Categories
News Reports on Transitional Justice in Peru

Carlos Tapia: Después de 27 años

En la madrugada del 18 de mayo de 1988, durante un paro armado senderista, en la lejana provincia de Churcampa, Huancavelica, un grupo de militares vestidos de civil ingresaron violentamente a la casa de Sonia Muñoz, empleada de la modesta oficina de correo del pueblo. Despertada a golpes y encapuchada fue trasladada al cuartel Castropampa en Huanta, Ayacucho, donde llegó a las 8 a.m.

.

Allí, evitando que fuera vista por la tropa, la introdujeron a un destartalado ambiente donde fue torturada, colgada de una viga con sus manos atadas atrás y recibió descargas eléctricas en varias partes de su cuerpo; este suplicio duró hasta las 5 p.m. En el interrogatorio la acusaban de ser la encargada de distribuir la correspondencia dirigida a los terroristas que transitaban por la zona. Entre el llanto y el dolor negó estas acusaciones así como tener alguna relación con el senderismo. El oficial que la interrogaba no le creyó.

A las 5.30 p.m. de ese mismo día, introducida en un camión, se le dijo que iba a regresar a Churcampa (tres horas de viaje). A mitad del camino, amarrada, fue bajada del camión y obligada a arrodillarse. Recibió tres balazos, uno en el tórax y dos en la cabeza. Los soldados arrojaron propaganda senderista alrededor de la que creían muerta y pusieron un cartel que decía “¡Así mueren los soplones!”.

Milagrosamente Sonia Muñoz sobrevivió. Fue trasladada a Lima y operada en un hospital mediante la ayuda humanitaria. Después de siete años de investigación fiscal, recién hace un mes que se ha iniciado el juicio oral contra el coronel EP ® Víctor La Vera, por entonces jefe del cuartel de Castropampa; sí, el mismo de donde salió el camión con la tropa de civil que emboscó y mató el 24 de noviembre de 1988 al periodista Hugo Bustíos. Curiosamente, cuando también había un paro armado y coincidentemente también, como en el caso de Bustíos, se quiso presentar el asesinato como obra de los terroristas.

Publicado por Perú21, el 8 de septiembre de 2015

Categories
News Reports on Transitional Justice in Peru

Urresti podría ser nuevamente llevado al banquillo de los acusados

Por PILAR SÁNCHEZ O.
@pilar_sanchezo

  • Mañana se inicia juicio por intento de asesinato de Sonia Muñoz en 1988

.

© EXITOSA Diario
© EXITOSA Diario
© EXITOSA DiarioSu pasado lo persi­gue. El exministro del Interior y una de las cartas princi­pales del nacionalismo de cara a las elecciones pre­sidenciales de 2016, Da­niel Urresti, podría estar envuelto en otro juicio por delitos de lesa humanidad.

Mañana, durante el ini­cio del proceso por el in­tento de asesinato y tor­tura contra la ayacuchana Sonia Muñoz, aconteci­do en 1988, el titular de la Tercera Fiscalía Superior, Luis Landa, no solo sus­tentará su acusación de 25 años de prisión contra Víctor La Vera Hernán­dez, jefe de la Base Militar de Castropampa, también solicitará al Poder Judicial citar para dicho proceso a decenas de testigo don­de figura Urresti Elera que encabeza la lista.

El letrado explicó a dia­rio Exitosa que su pedido se basa en que el exminis­tro integró la Base Militar de Castropampa donde se desempaña como jefe de Inteligencia (S2) en la mis­ma fecha donde la joven fue torturada.

“El 18 de mayo de 1988, Muñoz fue secuestrada por efectivos del Ejército, quie­nes la llevaron primero a la base de Churcampa, en Huancavelica, donde la tor­turaron, luego la condujeron a Castropampa. Es por ello que estamos citando a todos los estuvieron presentes en dicho lugar, en los que se en­cuentra el señor Urresti”, de­talló el magistrado.

