cuando el Equipo Forense Especializado (EFE) llegó a mediados de noviembre a Huallhua, una aldea de Chungui, Félix Pacheco tenía ya 48 horas buscando entre las rocas los restos de su padre, asesinado en 1984.

“Mis papás habían salido temprano a buscar agua al monte cuando escuchamos disparos, solo recién al caer la noche mi mamá regresó. Ella me contó que los ronderos y militares de la base de Mollebamba mataron a mi papá”, afirma Félix, mientras hace descansar la punta de acero de su herramienta en el hombro. Félix cuenta que el cuerpo de su padre fue enterrado aquella vez por su tío en el desfiladero llamado Artesonpata, pero ahora, transcurridos 29 años, no ubica sus restos. El plan trazado por el EFE no tiene registrada oficialmente esta fosa.

La violencia atrapó a las comunidades y caseríos de Chungui a partir de 1983 cuando Sendero Luminoso instaló allí su bastión para enfrentar a los militares y policías, según el antropólogo Edilberto Jiménez, uno de los investigadores de la CVR.

“Muchos comuneros fueron obligados por Sendero a dejar sus pueblos y vivir en la montaña, en grupos de 30 personas, entre niños, mujeres, ancianos y hombres jóvenes, eran la masa. Los pequeños eran los pioneros, pero a los 12 años pasaban a formar la milicia. Los jóvenes eran la fuerza principal, pero ellos no tenían armas como los militares, por eso no había un enfrentamiento directo”, afirma Jiménez.

NIÑOS QUE FUERON

El viento sopla favorable en Pinto, otro sector de las montañas de Chungui. Allí Robin Quispe Días, de 52 años, busca desde hace tres días la tumba de su padre Sebastián Quispe, asesinado en 1987. Robin Quispe cree que una señal divina se ha materializado para concluir su búsqueda. “Hace 10 años quise cazar un venado y cuando lo seguía, encontré la fosa. Ayer, otro venado me trajo aquí”, comenta Sabino Castro, cuñado de Robin.

Alex Curi, arqueólogo del EFE, escarba la tierra, y el rostro de Robin expresa un gesto doloroso. No solo se ha abierto la tierra, sino la herida que conserva este hombre. Reconoce la cruz que antes lucía en el pecho de su padre y que ahora está adherida a la camisa que cubre las costillas de la osamenta.

Felix Pacheco, pico en mano, explica al Equipo Forense Especializado (EFE) donde estaría la fosa que conserva los restos de su padre asesinado hace 30 años
Felix Pacheco, pico en mano, explica al Equipo Forense Especializado (EFE) donde estaría la fosa que conserva los restos de su padre asesinado hace 30 años
Felix Pacheco, pico en mano, explica al Equipo Forense
Especializado (EFE) donde estaría la fosa que conserva
los restos de su padre asesinado hace 30 años
“Un mes después de que los senderistas nos obligaron a estar en el monte, llegaron los militares. Huíamos por todas partes, pero la explosión de una granada lanzada por ellos mató a mi padre; solo mi esposa mi hija y yo logramos escapar”, recuerda Robin. Al escalar por los cerros para evitar morir asesinada, su esposa Mercedes Castro perdió al bebé que llevaba en su vientre.

Ahora, Mercedes, de 51 años extrae de su manta seis tamales, un bloque de queso una gran bolsa de maíz sancochado, y los comparte con otros mientras la exhumación de su suegro continúa.

Con el aliento recuperado, el arqueólogo coloca el tórax y la pelvis del difunto en una caja, y las extremidades con el cráneo en otra. Robin coloca lo primero en su manta y Mercedes envuelve la caja en la suya. Ambos ascienden hasta el pueblo de Huallhua cargando sobre sus espaldas lo desenterrado.

Otro episodio violento en Chungui lo vivió Valentín Casa Quispe en 1986. Era un niño de 9 años cuando encontró los cuerpos inertes de su madre, hermana y sobrina en un paraje denominado Suyrurupampa. Dos semanas después sería testigo del asesinato de su padre.

“Después de enterrar a mi madre, huimos con mi papá por el monte cuando nos topamos con los ronderos. Yo corrí de la mano de mi papá pero a él lo agarraron. Yo logré saltar hacia un acantilado, y escondido entre la hierba vi a mi padre arrodillado atado de manos, y cómo un rondero le corta de un machetazo la nariz y luego el cuello”, cuenta Valentín.

