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News Reports on Transitional Justice in Peru

Galería: Las prendas que son testimonio de la violencia en Los Cabitos

  • En la Defensoría del Pueblo se exhiben las prendas de 50 personas exhumadas en un terreno cerca al cuartel Los Cabitos, lugar donde se torturó y asesinó a presuntos terroristas. Los encargados de la muestra afirman que la inacción por parte del Estado dificulta el proceso de reconciliación y reparación.

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Las prendas lucen llenas de tierra, la misma en la que tuvieron que cavar para enterrarse vivos miles de ayacuchanos. La ropa, incluidas chompas y pantalones de niños, también presentan marcas de quemadura debido a que en muchos casos los militares incineraron a las personas que llegaban al cuartel de Los Cabitos. Después de 30 años, los familiares de las víctimas podrán reconocer, mediante una exhibición de estas vestimentas en la Defensoría del Pueblo; pertenecientes a 50 personas exhumadas en el terreno de La Hoyada cerca del cuartel, a sus seres queridos desaparecidos desde 1983, en el contexto del conflicto armado interno (1980-2000).

Lea también: Se cumplen 11 años del informe de la CVR en medio del silencio del Gobierno

LA EXHIBICIÓN

La exhibición se llevará a cabo del 9 al 15 de septiembre, desde las 9 de la mañana hasta las 5 de la tarde. / Diego MirandaLa exhibición se llevará a cabo del 9 al 15 de septiembre,
desde las 9 de la mañana hasta las 5 de la tarde.
© Diego Miranda
La diligencia tiene la finalidad de contribuir a la identificación de las personas desaparecidas en la época del conflicto armado interno, cuyos restos fueron exhumados entre 2005 y 2009, en la zona conocida como La Hoyada, adyacente al Cuartel Los Cabitos, en Huamanga, Ayacucho. Muchas personas asisten con la esperanza de reconocer algunas de las prendas pertenecientes a sus familiares desaparecidos.”Pero, a pesar de que puedan reconocer las ropas de algún familiar, en muchos casos los militares hacían que los reclusos se las intercambiaran para evitar su identificación”, afirmó el fiscal del caso Víctor Cubas Villanueva, coordinador de la Primera Fiscalía Superior Penal.

“La idea es que las personas se acerquen y reconozcan algunas prendas de vestir de sus familiares. Para verificar la identidad se les tomaría muestras de sangre o saliva para hacer exámenes de ADN”, precisó Cubas.

En el transcurso de los años de 2005 y 2009 se encontraron los restos de al menos 109 personas. De ellos, 54 cuerpos estaban completos y llevaban ataduras en las manos, vendas en la cabeza y la evidencia en sus cuerpos de que fueron severamente torturados antes de morir. Los restos fueron depositados en fosas clandestinas, hasta el momento sólo cuatro individuos han sido identificados.

FALTA DE POLÍTICAS

Cubas informó que el Ministerio Público trabaja con un universo de 15.000 personas desaparecidas y se han logrado recuperar tres mil cuerpos, de ellos el 50% han sido identificados y la mayoría entregados a los familiares de las víctimas, pero indicó que la falta de políticas para una búsqueda intensiva podrían demorar el proceso “casi 60 años”.

La representante de la Defensoría del Pueblo, Marlene Román, afirmó que encontrar culpables directos de las torturas y asesinatos extrajudiciales cometidas en Los Cabitos se dificulta debido a que las Fuerzas Armadas no brindan los informes, ni los nombres de los militares encargados del cuartel en los años de violencia. “Lo que nos dicen es que todos los archivos son quemados cada 10 años”, detalló Román.

Cubas también señaló que la falta de cooperación de las Fuerzas Militares se debería a conflicto de intereses pues el presidente Ollanta Humala estuvo relacionado con el caso Madre Mía, en el que se le acuso de haber cometido una serie de abusos, tortura y asesinato contra la población en 1992, cuando era conocido como el ‘Capitán Carlos’ .

PROYECTO DE LEY

El Estado sólo destina 10.000 soles para indemnizar los familiares de las víctimas asesinadas y desaparecidas por el conflicto armado interno, es por esta razón que la Defensoría del Pueblo envío un proyecto de ley al Ministerio de Justicia en mayo, en el que se pide incrementar el monto de las reparaciones, indica Román. La propuesta legal también exige una política que implemente más fiscales, ayuda psicológica para los afectados y equipo forense para poder encontrar los cadáveres de los desaparecidos durante los años de violencia en el país. Hasta la fecha no hay respuesta del Gobierno.

El fiscal Cubas advirtió que existe una falta de voluntad política para trabajar en el avance de las exhumaciones y las judicializaciones de los casos.

La Defensoría del Pueblo pide al Gobierno una mayor cooperación para realizar las exhumaciones y dar con los culpables de los asesinatos y torturas © Diego MirandaLa Defensoría del Pueblo pide al Gobierno una mayor cooperación para realizar
las exhumaciones y dar con los culpables de los asesinatos y torturas © Diego Miranda

Como consecuencia de las excavaciones practicadas en los alrededores del cuartel Los Cabitos, fueron recuperados restos humados y prendas de 54 individuos ® Diego Miranda
Como consecuencia de las excavaciones practicadas en los alrededores del cuartel Los Cabitos, fueron recuperados restos humados y prendas de 54 individuos ® Diego Miranda
Como consecuencia de las excavaciones practicadas en los alrededores del cuartel Los Cabitos,
fueron recuperados restos humados y prendas de 54 individuos ® Diego Miranda

Se localizaron 58 fosas ® Diego MirandaSe localizaron 58 fosas ® Diego Miranda

Entre los años 2002 y abril de 2013, el Equipo Forense Especializado del Instituto de Medicina Legal ha llevado a cabo aproximadamente 495 exhumaciones © Diego MirandaEntre los años 2002 y abril de 2013, el Equipo Forense Especializado del Instituto de Medicina Legal
ha llevado a cabo aproximadamente 495 exhumaciones © Diego Miranda

Las prendas también serán exhibidas en el Centro Cultural de la Universidad de Huamanga y luego por el interior de Ayacucho © Diego MirandaLas prendas también serán exhibidas en el Centro Cultural de la Universidad de Huamanga y luego
por el interior de Ayacucho © Diego Miranda

 

La exhibición se realizará entre los días 9 y 15 de septiembre, desde las 9 de la mañana hasta las 5 de la tarde © Diego Miranda
La exhibición se realizará entre los días 9 y 15 de septiembre, desde las 9 de la mañana hasta las 5 de la tarde © Diego Miranda
La exhibición se realizará entre los días 9 y 15 de septiembre, desde las 9 de la mañana
hasta las 5 de la tarde © Diego Miranda

 

La exhibición se lleva a cabo en la Defensoría del Pueblo, las víctimas suelen acordarse del cuartel Los Cabitos como el infierno © Diego Miranda
La exhibición se lleva a cabo en la Defensoría del Pueblo, las víctimas suelen acordarse del cuartel Los Cabitos como el infierno © Diego Miranda
La exhibición se lleva a cabo en la Defensoría del Pueblo, las víctimas suelen acordarse del cuartel
Los Cabitos como el infierno © Diego Miranda

Autoridad fiscal se hizo presente en la exhibición © Diego Miranda.
Autoridad fiscal se hizo presente en la exhibición © Diego Miranda.
Autoridad fiscal se hizo presente en la exhibición © Diego Miranda.

Las prendas pertenecen a 50 cadaveres exhumadas © Diego MirandaLas prendas pertenecen a 50 cadaveres exhumadas © Diego Miranda

Publicado en Tempus Noticias, el 10 de septiembre de 2014

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Galería: Las prendas que son testimonio de la violencia en Los Cabitos

  • En la Defensoría del Pueblo se exhiben las prendas de 50 personas exhumadas en un terreno cerca al cuartel Los Cabitos, lugar donde se torturó y asesinó a presuntos terroristas. Los encargados de la muestra afirman que la inacción por parte del Estado dificulta el proceso de reconciliación y reparación.

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Las prendas lucen llenas de tierra, la misma en la que tuvieron que cavar para enterrarse vivos miles de ayacuchanos. La ropa, incluidas chompas y pantalones de niños, también presentan marcas de quemadura debido a que en muchos casos los militares incineraron a las personas que llegaban al cuartel de Los Cabitos. Después de 30 años, los familiares de las víctimas podrán reconocer, mediante una exhibición de estas vestimentas en la Defensoría del Pueblo; pertenecientes a 50 personas exhumadas en el terreno de La Hoyada cerca del cuartel, a sus seres queridos desaparecidos desde 1983, en el contexto del conflicto armado interno (1980-2000).