PODRÍAN ACUSARLO

En sus declaraciones, la víctima reveló que en las dos bases a las llegó fue torturada. “Me aga­rraban a correazos, me tiraban puñetes, después me metieron en un cilin­dros quería que confe­sará que colaboraba con Sendero Luminoso,”, dijo en su descargo.

“Es imposible que solo La Vera Hernández, en su ca­lidad de jefe de la base de Castropampa, esté en cali­dad de procesado, cuando la señora ha revelado que participaron más militares, incluso podría estar el pro­pio Urresti, debemos inves­tigar”, declaró.

Landa anunció que evalúa solicitar una vez que conclu­ya el juicio oral que se amplíe el plazo de indagación para que el exministro responda como procesado.

INICIARÍAN JUICIO ORAL

La Sala Penal Nacional programará para fines de abril una nueva audiencia donde evaluará el pedido del fiscal Luis Landa para llevar a juicio oral y condenar a 25 años de prisión a Daniel Urresti por el asesinato del periodista Hugo Bustíos acontecido en 1988.

Publicado por Exitosa Diario el 13 de abril de 2015

Categories
News Reports on Transitional Justice in Peru

Pesadilla en Castropampa

  • Justicia Testimonio de torturada en base donde trabajó Daniel Urresti termina en juicio.

En 1988, Sonia Muñoz tenía 34 años. Se dedicaba a su pequeño negocio de venta de abarrotes y al correo, es decir, era la encargada de llevar y traer cartas a todos en la localidad de Churcampa, en Huanta.

.

El caso extremo de una mujer a la que militares dispararon tres veces y dieron por muerta. En cuanto a Urresti, Sonia Muñoz señala que “si el ex ministro ha estado trabajando en Huanta, debió saber quién estaba en ese rato (en el cuartel). Si era del servicio de inteligencia, debe estar enterado. No creo que me torturen en el cuartel y nadie sepa ahí”.El caso extremo de una mujer a la que militares
dispararon tres veces y dieron por muerta. En cuanto
a Urresti, Sonia Muñoz señala que “si el ex ministro ha
estado trabajando en Huanta, debió saber quién
estaba en ese rato (en el cuartel). Si era del servicio
de inteligencia, debe estar enterado. No creo que me
torturen en el cuartel y nadie sepa ahí”.
Enviudó muy joven y sacó adelante a sus cuatro pequeños, por entonces de entre 6 y 11 años.

A las dos de la mañana del 18 de mayo, cinco hombres con pasamontañas irrumpieron en su casa.

Uno de los hombres, el más alto, le dio un golpe con la cacha del revólver. Le amarraron las manos, le taparon la boca y la cubrieron con el mantel de su mesa. “Me sacaron a empujones. Mis hijitos se quedaron llorando”.

Destruyeron su humilde tienda y buscaron alguna evidencia de lo que presuntamente se le acusaba: ser mensajera de Sendero Luminoso.

La sacaron a punta de golpes. En el cuartel de Churcampa, un enfermero al que conocía se acercó a curarle las heridas.

Luego de un par de horas, los soldados que no lograban que se autoinculpe la llevaron al cuartel de Castropampa, en Huanta. A su llegada fue trasladada a un cuarto donde la interrogaron y acusaron de llevar correspondencia de terroristas.

Daniel Urresti, conocido como “Capitán Arturo”, se desempeñaba como jefe de inteligencia en el cuartel de Castropampa bajo el mando de Víctor La Vera, el mismo que se encargaba de planear las acciones subversivas contra Sendero Luminoso. Seis meses después sería asesinado Hugo Bustíos, corresponsal de CARETAS en la zona.

Se trata del mismo 1988, año en el que Urresti fue destacado allí y durante el que se produjeron 69 denuncias de desapariciones en la zona de influencia de la base de Castropampa (CARETAS 2376 – Círculo Militar).

RECUERDOS DEL INFIERNO

“Me ataron como a Túpac Amaru”, dice Muñoz, todavía espantada casi 30 años más tarde. “El que identificaban como capitán comenzó a pegarme y patearme. Lucía como un hombre de 1.70”, mencionó.