Sacrificio. La exhumación requiere de fortaleza física de los forenses
Sacrificio. La exhumación requiere de fortaleza física de los forenses
Sacrificio. La exhumación requiere de fortaleza
física de los forenses
Cuando los asesinos partieron, el pequeño Valentín corrió y abrazó el cuerpo aún con vida. “Papay, papay grité llorando, y cuando sus ojos se pusieron blancos se cayó todo”, recuerda.

Comuneros de Huallhua sepultaron a Porfirio Casa Berrocal en un sector llamado Chaquiccmayo. El EFE exhumó los restos óseos de la mamá de Valentín hace dos semanas y exhumarán al de su padre el presente mes.

Valentín apoyó las exhumaciones que el EFE desarrolló en Chungui. Sobre el lomo de sus 10 acémilas se transportaron las osamentas recuperadas a través de las montañas de esta zona, llamada Oreja de Perro.

La violencia dejó en Chungui decenas de niños huérfanos que siguieron huyendo como Félix, Robin y Valentín. Otros como Eugenia Quispe Alarcón fueron ofrecidos a los comuneros de la comunidad de Mollebamba.

Eugenia tenía 7 años cuando ejecutaron a sus hermanas en el caserío de Chaupimayo y a su padre en la base militar de Mollebamba en 1984. Tras esta desgracia, la niña pasó dos años en el monte comiendo hierbas sancochadas y maíz crudo. “Seguía a hombres y mujeres que estaban con sus hijos. Cuando los militares me capturan y me llevan a Mollebamba yo había cumplido 9 “.

 Pérdida. Representación de la muerte del padre de Valentín Casa, realizada por Edilberto Jiménez en su libro "Chungui, dolor sin lágrimas"
Pérdida. Representación de la muerte del padre de Valentín Casa, realizada por Edilberto Jiménez en su libro "Chungui, dolor sin lágrimas"
Pérdida. Representación de la muerte del padre de
Valentín Casa, realizada por Edilberto Jiménez en su libro
“Chungui, dolor sin lágrimas”
Los militares la entregaron a la campesina Lorenza Hurtado Alarcón, quien la obligó a pastar su ganado y servir en su casa. “A mí la señora me maltrataba, me gritaba y siempre comentaba en la comunidad que había recogido a una terruquita”. Un año después, su tío Antonio Quispe Nieve la rescató y la llevó a Andahuaylas.

RAZONES DE LA VIOLENCIA

La antropóloga e investigadora de la universidad inglesa de Cambridge, Nathalie Koc-Menard, quien ha estudiado a profundidad la zona, considera que pocos entienden lo que pasó en Chungui en los años ochenta.

“Al inicio, el proyecto de Sendero caló en varias zonas, porque tras la reforma agraria se crea desigualdades en esta zona. Unos comienzan a tener más ganado y poder en la comunidad, y otros no. Surgen envidias y peleas internas entre los comuneros”, afirma Koc-Menard.

Entre comunidades también se crearon rencillas por los linderos y las tierras, lo que ocasionó disputas, las cuales se manifestaron cuando los militares deciden acabar con la presencia senderista.

“Los ronderos dicen: a mí me matan si no sigo las órdenes del mayor del Ejército. Y la política militar era: estoy con ellos o contra ellos. Ahora, entre militares y ronderos se culpan. No fue una guerra entre dos países, fue una guerra que cruza todo lo que podemos creer de convenciones internacionales”, afirma la antropóloga.

Fosa. Mujeres y niños fueron hallados con signos de haber sido fusilados
Fosa. Mujeres y niños fueron hallados con signos de haber sido fusilados
Fosa. Mujeres y niños fueron hallados con signos
de haber sido fusilados
El tiempo transcurrió desde entonces y la vida de la población de Chungui sigue tan precaria como cuando llegó Sendero con su discurso. Más del 50% de sus habitantes son pobres extremos, no hay carreteras, y solo algunas comunidades tienen suerte de tener un profesor y un colegio, además no tienen luz ni señal telefónica. El Estado y las ONG de derechos humanos han olvidado esta castigada zona. Por ahora, sus pobladores solo piensan en curar las heridas, enterrando con dignidad a sus familiares asesinados.