Lea también: Se cumplen 11 años del informe de la CVR en medio del silencio del Gobierno

LA EXHIBICIÓN

La exhibición se llevará a cabo del 9 al 15 de septiembre, desde las 9 de la mañana hasta las 5 de la tarde. / Diego MirandaLa exhibición se llevará a cabo del 9 al 15 de septiembre,
desde las 9 de la mañana hasta las 5 de la tarde.
© Diego Miranda
La diligencia tiene la finalidad de contribuir a la identificación de las personas desaparecidas en la época del conflicto armado interno, cuyos restos fueron exhumados entre 2005 y 2009, en la zona conocida como La Hoyada, adyacente al Cuartel Los Cabitos, en Huamanga, Ayacucho. Muchas personas asisten con la esperanza de reconocer algunas de las prendas pertenecientes a sus familiares desaparecidos.”Pero, a pesar de que puedan reconocer las ropas de algún familiar, en muchos casos los militares hacían que los reclusos se las intercambiaran para evitar su identificación”, afirmó el fiscal del caso Víctor Cubas Villanueva, coordinador de la Primera Fiscalía Superior Penal.

“La idea es que las personas se acerquen y reconozcan algunas prendas de vestir de sus familiares. Para verificar la identidad se les tomaría muestras de sangre o saliva para hacer exámenes de ADN”, precisó Cubas.

En el transcurso de los años de 2005 y 2009 se encontraron los restos de al menos 109 personas. De ellos, 54 cuerpos estaban completos y llevaban ataduras en las manos, vendas en la cabeza y la evidencia en sus cuerpos de que fueron severamente torturados antes de morir. Los restos fueron depositados en fosas clandestinas, hasta el momento sólo cuatro individuos han sido identificados.

FALTA DE POLÍTICAS

Cubas informó que el Ministerio Público trabaja con un universo de 15.000 personas desaparecidas y se han logrado recuperar tres mil cuerpos, de ellos el 50% han sido identificados y la mayoría entregados a los familiares de las víctimas, pero indicó que la falta de políticas para una búsqueda intensiva podrían demorar el proceso “casi 60 años”.

La representante de la Defensoría del Pueblo, Marlene Román, afirmó que encontrar culpables directos de las torturas y asesinatos extrajudiciales cometidas en Los Cabitos se dificulta debido a que las Fuerzas Armadas no brindan los informes, ni los nombres de los militares encargados del cuartel en los años de violencia. “Lo que nos dicen es que todos los archivos son quemados cada 10 años”, detalló Román.

Cubas también señaló que la falta de cooperación de las Fuerzas Militares se debería a conflicto de intereses pues el presidente Ollanta Humala estuvo relacionado con el caso Madre Mía, en el que se le acuso de haber cometido una serie de abusos, tortura y asesinato contra la población en 1992, cuando era conocido como el ‘Capitán Carlos’ .

PROYECTO DE LEY

El Estado sólo destina 10.000 soles para indemnizar los familiares de las víctimas asesinadas y desaparecidas por el conflicto armado interno, es por esta razón que la Defensoría del Pueblo envío un proyecto de ley al Ministerio de Justicia en mayo, en el que se pide incrementar el monto de las reparaciones, indica Román. La propuesta legal también exige una política que implemente más fiscales, ayuda psicológica para los afectados y equipo forense para poder encontrar los cadáveres de los desaparecidos durante los años de violencia en el país. Hasta la fecha no hay respuesta del Gobierno.

El fiscal Cubas advirtió que existe una falta de voluntad política para trabajar en el avance de las exhumaciones y las judicializaciones de los casos.

La Defensoría del Pueblo pide al Gobierno una mayor cooperación para realizar las exhumaciones y dar con los culpables de los asesinatos y torturas © Diego MirandaLa Defensoría del Pueblo pide al Gobierno una mayor cooperación para realizar
las exhumaciones y dar con los culpables de los asesinatos y torturas © Diego Miranda

Como consecuencia de las excavaciones practicadas en los alrededores del cuartel Los Cabitos, fueron recuperados restos humados y prendas de 54 individuos ® Diego Miranda
Como consecuencia de las excavaciones practicadas en los alrededores del cuartel Los Cabitos, fueron recuperados restos humados y prendas de 54 individuos ® Diego Miranda
Como consecuencia de las excavaciones practicadas en los alrededores del cuartel Los Cabitos,
fueron recuperados restos humados y prendas de 54 individuos ® Diego Miranda

Se localizaron 58 fosas ® Diego MirandaSe localizaron 58 fosas ® Diego Miranda

Entre los años 2002 y abril de 2013, el Equipo Forense Especializado del Instituto de Medicina Legal ha llevado a cabo aproximadamente 495 exhumaciones © Diego MirandaEntre los años 2002 y abril de 2013, el Equipo Forense Especializado del Instituto de Medicina Legal
ha llevado a cabo aproximadamente 495 exhumaciones © Diego Miranda

Las prendas también serán exhibidas en el Centro Cultural de la Universidad de Huamanga y luego por el interior de Ayacucho © Diego MirandaLas prendas también serán exhibidas en el Centro Cultural de la Universidad de Huamanga y luego
por el interior de Ayacucho © Diego Miranda

 

La exhibición se realizará entre los días 9 y 15 de septiembre, desde las 9 de la mañana hasta las 5 de la tarde © Diego Miranda
La exhibición se realizará entre los días 9 y 15 de septiembre, desde las 9 de la mañana hasta las 5 de la tarde © Diego Miranda
La exhibición se realizará entre los días 9 y 15 de septiembre, desde las 9 de la mañana
hasta las 5 de la tarde © Diego Miranda

 

La exhibición se lleva a cabo en la Defensoría del Pueblo, las víctimas suelen acordarse del cuartel Los Cabitos como el infierno © Diego Miranda
La exhibición se lleva a cabo en la Defensoría del Pueblo, las víctimas suelen acordarse del cuartel Los Cabitos como el infierno © Diego Miranda
La exhibición se lleva a cabo en la Defensoría del Pueblo, las víctimas suelen acordarse del cuartel
Los Cabitos como el infierno © Diego Miranda

Autoridad fiscal se hizo presente en la exhibición © Diego Miranda.
Autoridad fiscal se hizo presente en la exhibición © Diego Miranda.
Autoridad fiscal se hizo presente en la exhibición © Diego Miranda.

Las prendas pertenecen a 50 cadaveres exhumadas © Diego MirandaLas prendas pertenecen a 50 cadaveres exhumadas © Diego Miranda

Publicado en Tempus Noticias, el 10 de septiembre de 2014

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El Cuartel Los Cabitos Hoy/ada

Por Rocío Silva Santisteban
Secretaria Ejecutiva, Coordinadora Nacional de Derechos Humanos

“Parecía increíble lo que nos contaron las mamitas de ANFASEP durante las gestiones de las audiencias de la CVR en Ayacucho: la existencia de un horno en la zona del cuartel Los Cabitos” comentó José Coronel, ex director de la CVR-Ayacucho, en la presentación del libro Cuartel Los Cabitos: lugar de horror y muerte, publicado por APRODEH, “pero cuando se produjeron las exhumaciones y nos dimos cuenta de que, en efecto, muchos de los cadáveres habían sido incinerados para no dejar huella tuvimos que confirmar esa historia”.

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La Hoyada - Huamanga © archivo rightsperu.net
La Hoyada – Huamanga © archivo rightsperu.net
La Hoyada – Huamanga © archivo rightsperu.netEn nuestro país existió un campo de exterminio: una versión criolla de los “lager” nazis. En ese cuartel Los Cabitos, los soldados aprendían a torturar, a enterrar a los supuestos terrucos hasta la cabeza y amenazarlos, a introducirles clavos en las orejas, a violar a las mujeres y niñas, a colgar a los sospechosos de los antebrazos (Jaime Urrutia lo puede atestiguar), a “tinearlos” y realizar otros tipos de torturas.

Cuando Wilfredo Mori decide incinerar los cadáveres en 1985, al parecer había ya más de 500 enterrados. En el 2005 cuando se empezaron a realizar las exhumaciones, el general Clemente Noel negó la existencia del horno y de los cadáveres. “Serán de carneros”, dijo. En el 2011 el Instituto de Medicina Legal pudo ubicar restos óseos de hombres, mujeres y ¡¡niños!!, incluso con sus prendas de vestir, muchos de ellos con orificios de bala en la parte posterior del cráneo, un total de 109 personas. Pero además se encontró el horno, los tubos galvanizados, los conductos del gas y restos óseos quemados junto con cauchos y ladrillos. ¿Cuántos cadáveres habrán desaparecido de esa manera?

Hoy podemos decir con absoluta certeza, gracias a las investigaciones de fiscales valientes como Carmen Luz Ibáñez y al proceso que se está desarrollando en la Sala Penal Nacional, que el Cuartel Los Cabitos fue un centro de clandestino de reclusión, torturas, violaciones sexuales, ejecuciones extrajudiciales y desaparición forzada de personas. Uno de los que desaparecieron en él fue Arquímedes Ascarza Mendoza, hijo de “mama Angélica”, la fundadora de ANFASEP. El hijo le envió a la madre una nota, desde adentro del cuartel, en la que le pedía que le busque abogado. Nunca más se supo nada de él. El testimonio de una mujer, designada como OKZ en el proceso Cabitos 83, narró que fue violada por su torturador “Me bajó mi buzo, todo me sacó, se bajó su pantalón, me sentó en su escritorio… abusó de mí […] Cuando a una niña de 10 años la violan de [esa] manera, cómo cree que puede sentir una niña, no he tenido una infancia feliz”.

