Por: Melissa Goytizolo de La República
Nuevos casos. Con la misma modalidad que se practicó en la Costa y en la Sierra, en localidades selváticas de la región San Martín numerosas mujeres fueron víctimas de intervenciones quirúrgicas forzadas en cumplimiento de la política del régimen de Alberto Fujimori. Ellas hablan por primera vez.
La República encontró en las localidades de Sion, Shumanza y Juanjuí, en las profundidades del valle del Huallaga, en la región San Martín, varios testimonios de mujeres esterilizadas violentamente como parte del programa del gobierno de Alberto Fujimori, aplicado con los mismos métodos que en Piura y el Cusco, donde este diario también entrevistó a víctimas que sufrieron operaciones quirúrgicas contra su voluntad.
Personal del Ministerio de Salud que participó en el reclutamiento y operaciones compulsivas de las mujeres de los caseríos de Sion, Shumanza y Juanjuí, confirmaron que desde Lima les impusieron una cuota de esterilizaciones bajo amenazas de sanciones si es que no cumplían con los objetivos.
Los testimonios obtenidos en San Martín confirman que los excesos cometidos durante la ejecución del programa de Anticoncepción Quirúrgica Voluntaria (AQV) del régimen de Fujimori, no fueron hechos aislados sino que formaban parte de una política de Estado. Son las propias mujeres las que relatan cómo fueron víctimas de las intervenciones sin su consentimiento, bajo engaños o amenazas, o mediante el uso de la fuerza.
“Es orden del gobierno”
Felipa Guerra Martínez, residente en el centro poblado de Sion, en el distrito de Campanilla, en la provincia Mariscal Cáceres, recordó que tenía 31 años cuando la esterilizaron en noviembre de 1995. La escogieron porque tenía cuatro hijos. Lo recuerda muy bien porque cuando los enfermeros le dijeron que por orden del gobierno tenía que ligarse las trompas, ella contestó que estaba embarazada. Entonces le respondieron que no era problema y que las acompañara para hacerle una evaluación rutinaria. Era mentira Así lo contó:
Nos llevaron a mi y a otras mujeres de Sion en un bote por el río con dirección a la posta médica de Campanilla. Yo les dije varias veces que no, que no quería, y que estaba embarazada, pero insistieron. ‘Es orden del gobierno’, me decían. Luego me dijeron que solo me iban a sacar análisis sobre mi embarazo. Pero era un engaño. Las dos enfermeras que vinieron a mi casa me dijeron: “Señora, si estás embarazada no te vamos a tocar ni un poquito”. Cuando llegamos a la posta de Campanilla, nos encerraron en el local para que nadie saliera. En ese lugar pasamos la noche. Había mujeres de Chumanza, de Perla de Mayo y otras localidades. Había más de 100 mujeres. Dormimos unas en colchones, otras en el piso. Al segundo día nos pusieron batas. A la fuerza me hicieron subir a la camilla. Yo no quería, me jalaron del brazo diciéndome que me iban a sacar mis análisis, que si no me dejaba no iba a tener pasaje de regreso a mi casa, ni alimento, ni agua. Cuando forcejeaba, sentí la aguja de la anestesia. Al día siguiente nos obligaron a levantarnos. Todas estabámos adoloridas. No queríamos levantarnos. Yo busqué a las enfermeras que me engañaron para reclamarles porque me operaron a mí y a otras mujeres contra nuestra voluntad. No las encontré. Pero Dios hará justicia algún día. Para Dios nada es imposible.
“Me ataron las muñecas”
Bertila Cachique Tuanama, natural de Sion, contaba con 38 años y rechazó la esterilización desde el principio. Tuvieron que perseguirla y atarle las muñecas para intervenirla quirúrgicamente. Esto es lo que manifestó:
Quince días después de haber dado a luz gemelos, doctores y enfermeras con ropas celestes llegaron a mi casa en Campanilla, en 1996. “Tienes que ir al hospital de Campanilla donde te vamos a esterilizar para que no tengas más hijos, eso es lo que ha ordenado el gobierno”, me dijeron. Les dijo que no. “¡Tienes que ir!”, repitieron. Y me volví a negar. Entonces me escapé corriendo y me siguieron y me agarraron. Entre dos me metieron en la ambulancia, me llevaron a la posta con siete mujeres más, entre ellas mi hermana Juana Cachique Tuanama. En el hospital de Juanjuí me ataron las muñecas en la camilla para esterilizarme contra mi voluntad. En un mismo cuarto estábamos varias mujeres en camillas, y ahí me han puesto la anestesia en el brazo. Las señoras gritaban. Los médicos operaban a todas en el mismo cuarto. Cuando vi eso, que las cortaban a todas, también grité para que me desataran. Nos maltrataron feo. Yo gritaba “¡No quiero, no quiero ligarme! ¡Mi esposo tampoco quiere!”. No podía defenderme. Nunca me hicieron exámenes, ni análisis, ni psicólogo, ni firmar nada. Me operaron de frente, así nomás. Estaban apurados. Tuve un inmenso dolor varios meses después de la ligadura, no podía caminar, no podía trabajar, nuestra economía empeoró, nuestra vida sexual y afectiva también, nos malograron la vida.