CLAVES

  • En las diligencias realizadas por el EFE en Chungui, entre noviembre de 2005 y junio de 2013, se recuperaron 166 restos humanos, de los cuales se identificaron 102 y fueron entregados a sus familiares cien cuerpos.
  • A mediados de 2014, el EFE hará entrega de estos restos a sus familiares en la capital del distrito de Chungui. La última expedición forense se realizó entre el 5 y 20 de noviembre último; y se exhumaron 19 fosas, encontrando 56 osamentas, en su mayoría mujeres acompañadas de niños o niñas.
  • En abril de 2011, la ONG Comisión de Derechos Humanos denunció al ex mayor de Infantería del Ejército Pedro Baca Doig, ex jefe militar de Chungui en los ochenta. A inicios de 2013 la Segunda Fiscalía Penal Supraprovincial de Ayacucho lo ha citado para que declare por la masacre en el distrito.

Señal. El trazo en las vértebras del cuello indica que víctimas fueron degolladas
Señal. El trazo en las vértebras del cuello indica que víctimas fueron degolladas
Señal. El trazo en las vértebras del cuello indica que víctimas fueron degolladas

Publicado originalmente en La República, el 5 de diciembre de 2013

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Senderista Osmán Morote no será liberado en junio por proceso del caso Soros

Fotografía de Peru 21

El procurador antiterrorista Julio Galindo informó que los terroristas Osmán Morote Barrionuevo y Margot Lourdes Liendo Gil no saldrán en libertad en junio de este año por cumplimiento de condena, tal como estaba previsto.

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© Peru 21© Peru 21Galindo explicó que esta prolongación del encarcelamiento de ambos senderistas será posible porque el Segundo Juzgado Penal Nacional dictó para ambos orden de detención preliminar por el caso Soras.

El procurador precisó además que el referido tribunal, presidido por la jueza Janet Lastra, abrió instrucción contra Morote Barrionuevo, Liendo Gil y otros mandos subversivos como autores mediatos de los delitos de terrorismo y asesinato.

Ambos cumplirán en junio 25 años de prisión por pertenecer al Comité Central de Sendero Luminoso, lo que les permitía recuperar su libertad. Sin embargo, al haberse iniciado un nuevo proceso contra ellos, los dos continuarán detenidos hasta que este culmine y se dicte, a su vez, una nueva sentencia.

El 16 de julio de 1984 más de cien personas de la comunidad campesina de Soras fueron asesinadas por columnas de Sendero Luminoso, al mando de Víctor Quispe Palomino.

CLAVES

Osmán Morote Barrionuevo fue capturado el 11 de junio de 1988.

A la cúpula de Sendero, incluido Morote, se le impuso pagar una reparación civil de S/. 3.700 millones. Para no pagar y salir libre, él se había declarado indigente.

Publicado en La República el 2 de abril de 2013

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CASO SORAS: Próxima semana se abrirá proceso contra terroristas de SL por matanza

El Fiscal de la Nación, José Peláez Bardales, anunció que la próxima semana debe estar abriéndose un nuevo proceso contra los altos mandos terroristas de Sendero Luminoso, por el asesinato de 104 campesinos en la localidad de Soras, Ayacucho, ocurrido el 16 de julio de 1984.

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© La Mula© La Mula“Cuando nosotros fuimos en noviembre a entregar los restos a los deudos, la fiscal provincial de la zona formuló la denuncia correspondiente ante el juzgado penal de esa localidad contra la dirigencia de Sendero Luminoso, entre ellos Abimael Guzmán y toda la cúpula y también Osmán Morote”, recordó en el programa No Hay Derecho de Ideeleradio.

“Esa denuncia ya está en manos del Poder Judicial y tenemos conocimiento que se estaría aperturando proceso ya contra la cúpula de Sendero Luminoso por estos hechos que fueron execrables realmente, porque mataron mucha gente inocente que no tenía ninguna participación en los sucesos que protagonizó Sendero Luminoso”, acotó.