Hoy en Ayacucho la población exige que ese centro de exterminio se convierta en el Santuario de La Hoyada. Por eso el Gobierno Regional y la Municipalidad, junto con el Minjus y el Ministerio de Agricultura, están haciendo los trámites correspondientes. Pero un sector se opone: el Ministerio de Defensa. No quieren un santuario, ni un espacio de memoria, ni nada que haga recordar esos crímenes. A diferencia de Alemania, que tanto ha luchado por inculcar una cultura de paz luego del exterminio nazi, en el Perú solo queremos olvidar. Cuidado: el que olvida su historia está condenado a repetirla, ¿o no, ministro Cateriano?

Publicado en el diario La República, martes 18/03/2014

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Trial Reports

Retorno al infierno: Sobrevivientes vuelven al cuartel Los Cabitos

Por Jo-Marie Burt y María Rodríguez (*)

Imagínate que hace varios años atrás, te detuvieron, acusado de terrorismo y te llevaron a un cuartel militar, donde te sometieron a brutales torturas. Imagínate que después de un tiempo se dieron cuenta de que no eras terrorista y te soltaron. Sabes que tuviste suerte, pero igual te sientes mal porque muchas personas no corrieron la misma suerte, sabes que otras personas fueron asesinadas y otras desaparecidas para siempre. Pero el conocimiento de tu suerte no alivia el recuerdo del dolor y la humillación que sufriste. Imagínate tener que volver al cuartel donde te sucedieron estas cosas para verificar ante las autoridades judiciales lo que viviste.

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Frontis del cuartel Los Cabitos en la actualidad (Foto María Rodríguez)
Frontis del cuartel Los Cabitos en la actualidad (Foto María Rodríguez)
Frontis del cuartel Los Cabitos en la actualidad
(Foto María Rodríguez)
Eso es lo hicieron varios peruanos y peruanas la semana pasada en Ayacucho. Son los testigos del caso Los Cabitos, que acompañaron a los jueces, fiscales y abogados a la inspección ocular de la base militar y a los centros de inteligencia conocidos como las “casas rosadas”, lugares que se convirtieron en centros de reclusión, tortura, ejecución extrajudicial y desaparición forzada en los años iniciales del conflicto armado interno que vivió el Perú entre 1980 y 2000.

El relato que sigue da cuenta de ese proceso. Sucedió durante la tercera visita del colegiado de la Sala Penal Nacional presidida por el magistrado Ricardo Brousset que viajó a Huamanga para recoger los testimonios de sobrevivientes y familiares de víctimas y realizar las inspecciones de los tres locales mencionados, así como de la zona conocida como La Hoyada, explanada contigua al cuartel donde unos años atrás se halló los restos de 109 personas, entre cuerpos enteros e incompletos y un total de 30 kilogramos de restos humanos carbonizados.

Día 1: Los testimonios

Las audiencias se realizaron en la sede de la Corte Superior de Ayacucho. Solo acudieron dos acusados: Pedro Paz Avendaño, ex jefe del Destacamento de Inteligencia, y Humberto Orbegoso Talavera, ex jefe del cuartel Los Cabitos (1), y su abogado Franco de la Cuba. También estuvieron presentes la Fiscal Superior, Luz del Carmen Ibañez; la doctora Gloria Cano, directora ejecutiva de APRODEH y representante de la parte civil; y un equipo de acompañamiento conformado por personal del Ministerio de Salud, REDINFA, APRODEH y la Red de Salud, quienes ofrecieron soporte psicológico a los afectados durante los tres días de procesos judiciales (2).

La Sala recogió el testimonio de nueve personas: un periodista, un abogado de derechos humanos, una víctima de tortura y seis familiares de detenidos-desaparecidos. Los testigos relataron, desde su propia experiencia, los hechos de violencia que vivieron en Huamanga en el año 1983.

Testigos de contexto: Los militares eran “omnipotentes”

Mario Cueto Cárdenas fue corresponsal por RPP Noticias en Ayacucho durante el periodo de violencia. Narró las limitaciones que enfrentó la prensa y la pobreza del sistema de comunicaciones en esa época. En particular, explicó lo difícil que era compartir información con los familiares y reportar las denuncias de detenciones y desapariciones forzadas. A diferencia de las abundantes noticias de personas asesinadas por Sendero Luminoso -el “pan de cada día” de la prensa peruana, según el testigo- ellos reportaban una o dos veces por semana sobre los muertos en los botaderos de Puracuti e Infiernillo: “Cuando veíamos cadáveres con balas en la frente y signos de torturas”, afirmó, “[sabíamos que] eran de las fuerzas del orden”.

Relató cómo, todos los domingos, el jefe del Comando Político Militar (CPM), general Clemente Noel (ya fallecido), participaba en el izamiento del pabellón nacional en la plaza de Huamanga. Acudían autoridades locales. Por su parte, Noel estaba siempre acompañado de efectivos militares. Al finalizar la ceremonia, el General se acercaba a los periodistas, pero siempre negaba las acusaciones de la desaparición forzada de personas.

Luego testificó Mario Enrique Cavalcanti Gamboa, en 1983, el presidente del Comité de Derechos Humanos del Colegio de Abogados. Parte de su labor fue recibir denuncias por detenciones y desapariciones forzadas, así como copias de las denuncias que los familiares o sus abogados hacían llegar a la fiscalía. La fiscalía estaba “muy limitada en sus funciones” en materia de derechos humanos, aseveró: no verificaba los lugares donde se sabía había restos humanos, tampoco hacía seguimiento a las denuncias. Esto sucedía por presiones del jefe del CPM, quien era “prácticamente omnipotente”.

La inoperancia de la fiscalía en esa época fue comprobada por los familiares de las víctimas en sus testimonios. Los testigos también relataron historias que corroboran el modus operandi de las fuerzas del orden al momento de efectuar las detenciones en Ayacucho en 1983: siempre en altas horas de la noche y durante el toque de queda impuesto por el CPM, decenas de soldados encapuchados, vestidos con pantalón verde claro, cafarenas negras, botas y armas largas y cortas irrumpían en las casas de Huamanga; con gritos, golpes e insultos se llevaban a sus víctimas sin decir adónde ni porqué. En muchos casos, fue la última vez que los familiares vieron con vida a sus hijos, padres o hermanos.

La desaparición forzada de un profesor

Audiencia en Huamanga
Audiencia en Huamanga
Audiencia en HuamangaAsí pasó con Kío Clímaco, quien declaró por la desaparición forzada de su padre, Octavio Clímaco Chuchón, un profesor en Vischongo que había ido a Huamanga a cobrar su sueldo. Varios efectivos militares irrumpieron en su casa, algunos por el techo y otros por la puerta, y se lo llevaron. Al día siguiente, lo buscaron en la PIP y la comisaría pero la respuesta siempre fue la misma: “acá no hay nada”, “acá todavía no se ha registrado”. Con un abogado fue a la Fiscalía, donde le recomendaron ir al cuartel Los Cabitos a buscarlo, pero no obtuvo ninguna información. Ante esa situación fue a los botaderos, “donde los chanchos comen a los muertos”, según las palabras de Kío Clímaco. Pudo ver varios cuerpos tirados, llenos de espinas, moreteados, pero no el de su padre. Hasta ahora sigue desaparecido.

Dos familias destrozadas por la desaparición de sus familiares

Walter Rómulo Cueto Huamancusi fue detenido y desaparecido el 8 de noviembre de 1983. Así testificó su madre, Isabel Huamancusi, y su hermana, Gladys Cueto. Era de noche, todos estaban durmiendo cuando efectivos militares irrumpieron en la casa. Gladys quien tenía 17 años en ese momento, testificó que despertó abruptamente, pues los militares la comenzaron a golpear. Vio a su mamá parada contra la pared, con las manos hacia arriba. De reojo vio que su hermano, con los ojos vendados y las manos atadas hacia atrás, era llevado por las fuerzas de seguridad. “¡Mamá, se están llevando a Walter!” exclamó, lo cual motivó que uno de los efectivos le diera un culetazo en la espalda. Se quedó calladita, recordó, en medio de un llanto desconsolado. No les permitieron hablar; tampoco les dieron razones de por qué se estaban llevando a su hermano.

Madre e hija buscaron a su hermano en la PIP, la comisaría y el cuartel Los Cabitos. Allí solo recibieron negativas y amenazas de muerte. Días después les informaron que su hermano había sido asesinado, que lo busquen en el botadero Puracuti, pero no lo hallaron. “¡Hasta ahora no sabemos nada!”, exclamó Gladys ante el tribunal. A pesar de que la familia hizo la denuncia por desaparición forzada, ni la fiscalía ni ninguna otra autoridad les hizo caso. Años después, en 1998, Gladys y su familia tuvieron información sobre el asesinato de su hermano. Un hombre les contó que estuvo detenido con varias personas, todos con los ojos vendados. Llamaron a cuatro por su nombre, entre ellos a Walter, los desnudaron y los ajusticiaron en Puracuti. Luego les echaron ácido, quizás por eso nunca hallaron su cuerpo.