Sonia no se cansaba de replicar que ella solo enviaba cartas, pero no las leía.

“Escuchaba que el capitán salió a tener reuniones en la subprefectura para la ronda campesina”. Ordenó que la hicieran hablar sobre a quiénes conocía en Huanta. Frente a su negativa, a su regreso el capitán ordenó que sufra descargas eléctricas. Luego de más golpes, y para que no queden rastros de moretones, la metieron dentro de un cilindro con agua fría.

Había perdido la esperanza y rezaba por sus hijos quienes se habían quedado solos en casa. Cuando de pronto escuchó: “Devuelvan a esa mujer, que se vaya y luego toman su Inka Kola”.

Pensó que se habían dado cuenta de su error y la regresarían a su casa.

La suben al carro y al llegar a la curva de la laguna de Paqcha, la bajan y le ordenan que se ponga en cuclillas. Siente un impacto en la cabeza. “Yo en el fondo pensaba que me estaban golpeando”, dice.

Había sido tanto el sufrimiento y dolor infringido a esta mujer que no se percató que el golpe era una bala alojada en el cráneo.

“Cuando miro parecía una candela saltando por mi cabeza”.

Le dispararon por segunda vez, en la nuca. Uno de ellos avisó que “todavía no muere”. El que llamaban sargento ordenó que “hay que darle vuelta, dispárale en el corazón”. Se suponía que el tercer balazo sería el mortal, pues traspasó su pecho.

Fingió su muerte y permaneció sin respirar por varios minutos. Con el “cadáver” de Sonia en el suelo, los soldados comenzaron a atarle los pies y las manos con una soga. Finalmente colocan un papel rojo, encima de él una piedra, con un típico mensaje senderista: Así mueren los soplones.

Llega a un pueblo. Sus vecinos se ponen de acuerdo y financian su viaje a Lima. Viaja luego de casi cuatro días, en la madrugada.

Pasa un mes para que, con la ayuda de su familia y la Cruz Roja, sea intervenida quirúrgicamente. El prestigioso doctor Esteban Rocca le extrae las tres balas en la Clínica Italiana.

“Desde que llegué a Lima, no quería saber nada”, afirma. Viajó a Bolivia pero apenas volvió, tres años más tarde, la tragedia volvió a tocar su puerta.

Su hermano, el profesor universitario Hugo Muñoz, fue asesinado por el grupo Colina en La Cantuta. El posterior juicio en el que el expresidente Alberto Fujimori fue sentenciado a 25 años de prisión determinó que Hugo Muñoz no tenía ningún vínculo con subversivos.

En cuanto a Urresti, Sonia Muñoz señala que “si el exministro ha estado trabajando en Huanta, debió saber quién estaba en ese rato (en el cuartel). Si era del servicio de inteligencia, debe estar enterado. No creo que me torturen en el cuartel y nadie sepa ahí”.

Después de todo este tiempo, la Tercera Fiscalía Superior Penal Nacional, dirigida por Luis Landa, ha dado la autorización para que la Sala Penal Nacional abra por este caso un juicio oral contra Víctor La Vera, jefe de Urresti. “Puse la denuncia el 7 de junio del 88 y no se sabe cuándo va a terminar el caso”, solloza indignada.

Landa es también quien pidió 25 años de prisión contra Urresti por el asesinato de Bustíos.

Los daños no solo quedaron perpetuados en la memoria de Sonia Muñoz. Las placas que le sacaron reflejan los restos que quedaron de la bala alojada en su cabeza y la situación se agrava por su edad. Operarla ahora es riesgoso y los médicos le advirtieron que esas partículas, con el tiempo, pueden causar la paralización de una de sus extremidades.

Por mandato judicial, Sonia volvió a su viejo hogar en Huanta hace dos años. “Mi casa se quedó abandonada y deshecha”, dice con amargura. “Prácticamente me botaron sin nada. Han arruinado mi vida”. (Xiomara Rayo)

Publicado en Caretas, el 30 de marzo de 2015