Como se recuerda, el 16 de julio 1984, un grupo senderista vestidos de policías abordaron con engaños un bus de la empresa Expreso Cabanino que realizaba su recorrido de Lima hacia el sur de Ayacucho. En el trayecto ingresaron a diversos distritos, entre ellos Soras, y aniquilaron a más de 100 personas entre hombres, mujeres y niños que fueron enterrados en fosas comunes.

Publicado en Ideele Radio el 22 de febrero de 2013

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Trial Reports

¿Por qué endulzamos el recuerdo de Belaúnde?

Por Wilfredo Ardito Vega *

8 de setiembre de 2012

Todos los años, cuando les pregunto a mis alumnos en la universidad durante qué gobierno se cometieron las mayores violaciones a los derechos humanos, me responden lo mismo: en el de Fujimori… y se quedan sorprendidos cuando se enteran que fue en el gobierno de Belaúnde.

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© Vera LentzNo hay que culparlos de su ignorancia. Mientras Fujimori está preso por su responsabilidad como autor mediato en diversos crímenes, Belaúnde es oficialmente recordado como un presidente democrático. Llevan su nombre una importante carretera en la selva, un auditorio del Congreso de la República y diversos colegios. En estos días, debido a que el 7 de octubre se cumple el centenario de su nacimiento, el Congreso ha convocado a un concurso escolar para celebrar su legado, además de programar un calendario de actividades protocolares.

Si algún estudiante (y al parecer algún congresista) quisiera saber más sobre Belaúnde, debería darse un salto por la majestuosa Casa Rímac, ubicada en el jirón Junín, precisamente frente a uno de los locales del Congreso. En este restaurado local se exhibe, en el marco de la I Bienal de Fotografía, la exposición No se Puede Mirar, que reúne cientos de imágenes que Vera Lentz captó durante los años del conflicto armado.

Las imágenes muestran con crudeza los crímenes que cometían los senderistas, pero también reflejan la extrema violencia que ejercían las fuerzas del orden sobre la población civil, especialmente sobre los campesinos ayacuchanos.

Por ejemplo, se expone fotos de la masacre de Soccos, en la cual un grupo de policías irrumpió en una celebración de pedida de mano y asesinó a decenas de personas inocentes. En una fotografía aparece el cuerpo de una campesina asesinada debido a que se atrevió a denunciar lo ocurrido.

¿Era Belaúnde responsable de estas atrocidades? Con seguridad, no dispuso que se cometieran estos crímenes, pero los autores se comportaron con tal ensañamiento que demostraron estar convencidos que no serían castigados. Años después, el gobierno se encargaría de dar protección legal a todos los militares acusados de violar los derechos humanos, convirtiendo torturas, desapariciones y ejecuciones extrajudiciales en simples “delitos de función” que implicaban penas mínimas.

Durante el gobierno de Belaúnde, las violaciones a los derechos humanos se produjeron de manera sistemática e indiscriminada. Ya desde 1981, los sinchis, el cuerpo especial de la policía, violaba a las mujeres (una fotografía de Vera Lentz muestra a una de las víctimas con su hija, ahora adolescente). En Huaychao, un grupo de pastores evangélicos, que predicaba que los senderistas seguían los mandatos del demonio, fue asesinado. En masacres como Putis, los campesinos fueron obligados a cavar su propia tumba, señalándoles que sería para una piscigranja. En Umasi, las víctimas fueron decenas de escolares secuestrados por los senderistas y los militares violaron a las niñas antes de matarlas. Gracias a la protección legal que otorgó el gobierno, todos estos crímenes están impunes.

“Súbitamente”, recuerda un amigo de Huanta “las señoras que llegaban los domingos a vender al mercado empezaron a llegar todas de negro. Así de niño comprendí que habían matado a sus familiares”.

El Perú tuvo durante el gobierno de Belaúnde, el trágico primer lugar en desaparecidos a nivel mundial, superando a Guatemala, Irán o China. Sin embargo, pese al clamor internacional, el democrático presidente se jactaba de que arrojaba “al tacho de basura” las cartas de Amnistía Internacional, hablando como si fuera un dictador irracional.