La señora Isabel Huamancusi se dirigió al tribunal en quechua. Contó a los magistrados que no solo había perdido a su hijo Walter. En 1990, su hijo Julio César, de 15 años, fue asesinado por militares frente a su casa. Habían llegado a la casa para detenerlo, pero logró escapar, incluso esquivó las balas, pero no por mucho. Unas cuadras más allá de la casa, la señora halló muerto a su hijo, su cuerpo inclinado sobre una piedra, con una bala en la cabeza. Denunció el asesinato a la fiscalía, pero el caso fue archivado. Entre lágrimas, la señora Huamanacusi finalizó su declaración exigiendo justicia. Afirmó que sigue buscando y seguirá buscando, hasta que le digan por qué a uno de sus hijos lo desaparecieron y a otro lo mataron.

La audiencia continuó con el caso de Oswaldo Cárdenas Quispe, detenido y desaparecido el 30 de noviembre de 1983. Declararon sus hermanos Magdalena y Efraín, y su madre Eleodora. La señora testificó en quechua y explicó con mucho detalle cómo fue detenido su hijo y el vía crucis que experimentó su familia al buscarlo. Lograron confirmar que Oswaldo estuvo recluido en Los Cabitos gracias a un soldado huancaíno que se conmovió por su situación y que les ayudó a pasarle comida por dos semanas. Pero un día, este mismo soldado les dijo que se lo habían llevado en helicóptero, sin saber adónde. No volvieron a saber de Oswaldo hasta hace unos meses cuando reconocieron su polo en una exhibición de prendas.

Cuando lo detuvieron, Oswaldo Cárdenas Quispe tenía 16 años y era escolar. Ni siquiera lo buscaban a él sino a un tal “Javier”. Mientras se lo llevaban, su hermana buscó la boleta militar donde constataba su nombre y la mostró a los militares para que lo suelten: “aquí está jefe, sus documentos”, pero no le hicieron caso. Igual se lo llevaron. En la búsqueda de su hijo desaparecido, la señora Quispe se encontró con gente inescrupulosa que quisieron aprovecharse de su desesperación: una mujer le ofreció información sobre su hijo a cambio de dinero; un militar le dijo que era “el dueño del cuartel” y que le haría conversar con su hijo por radio si le llevaba dos gallinas grandes. Años después su esposo también fue asesinado por militares de Chuschi. En uno de sus viajes, se encontró con efectivos militares; trastornado por el dolor y por los efectos del alcohol, los insultó y les gritó, “¡Asesinos!”. Lo mataron a balazos.

“Sabían lo que pasaba”: Testimonio de un sobreviviente de Los Cabitos

Mauro Ramos asistió a la Sala para declarar sobre las torturas sufridas en el cuartel Los Cabitos. Agrónomo de profesión, relató que tenía 20 años cuando fue sacado de su casa, el 20 de setiembre de 1983, en una redada efectuada por militares y comandada por cinco hombres vestidos de civil, con acento costeño. Una vecina que sufría de alteraciones mentales lo sindicó a él y 15 vecinos de la zona como senderistas.

Fue llevado al cuartel Los Cabitos. Pudo reconocer varios de los ambientes pues había hecho el servicio militar en el cuartel entre 1981 y 1982. Contó que fue sometido al colgamiento, el ahogamiento y la electricidad en la planta de los pies, el mismo ciclo de torturas que otros testigos en este juicio han relatado. Quienes aplicaban las torturas y amenazaban a los detenidos, dijo, tenían acento costeño. Fue obligado a ver cómo torturaban a tres de sus vecinos. En otro momento, presenció la violación a una joven por parte de soldados de la tropa dentro del cuartel.

A la pregunta cómo logró salir del cuartel Los Cabitos, Ramos respondió que fue gracias a su cuñado que era miembro del Ejército. Él solicitó la liberación de los 15 vecinos que habían ingresado juntos. Mauro Ramos estuvo 20 días en el cuartel y luego, 15 días en la PIP, donde le tomaron su manifestación y lo soltaron. Sin embargo, quedó con antecedentes penales y en los años siguientes fue detenido varias veces, según él, “para fastidiarlo” pues en una ocasión, sin razón alguna, lo llevaron preso hasta el Palacio de Justicia de Lima. No pudo contener el llanto y la impotencia por lo que sufrió, pues ha vivido con el estigma de ser considerado “un terrorista, un asesino”. Pidió a la Sala “que acabe esta situación ya” y que se haga justicia. Los imputados “no pueden tapar el sol con un dedo,” dijo. “Ellos sabían lo que pasaba”.

Día 2: La inspección de las Casas Rosadas

Casa Rosada de Urb. Mariscal Cáceres
Casa Rosada de Urb. Mariscal Cáceres
Casa Rosada de Urb. Mariscal Cáceres

 Casa Rosada de Urb. Jardín. Ambas fueron sedes del destacamento de inteligencia del Ejército en Huamanga desde 1983
Casa Rosada de Urb. Jardín. Ambas fueron sedes del destacamento de inteligencia del Ejército en Huamanga desde 1983
Casa Rosada de Urb. Jardín.
Ambas fueron sedes del destacamento de inteligencia del Ejército en Huamanga desde 1983

La Casa Rosada más antigua, ubicada en la urbanización Mariscal Cáceres, funcionó como sede del destacamento de inteligencia desde inicios de 1983 hasta noviembre del mismo año (3). Por afuera, no ha cambiado mucho; es el mismo frontis que aparece en una fotografía del libro “Muerte en Pentagonito”. Hoy es sede de la Cruz Roja Internacional.

Las partes del proceso judicial fueron llegando al local. Como es de suponer, los jueces y la fiscal arribaron a la diligencia en camionetas oficiales. Los acusados y su abogado se apersonaron en una camioneta negra y con lunas polarizadas. El acusado Orbegoso Talavera caminaba con gafas oscuras y cubriéndose el rostro con un periódico, a diferencia de Paz Avendaño, que no tenía reparos en ser fotografiado.

2 Visita Casa Rosada Urb. Mariscal Caceres 3

Visita Casa Rosada Urb Mariscal Caceres
Visita Casa Rosada Urb Mariscal Caceres
Visita Casa Rosada
Urb Mariscal Caceres
Conversamos con una de las vecinas del local que vive en la zona desde inicios de los 80. Ella describió que en una ocasión escuchó fuertes gritos de mujeres. Dijo, además, que su empleada oía continuamente gritos y lamentos tanto de varones como de mujeres, y música a alto volumen. Fuera de la casa había una garita, con dos hombres vestidos de civil que hacían labores de seguridad.

La segunda Casa Rosada se ubica en la urbanización Jardín. Funcionó como sede de inteligencia a partir de noviembre del año 1983. Antes de ingresar, hubo un desencuentro entre la fiscal y el acusado Paz Avendaño sobre cuál era la casa. Pero la diligencia ya estaba establecida e ingresaron a la casa determinada previamente por la fiscalía.

Afuera, esperaba el señor Teodosio Borda Quispe, de 86 años. Su hijo Jesús Borda Chipana había sido sacado de su casa por efectivos militares vestidos de civil en noviembre de 1983. En su búsqueda fue hasta esta misma vivienda, la Casa Rosada, y reconoció la camioneta verde en que se habían llevado a su hijo. Dos efectivos vestidos de civil y armados le cerraron el paso. No pudo acercarse más. El señor Borda Quispe entregó esta información a los jueces, señalando dónde vio la camioneta estacionada y cómo los efectivos lo apartaron del lugar. Él ya había ofrecido su declaración oficial a la Sala en junio del 2012.

Teodosio Borda relata a los jueces cuando acudió a la Casa Rosada
Teodosio Borda relata a los jueces cuando acudió a la Casa Rosada
Teodosio Borda relata a los jueces cuando acudió a la Casa Rosada

Procesado Paz Avendaño observa desde atrás, la declaración de Teodosio Borda
Procesado Paz Avendaño observa desde atrás, la declaración de Teodosio Borda
Procesado Paz Avendaño observa desde atrás, la declaración de Teodosio Borda

Día 3: Volver, 30 años después. La inspección a Cabitos y La Hoyada

El cuartel del horror

Varios

Sobrevivientes del cuartel Cabitos narrando a los jueces y fiscal sobre sus recuerdos de los días en reclusión
Sobrevivientes del cuartel Cabitos narrando a los jueces y fiscal sobre sus recuerdos de los días en reclusión
Sobrevivientes del cuartel Cabitos narrando a los jueces y
fiscal sobre sus recuerdos de los días en reclusión
de quienes testificaron en este juicio sobre su reclusión y las torturas que sufrieron en Los Cabitos fueron convocados a participar en la inspección judicial al cuartel (4). No era tarea sencilla regresar al cuartel del horror, 30 años después, para dar cuenta de sus recuerdos de su detención. Su nerviosismo y su temor eran visibles, pero se armaron de valor, pues sabían que su presencia y la información que iban a proveer serían importantes en su larga búsqueda por verdad y justicia.