A Lady Dávila Montenegro, del poblado de Sion, la sometieron a la esterilización cuando había cumplido 30 años. Al igual que las demás, a pesar de su tenaz renuencia a la intervención quirúrgica, fue sometida con engaños y violencia. El mismo patrón que La República descubrió en Piura y en Cusco. En Costa, Sierra y Selva, se aplicó la misma política del régimen de Fujimori. La imposición consistía en que médicos, enfermeros y técnicos de salud tenían que cumplir con cuotas semanales de mujeres esterilizadas bajo pena de sanción o despido por incumplimiento.
Los hechos lo confirman.
“Nos malograron la vida”
Las mujeres afectadas, por sus pobres condiciones económicas, no tuvieron la oportunidad de demandar a los que les causaron dolor. Por eso decidieron hablar, para que al menos quede el testimonio de lo que sufrieron, sufren y sufrirán.
Esto es lo que narró Lady Dávila Montenegro:
Un día de agosto de 1997, un par de enfermeros llegaron a mi casa para decirme que estaban buscando mujeres de 25 a 35 años para llevarlas a hacerse exámenes de todo tipo al hospital de Juanjuí. Así que agarré mi ropa y a mi bebé y me fui con ellos en un latón (bote). Conmigo había cinco mujeres. Pero en el hospital de Juanjuí mucho más. Lloraban, se quejaban, entonces me quise escapar. Con otra compañera nos quisimos salir por la puerta, pero cuatro enfermeros nos atraparon y nos devolvieron a la fuerza. Nos dijeron: “¡Si ustedes tratan de escapar van a pagar todos los gastos! ¡Ustedes no van a salir de aquí!”. Nos atemorizaron. Directo no llevaron a la sala de operación con otras cinco mujeres. Ahí nomás nos anestesiaron.
Desperté como en dos o tres horas. No recuerdo bien. Muchas mujeres gritaban: “¿Por qué nos han hecho esto?”. “¡Voy a morir!”. Nos regresaron a nuestras casas en el bote. Cuando mi esposo se enteró de lo que me hicieron bajo engaños, dijo que esto no se quedaba así. No denunciamos porque no sabíamos dónde y no había dinero. También nos dijeron que si denunciábamos, nos iban a perseguir, que mejor no lo hiciéramos. Nunca firmamos ningún papel. Después de la operación, tuve infección urinaria, inflamación de los riñones. Quedamos muy mal todas. Yo antes trabajaba mucho en la chacra, trabajaba como hombre, ganaba mi dinero, fumigaba, tiraba machete y hacha, cargaba mi leña, mi plátano. Ahora soy inútil. Nos malograron la vida. Tenemos cólera por eso.
Por desgracia, hay candidatos que todavía niegan que ocurrió todo esto.
Investigarán 150 días más
Después de siete meses de investigación, la fiscal encargada del caso, Marcelita Gutiérrez Vallejos, resolvió solicitar 150 días más para continuar con las diligencias.
La fiscal Gutiérrez, y personal de su despacho, han viajado por distintas partes del país para recoger el testimonio directo de las víctimas.
No obstante el mandato de la Corte de San José al Estado peruano para que identifique y sancione judicialmente a los culpables, el caso ha sido archivado hasta en cinco ocasiones.
Según el abogado de algunas de las mujeres de Sion que sufrieron esterilizaciones forzadas, Miro Toledo Gutiérrez, la fiscal del caso se desplazará al Huallaga para tomar sus manifestaciones.
Claves
Reportaje. La República recorrió las localidades de Sion, Shumanza y Juanjuí en busca de los testimonios de las víctimas de las esterilizaciones.
Cobertura. Fueron entrevistadas más de 20 mujeres que sufrieron las intervenciones.
Antecedente. Cuando fueron operadas, se dedicaban a la agricultura. Luego de las intervenciones quirúrgicas, ya no pudieron con este tipo de trabajo, lo que afectó gravemente sus ingresos.
Publicado originalmente en La República el 04 de marzo de 2016. Ver enlace aquí.