Resulta además interesante que en 1983, cuando se extienden las primeras noticias sobre violaciones masivas de derechos humanos en Ayacucho, se produce el famoso asesinato de los nueve periodistas y su guía en la comunidad de Uchuraccay. La muerte es atribuida a la confusión de los propios comuneros, que habrían pensado, por alguna extraña razón, que los periodistas eran terroristas, pero a raíz de este hecho, nunca más los periodistas se atrevieron a recorrer la zona. La masacre, por lo tanto, resultó funcional a una estrategia contrainsurgente que no quería testigos incómodos. Y aún para quienes se quedaban en las ciudades, la situación era arriesgada: Jaime Ayala, corresponsal de La República en Huanta, desapareció en las instalaciones militares de dicha ciudad.

En otra de las fotos de Vera Lentz se muestra una exposición fotográfica, realizada por la Municipalidad de Ayacucho con imágenes de los desaparecidos a los que sus familiares buscaban… La exposición fue realizada en 1985 y mostraba las fotos de las personas desaparecidas en los primeros meses de ese mismo año.

Con estos antecedentes, parece increíble que a mis alumnos les digan en sus casas que Belaúnde fue un gobernante débil, que no reaccionó con firmeza frente al terrorismo, pues, en su gran ingenuidad, habría confundido a los terroristas con abigeos.

A mi modo de ver, la imagen edulcorada de Belaúnde es parte de un proceso en que los peruanos tuvimos la intención evidente de olvidar el periodo de la violencia política, así como de reconstruir una manera de percibirla que no nos molestara.

Mi impresión es que después de la captura de Abimael Guzmán, líder del grupo terrorista Sendero Luminoso, la sociedad peruana hizo un pacto colectivo de olvido, para no pensar en lo que había ocurrido durante esos terribles años. Era comprensible que muchos limeños quisieran olvidar los crímenes cometidos por los senderistas, por todo el sufrimiento que habían causado. Hacia 1992 el Perú parecía un país inviable, donde no había futuro ni esperanza. Recuerdo que en 1994, a dos años de la mencionada captura, ya muchas personas hablaban de la “época del terrorismo” como si se refirieran al tiempo de los virreyes.

Sin embargo, ese pacto de olvido tenía muchos beneficiarios: en primer lugar, quienes cometieron crímenes desde el Estado. Se repitió que habían sido “necesarios para derrotar al terrorismo”, aunque ni Soccos, Umasi, Putis o las demás masacres de los años ochenta, ni las ejecuciones del Frontón ni los crímenes del Grupo Colina tuvieron ningún impacto en la derrota de los terroristas. Es más, las masacres de Ayacucho deslegitimaron totalmente al Estado, que se comportó como un sanguinario ejército de ocupación.

Otros grandes beneficiarios del pacto del olvido fueron los partidos políticos, comenzando por Acción Popular, que reivindica la gesta de su fundador como impulsor de la democracia en tiempos del General Odría. En aquellos años, Belaúnde era considerado revolucionario o hasta “comunista”. Curiosamente, pese a que sus dos gobiernos concluyeron en medio del más profundo descrédito, muchos jóvenes ahora creen que fueron gestiones exitosas.

Ahora bien, precisamente remontarse al primer gobierno nos permite comprender mejor las contradicciones de Belaúnde: en los años sesenta, los matsés o mayorunas, un grupo indígena en la selva amazónica, fueron bombardeados por la Fuerza Aérea como parte del proceso de colonización que Belaúnde impulsaba. ¿Cómo así se permitió este crimen? Yo creo que para Belaúnde los nativos amazónicos no eran ciudadanos peruanos o al menos no en la misma categoría que su aristocrático entorno familiar. Bajo esta misma lógica, Belaúnde pudo avalar la muerte de miles de campesinos, aunque no estuvieran involucrados en ningún hecho de violencia. Era el precio que había que pagar para garantizar que subsistiera el régimen democrático. De esta manera, el régimen de Belaúnde era en realidad un régimen dual, como lo fue el de Sudáfrica: democrático para unos, pero autoritario y violento para otros, cuya vida no valía nada, fueran mujeres, niños o ancianos.

Ahora bien, yo creo que el pacto del olvido es exitoso porque beneficia también a los cómplices de Belaúnde, es decir todos los peruanos que durante su gobierno guardaron silencio, prefirieron mirar a otro lado o fueron indiferentes frente a los crímenes… Cuando se insiste en que Belaúnde “no sabía nada”, es una forma de decir que uno “tampoco sabía”, lo cual en realidad resulta imposible.