Los testigos narraron a los jueces haber visto el frontis del cuartel, algunos cuando ingresaron, otros, cuando fueron liberados. Mencionaron que el cuartel había cambiado mucho: no estaba el arco de la entrada, tampoco la estatua y las paredes del costado eran más bajas. Afuera, recordaron, se encontraba una tranquera y a los alrededores no había casas, sino que era pampón y había algunos tunales. Mientras se daban estas primeras declaraciones, la fiscal Ibañez preguntó por los procesados. “Están adentro haciendo coordinaciones”, fue la respuesta. Efectivamente, Paz Avendaño y Orbegoso Talavera estaban tras la reja, dentro del cuartel, conversando y coordinando con los militares de la base y evitando ser fotografiados.

Ya dentro del cuartel, una diligencia de aproximadamente 30 personas se dirigió por una pista que hace 30 años era de tierra. Una de las primeras instalaciones que visitaron, a unos 200 metros de la puerta principal, fue el lugar de residencia de los altos mandos militares en 1983. El primer bloque había sido la vivienda del general Clemente Noel. En el segundo bloque, vivía y trabajaba el acusado Orbegoso; en el tercero, en casas contiguas, residían los coroneles Carbajal, Millones y Saldaña, también acusados en este proceso.

Caminando por la misma pista, arribaron al cuartel Domingo Ayarza. Varios testigos reconocieron uno de los ambientes como el primer lugar a donde fueron conducidos. Era de adobe y se veía deteriorado y antiguo. “Aquí me pusieron la primera capucha y me llevaron allá al rincón”, mencionó un testigo. Otro dijo que en ese ambiente le tomaron sus datos, luego lo vendaron y no pudo ver más. Fuera de este recinto, hacia el lado derecho, reconocieron los restos de unas construcciones de adobe y barro: eran las covachas, cubículos de un metro por un metro con techo de calamina, donde decenas de detenidos fueron recluidos, en condiciones infrahumanas.

Los jueces y demás participantes en la diligencia siguieron caminando hasta llegar a unas canchas de frontón y fulbito, y una piscina. El acusado Orbegoso mencionó que las canchas eran recientes, pero que no recordaba sobre la existencia de una piscina. Pero uno de los testigos que había servido en el cuartel entre 1981 y 1982, recordó que en esa zona sí existió una piscina de 25 a 30 metros. Otros testigos recordaron no solo la piscina donde los zambullían atados a una escalera, sino también otro ambiente contiguo: la sala de torturas. Estos ambientes no aparecieron en el registro de construcción del cuartel Los Cabitos, documento que en ese momento de la inspección fue ofrecido como prueba por la defensa. El mismo comandante Muñoz, jefe de guarnición del cuartel que acompañó a la Sala en la diligencia, manifestó que varias de las construcciones internas no estaban registradas.

Hacia el final del cuartel, cerca al torreón y a la segunda salida que colinda con La Hoyada, llegaron al ambiente de Maestranza. Los testigos reconocieron de inmediato este ambiente: Allí les interrogaron y les practicaron la tortura del colgamiento; aún se veían las vigas por donde colgaban las sogas. Más allá, estaba otro ambiente conocido como La Chanchería. Mauro Ramos, el ex soldado del cuartel que testificó dos días antes, recordó que a principios de los 80 ahí había animales, pero que en 1983 se convirtió en un lugar de torturas muy temido y conocido por los soldados. Cuando estuvo preso, los soldados decían: “si te llevan a la zona de la Chanchería, ya no sales”.

Al finalizar esta parte de la inspección, varios de los testigos ya se habían retirado. El recorrido era largo, algunos ancianos no pudieron caminar todo el tramo del cuartel. Otros testigos referían que no pudieron ver más porque estuvieron vendados o encapuchados, entonces la Sala les autorizó a retirarse. Era palpable el temor que muchos de los testigos aún sentían, miedo de que tal vez “los agarren” nuevamente.

La Hoyada: Las cenizas del olvido

Visita La Hoyada 5 Equipo Médico Forense guiando a la Sala con el Informe Visita La Hoyada Procesados Avendaño y Orbegoso

Izq.: Jueces dirigidos por parte del Equipo Médido Forense, a través de la explanada de La Hoyada. Der.: Procesados Paz Avendaño y Orbegoso Talavera.

Jueces dirigidos por parte del Equipo Médido Forense, a través de la explanada de La Hoyada
Jueces dirigidos por parte del Equipo Médido Forense, a través de la explanada de La Hoyada
Jueces dirigidos por parte del Equipo
Médido Forense, a través de la
explanada de La Hoyada
Procesados Paz Avendaño y Orbegoso Talavera
Procesados Paz Avendaño y Orbegoso Talavera
Procesados Paz Avendaño y
Orbegoso Talavera

En La Hoyada, algunos familiares de ANFASEP esperaban la llegada de la Sala. Estaba Mama Angélica Mendoza con la fotografía de su hijo Arquímedes, e Isabel Huamancusi, con la foto enmarcada de su hijo Walter. También estaba Adelina García, quien nos contó que antes, La Hoyada era una pampa donde los soldados hacían sus prácticas de tiro. “Siempre veníamos” -recordaba Adelina- “pero no nos dejaban entrar, hasta las exhumaciones en el 2005”. Efectivamente, en ese año miembros del Equipo Médico Forense del Instituto de Medicina Legal realizaron excavaciones en la zona de La Hoyada, con hallazgos macabros.

Visita a La Hoyada
Visita a La Hoyada
Visita a La HoyadaLa Sala, que había salido del cuartel Los Cabitos por la puerta trasera, fue dirigida por el antropólogo forense, el arqueólogo y el médico legista miembros de este equipo. Con el Informe Antropológico Forense en mano, señalaron a los jueces las zonas donde encontraron las fosas con los cuerpos enteros y los restos parciales; las cenizas cerca a la quebrada; el perímetro de los ladrillos destrozados, vestigios del horno donde se quemaron cientos de cuerpos humanos, y el tanque de combustible. La Sala recorrió la explanada, tomando fotografías y filmando, constatando lo que se había establecido en el voluminoso Informe de cuatro tomos presentado como prueba del caso por la fiscalía.

La inspección llegó a su fin casi a las dos de la tarde. Los familiares y la doctora Gloria Cano resaltaron la importancia de esta diligencia, pues se había comprobado la existencia de los lugares de tortura y el hallazgo de los restos humanos. La doctora Cano reconoció la valentía de los familiares pues “si no fuera por ellos no se hubiera exhumado, ni siquiera se hubiera iniciado la investigación”.

Por su lado, los familiares exigieron que el Gobierno Regional de Ayacucho cumpla con la promesa de convertir a La Hoyada en un “Santuario de la Memoria”. Cada año más viviendas se van construyendo en la explanada. En algunos casos se han construido casas sobre las excavaciones realizadas por el Instituto de Medicina Legal. Pareciera un intento más de enterrar la verdad, esta vez con ladrillos y cemento.

Notas:

(1) Cuatro imputados fueron eximidos de asistir por motivos de salud: Gral. (r) Carlos Briceño Zevallos, ex Jefe del Comando Conjunto de las FFAA; Crl. (r) Julio Carbajal D’Angelo, 2º Comandante de la 2º zona de Infantería; Crl. (r) Carlos Millones D’Estefano, ex Jefe del Estado Mayor Operativo; y Crl. (r) Roberto Saldaña Vásquez, ex Jefe del Estado Mayor Administrativo. El acusado Arturo Moreno Alcántara, ex Jefe de la Sección Contrasubversiva de la Casa Rosada, se encuentra prófugo en Chile. (^^^)

(2) Además, han estado acompañando a los familiares en diversos procesos como las exhumaciones o la identificación de prendas. (^^^)

(3) Jaime Urrutia habló de este local cuando testificó en el caso. Ver: Antropólogo Jaime Urrutia testifica sobre las torturas sufridas en el cuartel Los Cabitos (^^^)

(4) Ver: Juicio por el caso Cabitos: Crónicas de las audiencias en Ayacucho (Parte I) y “Ya te fregaste, estás en el cuartel” (^^^)

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* Jo-Marie Burt es profesora de ciencia política y directora del Programa de Estudios Latinoamericanos de George Mason University. Es autora del libro, Violencia y autoritarismo en el Perú: Bajo la sombra de Sendero y la dictadura de Fujimori (Instituto de Estudios Peruanos, 2011, 2nda ed.). En 2010 tuvo la cátedra “Alberto Flores Galindo” en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Dirige el proyecto de investigación Human Rights Trials in Peru (www.rightsperu.net).

María Rodríguez es historiadora egresada de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha realizado estudios de diplomado en Chile, España y Perú en derechos humanos, pedagogía de la memoria, y archivos, y es integrante del Taller de Estudios sobre Memoria Yuyachkanchik. Es asistente de investigación en el proyecto Human Rights Trials in Perú. (^^^)

Publicado originalmente en Noticias SER el 3 de julio de 2013

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News Reports on Transitional Justice in Peru

Inspecciones judiciales a cuartel Cabitos y Casa Rosada, por casos Cabitos 83 y Agente Carrión

Rightsperu, 1 de julio de 2013

A continuación, les presentamos notas periodísticas de La República e Ideele Radio, sobre las inspecciones judiciales de los casos “Agente Carrión” o “Morales” y “Cabitos 83”, realizados en la ciudad de Huamanga. Entre los días 25 y 27 de junio se realizaron audiencias itinerantes e inspecciones al cuartel Los Cabitos, la Casa Rosada (destacamento de Inteligencia) y La Hoyada.

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La República, 25 de junio de 2013

Sala Penal verá casos agente Carrión y Los Cabitos

  • La Sala Penal Nacional viajó ayer a Ayacucho para ver dos casos simbólicos sobre violación de derechos humanos.

© La República
© La República
© La RepúblicaEl primero se trata del Caso Morales (agente Carrión y otros). El tribunal presidido por el juez superior Ricardo Brousset Salas viene realizando las audiencias sobre este caso hasta este jueves 27, en la ciudad de Huamanga.

En este expediente se imputa el delito de ejecución extrajudicial de 14 personas, las cuales fueron documentadas en 1991, en un diario incautado a Fabio Javier Urquizo Ayma, conocido como el “agente Carrión”.

Urquizo, quien conducía un grupo de inteligencia del Ejército en Ayacucho, habría reivindicado los asesinatos, dando detalles sobre las ejecuciones, las que coinciden con los protocolos de necropsia.

Paralelamente, desde hoy hasta este jueves, la sala recibirá los testimonios de los familiares de las víctimas del caso Los Cabitos. Además, realizará la inspección al Cuartel Los Cabitos, donde habrían ocurrido las ejecuciones extrajudiciales y desapariciones en 1983.

La fiscalía pidió 30 años de cárcel para Pedro Avendaño Paz, jefe militar de la zona en esa época y otros ex militares.

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La República, 26 de junio de 2013

Jueces recogen testimonios de parientes de víctimas de militares en Ayacucho

Magistrados de la Sala Penal Nacional de Lima recogieron en Ayacucho los testimonios de los familiares de las víctimas y testigos presenciales en el juicio que se les sigue a ex oficiales del Estado Mayor del Cuartel Los Cabitos, a quienes se acusa de la ejecución y desaparición de civiles.

Los ex militares son procesados por los casos “Agente Carrión” y “Cabitos 83”. Por el primero se les imputa el asesinato de 14 personas, entre ellas el periodista Luis Morales Ortega y la ex alcaldesa Leonor Zamora y, por el segundo, el secuestro y desaparición de 53 civiles luego de que estos ingresaran a Los Cabitos.

En el caso “Agente Carrión” son procesados 7 ex militares, siendo uno de ellos el ex agente de inteligencia Favio Javier Urquizo Ayma, a quien se le incautó un diario en el que describía con detalle los crímenes cometidos entre junio y diciembre de 1991.

Junto a Urquizo son acusados el ex jefe de la Dirección de Inteligencia del Ejército Juan Rivero Lazo, el ex jefe del Servicio de Inteligencia del Ejército Raúl Silva Mendoza, el ex jefe Político Militar de Ayacucho Hugo Martínez Aloja, el ex jefe de la sección de Inteligencia Sigifredo Miranda Vásquez y su auxiliar Carlos del Busto Hervia, y Abraham Francisco Reyes Ewest Ventocilla.

El octavo acusado, el ex oficial Ángel Tello Tandazo, está prófugo. La fiscalía solicitó 25 años de cárcel para cada uno.

Luis Morales, colaborador del diario Marka, fue asesinado el 13 de julio de 1991.

“Ese día quedamos en encontrarnos a las 9 am (…); a las 8 y 45, escuché cuatro disparos de bala en la dirección de la calle Dos de Mayo. Apenas llegué al lugar encontré a Luis Morales tirado en el piso (…) Tenía dos disparos: uno en la espalda y otro en el cráneo”, relató el periodista Magno Sosa.

Hoy los jueces inspeccionarán los ambientes del cuartel.

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La Republica, 27 de junio de 2013

Jueces recorrieron centros de tortura de Los Cabitos

Los jueces de la Sala Penal Nacional inspeccionaron ayer, en la ciudad de Huamanga, los dos locales que funcionaron como centros clandestinos de detención y tortura de personas desaparecidas en los años 80, cuando los militares tenían todo el control político militar en Ayacucho y Huancavelica.

El tribunal presidido por el Dr. Ricardo Brousset Salas inspeccionó los ambientes del primer local conocido como la “Casa Rosada”, ubicada en la Urb. Mariscal Cáceres Mz. “L” Lote 9 en la ciudad de Huamanga que, según testimonios, funcionó de enero a octubre de 1983, como un lugar donde se cometían torturas a ciudadanos detenidos.

En este lugar los magistrados constataron los cuartos en los tres pisos, para poder valorarlo y compulsarlo con los testimonios de las víctimas, en el proceso que se encuentra en juicio oral contra siete ex oficiales del estado mayor operativo del cuartel Los Cabitos.

Olga Quispe, profesora cesante, quien vive al lado de la “Casa Rosada”, dijo que con frecuencia escuchaba gritos de hombres y mujeres que se quejaban de dolor. Cuando salía solo observaba a dos policías que prestaban servicio de vigilancia en la puerta.

“Como a las 2 de la tarde escuchaba que le hacían gritar a la gente poniendo música a alto volumen. Una mujer gritaba fuerte de dolor y no sabía qué es lo que pasaba dentro de esa casa”, recuerda la testigo de los hechos.

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Ideele Radio, 28 de junio de 2013

Sala Penal Nacional realizó audiencia por caso Morales y Cabitos

Ayacucho (Mario Zenitagoya).- La Sala Penal Nacional inspeccionó el sector denominado La Hoyada, las instalaciones del Cuartel Los Cabitos 51 y la Casa Rosada, en el marco de la audiencia del juicio oral de los casos Morales (Agente Carrión y otros) y Cabitos, entre el lunes 24 y jueves 27 de junio.

La Sala Penal Nacional, que preside el magistrado Ricardo Broussett, recogió el testimonio de los familiares de las víctimas y testigos, investigación que empezó en mayo de 2011. En este hecho son procesados siete altos mandos militares por crímenes de lesa humanidad, torturas, ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas y violaciones sexuales.

Días atrás, el antropólogo Jaime Urrutia, sobreviviente de torturas y testigo en el juicio por el Caso cabitos, reconoció a uno de los militares que lo interrogó en el año 1983 en Ayacucho. Se trata del acusado Pedro Paz Avendaño, quien fue el jefe del destacamento de inteligencia de Huamanga, acantonado en la Casa Rosada.

En su momento, la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) informó que el Cuartel Los Cabitos fue la sede del Frente Político Militar de Ayacucho y sirvió como lugar de detenciones, tortura y asesinato entre los años 1983 y 1990. La denominada Casa Rosada funcionó como un anexo al cuartel y como un centro de torturas y aniquilamiento

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La Republica, 29 de junio de 2013

Constatan que hubo fosas clandestinas en Los Cabitos

Elías Navarro (Ayacucho)

Jueces de la Sala Penal Nacional inspeccionaron los ambientes del cuartel Los Cabitos que, según la acusación fiscal, funcionó como centro de reclusión, tortura, desaparición y ejecución extrajudicial de sospechosos de terrorismo, durante 1983 y 1985.

En la diligencia, Armando Prado Gutiérrez, Vicente Canchari Lizana, Teodosio Huamán Toledo, Mauro Ramos, entre otros sobrevivientes, reconocieron los ambientes donde fueron confinados arbitrariamente, así como las vigas en las que fueron colgados con sogas para someterlos a interrogatorios bajo torturas.

“Nos llevaron con los ojos vendados y a golpes. Los militares nos torturaron diciéndonos: ¿Dónde están los terrucos que ustedes conocen? ¿A cuánta gente han matado?”, narró.

“Cuando me pasaban con electricidad empecé a temblar –continuó–. Me patearon en el estómago hasta vomitar y me golpearon en la cabeza hasta sangrar. Después de tres días, a mí y a Vicente Canchari nos liberaron diciendo: ¡Corran! ¡Corran! Mientras que Jaime Gamarra se quedó y está desaparecido”.

Los jueces también recorrieron el área de excavación de tumbas clandestinas, de donde se han exhumado restos de 109 individuos. La mayoría tenía orificios de bala en el cráneo y las manos atadas.

Ricardo Brousset, presidente de la Sala Penal Nacional, explicó que la diligencia tiene por objeto conocer las zonas de excavación “para tener una valoración del informe que presentaron los peritos al expediente”.

Al respecto, Gloria Cano, abogada de Aprodeh, señaló que con esta investigación queda comprobado que hubo detenidos dentro de Los Cabitos, así como la existencia de ambientes de tortura y fosas clandestinas donde se hallaron restos de los desaparecidos.

La diligencia forma parte del juicio en el caso Cabitos 83, en el que se acusa a siete ex oficiales EP por la desaparición de 53 personas. Entre los procesados está Carlos Briceño Zevallos, ex presidente del Comando Conjunto de las FFAA en 1983.