Para un grupo de personas, inclusive, las noticias de la violencia, según revela Jorge Bruce, eran percibidas con una secreta satisfacción, porque los cholos se estaban matando entre ellos y, si desaparecían, podrían vivir en un país mejor.

Como sucede con los tabúes existentes en las familias, este pacto de silencio buscaba evitar confrontarse con situaciones dolorosas, que no solamente reflejan responsabilidades, sino también complicidades… y aunque los buenos limeños que prefieren olvidar los crímenes de Belaúnde no mataron a nadie, su complicidad encarna un problema que todavía existe: el racismo que les permitía pensar que la vida de sus compatriotas no valía nada.

Este racismo permitió que se cometieran crímenes tan terribles hacia quienes eran percibidos como inferiores. Con todo el horror cometido por las dictaduras en Argentina y Chile, éstas se caracterizaban por una política selectiva, donde se secuestraba y torturaba a las personas por sus ideas políticas. En los tiempos de Belaúnde simplemente se actuaba de manera indiscriminada, sin tomar en cuenta más que los rasgos físicos. Esto es lo que explica la muerte de bebés y niños pequeños, lo que ni siquiera hacían los militares argentinos, pero sí los nazis. De hecho, los militares ni siquiera podían entender a muchas de las víctimas, porque no hablaban quechua.

Existe un dato adicional: las mismas masacres indiscriminadas que se produjeron en Ayacucho ocurrieron en aquellos años lejos del Perú, en Guatemala, con el mismo ensañamiento y crueldad. ¿Por qué en Ayacucho y el Quiché dos ejércitos diferentes llevaron a cabo la misma táctica de “tierra arrasada”?

Al parecer, existía una coincidencia porque el ejército guatemalteco y el peruano seguían los lineamientos de la Escuela de las Américas, a lo cual se suma el terrible racismo que existía en los dos países.

Años después, Fujimori terminaría siendo víctima de su propio discurso autoritario, y el mismo quiso considerarse representante de la “mano dura”, mientras Belaúnde pasaba al olvido. En el fondo, la percepción de Belaúnde es un poco la percepción que tenemos de nosotros mismos: es mejor pasar por un ignorante que por cómplice de un genocidio.

Este año, el 7 de octubre, centenario del nacimiento de Belaúnde, será una fecha crucial para ubicarnos frente al pacto del olvido y la impunidad. En mi opinión, exigir justicia para las víctimas de su gobierno es una obligación de quienes queremos una sociedad mejor. Para ello la sociedad peruana tendría que aprender a ser menos racista, tendría que ver a los campesinos como seres humanos y tendría que aceptar que su sufrimiento no es aceptable. ¿Será posible que lleguemos a tanto?

* Abogado y escritor peruano. Activista en derechos humanos y en la lucha contra el racismo en el Perú. Magister en Derecho Internacional de los Derechos Humanos y Doctor en Derecho. Profesor en diversas universidades. Ha trabajado con población indígena en Guatemala y Perú. Autor de la novela El Nuevo Mundo de Almudena, de diversos libros sobre racismo y discriminación, así como del blog Reflexiones Peruanas. Este artículo fue originalmente publicado en la revista Manicomio Suyay, que dirige Juio Martín Meza Díaz.

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News Reports on Transitional Justice in Peru

Exhumación e identificación de cuerpos victimados por Sendero Luminoso y las Fuerzas Armadas en 1984

Fiscalía entregó 17 cuerpos de campesinos asesinados por el terrorismo en 1984

Por Elías Navarro

  • Dolor. Los sobrevivientes colaboraron con la Fiscalía en la identificación de los cadáveres.
  • Ayacucho. El primer caso es la masacre en Cabanito, distrito de Soras, provincia de Sucre. El segundo corresponde a una matanza en el distrito de Llochegua.

La Fiscalía de Derechos Humanos entregó a los familiares los 17 cuerpos exhumados de tres lugares en la región Ayacucho. En estos lugares las víctimas fueron sepultadas clandestinamente tras ser asesinadas brutalmente por Sendero Luminoso en 1984. Los cadáveres fueron exhumados luego de 28 años de varias fosas comunes por peritos del Equipo Forense Especializado el Ministerio Público de Ayacucho. Luego se realizó el trabajo de identificación de los cuerpos en laboratorio, con la colaboración de los familiares.