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Trial Reports

Antropólogo Jaime Urrutia, testifica sobre las torturas sufridas en el cuartel Los Cabitos en 1983

Por Jo-Marie Burt y María Rodríguez*

Jaime Urrutia, reconocido antropólogo e historiador, testificó el miércoles 12 de junio en el juicio del caso Los Cabitos – 1983. Desde mayo de 2011, la Sala Penal Nacional, presidida por el magistrado Ricardo Broussett, viene juzgando la responsabilidad penal de siete altos mandos militares por crímenes de lesa humanidad —torturas, ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas, violaciones sexuales— que tuvieron lugar al interior del cuartel militar Los Cabitos durante 1983. Urrutia relató cómo fue detenido y torturado, confirmando un patrón ya observado en el proceso. Además, reconoció al Coronel (r) EP Pedro Edgar Paz Avendaño, uno de los militares imputados.

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A la izquierda y de frente, el identificado Pedro Paz Avendaño. De perfil, Humberto Orbegoso, ex jefe del cuartel Los Cabitos © La RepúblicaA la izquierda y de frente, el identificado Pedro Paz Avendaño. De perfil, Humberto Orbegoso, ex jefe del cuartel Los Cabitos © La RepúblicaEra mayo de 1983. Las fuerzas armadas ya habían tomado control de Ayacucho unos meses antes, ante la creciente presencia de Sendero Luminoso en la zona y la evidente incapacidad de la policía para controlar la situación. Jaime Urrutia, antropólogo e historiador, radicaba en Huamanga desde mediados de los años 70. Era profesor en la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga (UNSCH), dirigía el Instituto de Estudios Regionales José María Arguedas y escribía para el diario Marka.

Recuerda con claridad el día que fue detenido —el 6 de mayo de 1983— pues esa tarde un periodista de la BBC de Londres lo entrevistó en su casa, pocas horas antes del inicio del toque de queda impuesto por los militares. Era casi la medianoche, se encontraba descansando en el dormitorio con su esposa. Escucharon ruidos extraños, antes de poder reaccionar, varios hombres encapuchados irrumpieron en la habitación. Llevaban gorras y chompas negras estilo “Jorge Chávez”. Uno de ellos daba las órdenes, los demás obedecían. Rebuscaron entre sus cosas. Seguidamente lo agarraron, colocaron una frazada sobre su cabeza y lo subieron a una camioneta. Se daba cuenta que lo estaban llevando al cuartel Los Cabitos; los años vividos en Huamanga le permitieron reconocer el camino sin dificultad. Ya tenía conocimiento de Los Cabitos; era el único centro de reclusión en Huamanga.

Una vez al interior del cuartel, los militares lo llevaron a una habitación pequeña y oscura, con el piso de tierra y sin ventanas. Estaba vendado, por tanto no podía identificar lo que había a su alrededor cada vez que lo sacaban de la habitación. En dos noches distintas, fue interrogado y sometido a torturas. Urrutia describió el mismo ciclo de torturas relatado por otros testigos en este juicio: primero fue colgado, manos atrás, y golpeado; luego sumergido en una tina de agua hasta casi ahogarse.

Mientras lo torturaban, los militares le preguntaron insistentemente si conocía a alguien de Sendero Luminoso y quiénes eran sus mandos. En la segunda noche, un supuesto colaborador lo sindicó como senderista: “Él es, él es, él es el profesor, él es el jefe, el responsable”. Sin embargo, Urrutia expresó su disconformidad. Por el acento costeño, la acusación vaga, ahora cree que provino de un militar, un falso acusador, en un intento para que confesara.

EL RECONOCIMIENTO

En dos oportunidades Urrutia fue llevado a otra habitación donde le esperaba un hombre vestido de civil. De tez morena, rasgos andinos y de nariz prominente, se identificó como el comandante Paz. Urrutia aducía que su papel era hacer de “policía bueno”. Primero se disculpó con Urrutia por lo que estaba pasando. Le insinuó que el motivo de su detención era porque había sospechas de que el Instituto Arguedas estaba destinando fondos a Sendero Luminoso. Al día siguiente, tuvo una segunda conversación con el comandante Paz, de nuevo en términos cordiales y, sobre el mismo tema: los fondos y su vinculación con Sendero.

En este momento de su testimonio, la doctora Gloria Cano, directora de APRODEH y abogada representante de la parte civil, preguntó a Urrutia si se sentía en capacidad de reconocer al comandante Paz. Respondió que sí. El colegiado, tras realizar algunas preguntas para asegurar que no había problemas de memoria, autorizó el reconocimiento y solicitó a los acusados ponerse de pie.

Desde el inicio de la audiencia, los seis acusados estaban visiblemente nerviosos a diferencia de otras ocasiones en las que se les ha observado tranquilos e incluso desatentos a los testimonios de los testigos. Los seis se pusieron de pie. Casi de inmediato Urrutia señaló a Pedro Edgar Paz Avendaño, ex jefe del Destacamento de Inteligencia en Ayacucho y ex jefe de la Casa Rosada.

El colegiado preguntó a Paz Avendaño si recordaba al testigo. Dijo que no. No sería la primera vez que los acusados en el caso Los Cabitos sufren de amnesia (1).

EL IMPROBABLE AMIGO EN COMÚN QUE LE SALVA LA VIDA

La esposa de Jaime Urrutia tuvo que esperar que se levantara el toque de queda para salir en la mañana a buscarlo. Al igual que muchos de los familiares que buscaban a sus seres queridos capturados, ella fue a Los Cabitos a preguntar por su esposo. Un soldado que estaba en la puerta le dijo que, efectivamente, en la noche había llegado un detenido con las características físicas de su marido.

Seguidamente Urrutia contó la historia que él cree ayudó a salvarle la vida. Su esposa buscó al periodista de la BBC, quien de inmediato emitió una nota denunciando su secuestro. La noticia de su detención rebotó en los medios locales. El diario Marka, donde colaboraba con artículos sobre la realidad local y nacional, y un grupo de académicos, denunció su detención y exigió su libertad.

Al día siguiente, sin embargo, cuando su esposa volvió a Los Cabitos, los soldados negaron que Urrutia estuviese ahí. Tal como negaron a cientos de personas que acudían al cuartel en búsqueda de información sobre el paradero de sus esposos, esposas, hijos e hijas, hermanos y hermanas..

Exhumaciones e identificación de 3 cuerpos en el cuartel Cabitos confirmarían ejecuciones extrajudiciales practicadas en ese recinto en los años 80 © Diario 16Exhumaciones e identificación de 3 cuerpos en el cuartel Cabitos confirmarían ejecuciones extrajudiciales practicadas en ese recinto en los años 80
© Diario 16
Pero en el caso de Jaime Urrutia sucedió un hecho poco común al resto. Frente a la presión mediática, el jefe del Comando-Político Militar de Ayacucho, el General Clemente Noel, declaró a la prensa que Urrutia había sido detenido por supuestas vinculaciones con Sendero Luminoso. El hecho de que su detención fue reconocida facilitó su liberación, después de dos semanas de encierro tanto en Los Cabitos como en otras instalaciones de la Policía de Investigaciones del Perú (PIP).

Según Urrutia, hubo otro elemento curioso en su caso, que él cree puede ser la verdadera explicación de su liberación. Según el relato de Ricardo Uceda en Muerte en el Pentagonito, intercedió a favor suyo Jesús Sosa Saavedra, el temido militar conocido como “Kerosene” que en 1985 ayudó a desaparecer los restos de al menos 300 personas ejecutadas y enterradas en los campos alrededor de Los Cabitos, y que luego fue uno de los integrantes del Grupo Colina. Aparentemente Urrutia y Sosa Saavedra tenían un amigo en común, entonces Sosa Saavedra sabía que no tenía vínculo con Sendero Luminoso.

LA POBREZA DE LA LUCHA ANTISUBVERSIVA

El testimonio de Jaime Urrutia ha sido clave en el juicio de Los Cabitos. El reconocimiento de uno de los acusados es por sí contundente. Pero es importante también porque su testimonio coincide en muchos aspectos con las decenas de testimonios de familiares y víctimas que ya han testificado en el juicio.

Ha sido ampliamente documentada la situación de pobreza de los métodos de la lucha contrasubversiva, particularmente en los inicios del conflicto. Ante la ausencia de buenos métodos de inteligencia sobre Sendero Luminoso, las fuerzas armadas actuaron en base a suposiciones y conjeturas. Consideraron a categorías enteras de personas como sospechosos: profesores, estudiantes, personas con alguna vinculación a gremios y partidos de izquierda aun cuando estos estuviesen legalmente constituidos, asimismo, agricultores, especialmente hombres quechua-hablantes, eran considerados como la “masa” o militantes de la organización. Eso dio lugar a detenciones masivas y el uso sistemático de la tortura como método de identificar a líderes y militantes. Un testigo en el juicio declaró que se dio cuenta que los militares observaban las reacciones de los detenidos en las torturas; las que resistían y no hablaban, aducían que eran senderistas, mientras los que se quebraban fácilmente eran consideraron inocentes y en algunos casos por lo menos los dejaban libres. En este juicio, más de 15 personas que pasaron por las cámaras de tortura de Los Cabitos y luego fueron liberados, como el mismo Jaime Urrutia, han testificado ante el tribunal.