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Imagen del Proyecto "Un día en la memoria" de Mauricio Delgado: http://www.undiaenlamemoria.blogspot.comImagen del Proyecto “Un día en la memoria” de Mauricio DelgadoDurante el acto de entrega algunos no pudieron soportar el llanto y pidieron a las autoridades mayor celeridad en las investigaciones para que los responsables de estos crímenes sean identificados y sancionados ejemplarmente.

El primer caso corresponde a la masacre ocurrida en Cabanito-Doce Corral, por los senderistas, en el distrito de Soras provincia de Sucre.

De acuerdo con la denuncia que investiga la fiscal Cristina Olazábal Ochoa, el 16 de junio de 1984 unos 40 terroristas al mando del “camarada José” abordaron un bus de la empresa de transportes Cabanino, haciendo un recorrido con paradas sucesivas con la finalidad de asesinar a pobladores, líderes locales y autoridades de 25 comunidades de la Cuenca del Río Chicha, en un acto de venganza por la organización de dichas comunidades en comités de Auto Defensa (CAD) para enfrentarse a Sendero Luminoso.

Los subversivos buscaron la mejor forma de despistar a quienes serían sus víctimas: vestidos de soldados y policías subieron al bus interprovincial de la empresa de transportes Expreso Cabanino que siempre recorría los lunes esta zona del sur de Ayacucho, procedente de Lima por la ruta de Nazca.

La matanza se perpetró en los parajes y anexos de Chalapuquio, Badopampa, Doce Corral, Chaupihuasi, Palachapampa, Rayrosapampa, la capital del Distrito de Soras y Tranca; en las provincias de Lucanas y Sucre, Ayacucho. La Comisión de Derechos Humanos-Comisedh ha asumido la defensa legal del caso denominado Cabanino.

Mientras otros asesinaban indistintamente, otro grupo reunió a los comuneros en un ambiente del centro educativo de Chaupihuasi donde asesinaron a unas ocho personas.

De este caso, los peritos lograron identificar los restos de once personas exhumados en junio del 2011. Los cadáveres fueron trasladados a la plaza de armas de la ciudad de Huamanga donde se ofreció una misa de honras en la Iglesia San Francisco de Paula, y luego llevó el velatorio en los ambientes de la Municipalidad Provincial de Huamanga. Ayer los enterraron.

EL CASO MAYAPO

Dolor. Los sobrevivientes colaboraron con la Fiscalía en la identificación de los cadáveresDolor. Los sobrevivientes colaboraron con la Fiscalía en la identificación de los cadáveresEl segundo caso se trata de la masacre perpetrada por militares en la localidad de Mayapo, en el distrito de Llochegua, provincia ayacuchana de Huanta el 5 de julio de 1984.

De acuerdo con testigos, una patrulla de militares llegó a las 8 am al pueblo de Mayapo y luego reunieron a los pobladores, escogieron a ocho personas para llevarlas detrás de la escuela, les hicieron cavar su propia tumba y les dispararon.

“Después de 28 años pude ver los restos de mi padre Constantino Oré Barboza, quien en ese entonces era gobernador”, dijo Yevgeny Oré Lamilla.

De este caso, solo cuatro cuerpos se exhumaron. Los de Rodrigo Gutiérrez Sinchitullo, Jorge David Barboza Araujo y Víctor Velazquez Cisneros. El tercero es de Niño Yucay, del distrito de Ayacucho, provincia de Huamanga. De este lugar se exhumaron dos cadáveres.

Algunas Víctimas

  1. Carmina Lila Cirila Huachaca Huamaní
  2. Felipe Jorge Santaria
  3. María Magdalena Pusari Ventura
  4. Froilán Florencio Santaria Huamaní
  5. Toribia Huamaní Mayo
  6. Hilario Santaria Molina
  7. Eusebio Santaria Huamaní
  8. Pablo Huamaní Canales
  9. Gabriel Francisco Sotelo Huarcaya
  10. Gregorio Huamán Basilio
  11. Ricardo Alarcón Huarcaya

Publicado en el diario La República, Domingo 10 de junio de 2012