Sala de Audiencias de Huamanga, Ayacucho © Jo Marie BurtSala de Audiencias de Huamanga, Ayacucho
© Jo Marie Burt
En el caso particular de Urrutia, él explicó al tribunal que en vez de detenerlo y torturarlo, los militares podrían haber analizado las cuentas del Instituto José María Arguedas para verificar que no había la relación con la subversión que se alegaba. A su vez, dijo, los militares operaban bajo la idea que la UNSCH estaba “plagada de senderistas” cuando la realidad era otra. Si bien en la década del 70, varios docentes y estudiantes pertenecían a Sendero Luminoso —Abimael Guzmán era director de la oficina de personal en ese entonces— hacia 1979 sus militantes se fueron al campo para dar inicio a la lucha armada, y dejaron la universidad. Además, en esa época Sendero perdió las elecciones de los sindicatos de docentes y trabajadores de la universidad, así como del Consejo de Estudiantes de la UNSCH. Entonces, cuando los militares ingresaron a Ayacucho hacia finales de 1982, en la Universidad, “había gente [de Sendero] pero sin responsabilidad importante. Había mucho menos senderistas de lo que se decía y se imaginaba”, afirmó.

Finalmente, Urrutia relató la absoluta negación de los derechos que él, como muchos otros, sufrió durante su detención. Nunca le proporcionaron un médico legista. Jamás hubo una acusación formal contra él y nunca le abrieron un proceso legal. Mientras estuvo en la PIP, supo que dos hombres (militares o policías) fueron al Instituto Arguedas a revisar las cuentas. No encontraron movimientos sospechosos. Poco después, fue puesto en libertad.

Urrutia dijo que cuando fue liberado, no puso ninguna denuncia. Sí dio algunas declaraciones a la prensa sobre su reclusión, pero nunca mencionó el nombre de Paz Avendaño. Cuando el abogado del militar le preguntó por qué, Urrutia le miró fijamente y respondió: “Cuando uno sale de una situación así, la valentía no es precisamente una característica de los liberados”. Para decirlo de otra manera: El terror quita la palabra. Del miedo nace el silencio.

Así se vivió los años del conflicto en Ayacucho en 1983, y se va relatando hoy en día, en un juicio abierto y público, donde pocos prestan atención a los recuerdos de los que padecieron encarcelamiento injusto, torturas brutales, mientras otras almas sufrieron el destino final, la muerte.

Notas:

(1) Militares en juicio por el caso Los Cabitos: ¿Héroes o amnésicos?

 

*Jo-Marie Burt es profesora de ciencia política de George Mason University, donde sirve de Directora del Programa de Estudios Latinoamericanos y Co-directora del Centro de Estudios Globales. Es directora del proyecto de investigación Human Rights Trials in Peru (www.rightsperu.net), y autora del libro Violencia y autoritarismo en el Perú: Bajo la sombra de Sendero y la dictadura de Fujimori (Instituto de Estudios Peruanos, 2011, 2nda ed.).

María Rodríguez es historiadora egresada de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha realizado estudios de diplomado en Chile, España y Perú en derechos humanos, pedagogía de la memoria, y archivos, y es integrante del Taller de Estudios sobre Memoria Yuyachkanchik. Es asistente de investigación en el proyecto Human Rights Trials in Perú. (^^^)

 

 

Publicado originalmente en Noticias SER el 14 de junio de 2013

 

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Antropólogo Jaime Urrutia reconoce a uno de los militares implicados en el Caso Cabitos

La Asociación Pro Derechos Humanos – APRODEH, informó que en la audiencia de hoy, realizada en la Sala Penal Nacional, el reconocido antropólogo, historiador, Jaime Urrutia, sobreviviente de torturas y testigo en el juicio por el Caso cabitos, reconoció a uno de los militares que lo interrogó en el año 1983 en Ayacucho. Se trata del acusado Pedro Paz Avendaño, quien fue el jefe del destacamento de inteligencia de Huamanga, acantonado en la Casa Rosada. Por su parte, Paz Avendaño no negó los hechos, solo atinó a decir que no recordaba.

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Los CabitosEn 1983, Jaime Urrutia era profesor de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga y miembro del Instituto Arguedas, así como colaborador del Diario De Marka. Urrutia fue detenido arbitrariamente por militares encapuchados que irrumpieron en su casa y lo ingresaron al Cuartel los Cabitos.

Para APRODEH, representante de 39 familiares de víctimas, este reconocimiento es de suma importancia, ya que confirma la participación de Paz Avendaño en los interrogatorios y del trabajo que realizaba inteligencia en esa época, al interior del cuartel.

Cabe recordar que la Fiscalía pidió 30 años de cárcel para Avendaño Paz y otros ex militares, quienes afrontan un juicio por las desapariciones y torturas a decenas de personas en el cuartel Ayacuchano en el año 83.

Según el Informe de la Comisión de la Verdad y reconciliación (CVR), El Cuartel Los Cabitos fue la sede del Frente Político Militar de Ayacucho y sirvió como lugar de detenciones, tortura y asesinato entre los años 1983 y 1990. También, la denominada Casa Rosada funcionó como un anexo al cuartel y como un centro de torturas y aniquilamiento.

La doctora Gloria Cano, directora de APRODEH, señaló que hasta la fecha no se conoce el número exacto de cuántos seres humanos fueron llevados a Los Cabitos, torturados y asesinados, sin ningún proceso judicial y cuyos cuerpos fueron quemados en el horno que existe todavía en La Hoyada al lado del cuartel. Los forenses han probado los huesos de 109 personas, pero esto no es un número exacto. Sé teme que sean más.

Publicado en Noticias SER el 12 de junio de 2013

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Caso Cabitos: Identifican seis víctimas en exposición de prendas

Por Omar Rosel

Tras la primera etapa de exhibición itinerante de prendas del caso Cabitos, realizada en las provincias de Huancasancos, Cangallo y Víctor Fajardo, por la Tercera Fiscalía Supraprovincial en Derechos Humanos de Ayacucho, se habría logrado identificar las prendas de hasta seis víctimas que fueron desaparecidas en los años 1983 y 1984, según refirió Ernesto Ambia, responsable de la sede Regional de APRODEH en Ayacucho.

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En el distrito de Totos (Cangallo) Narciso Huaripaucar Tudelano reconoció las prendas que pertenecían a Tomas Linan Pariona, asimismo Zosima Sumari Gonzáles identificó las ropas de su padre desaparecido Nicolás Sumari Palomino. Mientras que en la localidad de Huancapi los familiares de las víctimas reconocieron las vestimentas de Zenón Chilcce Quispe, Rigoberto Huamaní Avalos, Walter Aroni Huamaní y Abdón Gómez Lizana.

Incomodidad

La primera etapa de la diligencia se inició el 16 de julio y culminó el pasado 25, cumpliéndose de manera normal las actividades programadas. La segunda etapa debió realizarse el 2 y 3 de agosto, en la provincia de Vilcashuamán, pero se suspendió debido a que el Jefe del Instituto de Medicina Legal -con sede en Lima-, se habría negado a autorizar la continuación de la participación del equipo forense especializado que acompañó la primera etapa, hecho que generó la reacción de las organizaciones de afectados.

Percy Huauya, representante de la Coordinadora Regional de Afectados por la Violencia Política de Ayacucho (CORAVIP) manifestó que este tipo de hechos indignan a los afectados. “A pesar de que estas instituciones deberían ser las primeras en acelerar estos casos, lo retrasan. Al parecer por ahí se están creando intereses”, dijo.

Ernesto Ambia, responsable de APRODEH, manifestó que la fiscalía envió una notificación a su institución sobre la suspensión de la diligencia y el mismo titular de la Tercera Fiscalía Supraprovincial de Derechos Humanos, Juan Manuel Borja Rúa, le comunicó vía telefónica. “Hay una descoordinación de la Fiscalía. Además se quiso asignar a otros peritos que no han estado acompañando la diligencia y que carecerían de información y conocimiento respecto al contexto y al caso”, explicó. Asimismo precisó que la suspensión de esta segunda etapa de la diligencia preocupa y retrasa el proceso pero “no necesariamente pondría en peligro las investigaciones”.

Con respecto a la suspensión de la diligencia en la provincia de Vilcashuamán, Juan Manuel Borja Rúa, no ha dado declaración alguna porque aún se encuentra cumpliendo las diligencia de exposición de prendas en la localidad de Santillana (Huanta) como parte de la tercera etapa, que recorrerá localidades de la provincia de Huanta y La Mar, del 7 al 16 de agosto.

Finalmente, Jesús Quispe, afectado de la provincia de Huanta, dijo que estas exposiciones deberían ser de carácter permanente, porque es necesario identificar a las víctimas como parte del proceso de judicialización.

 

Publicado en Noticias SER, 8 de agosto de 2012