Por Miguelcha Gutiérrez
Miembro de la Coordinadora Contra la Impunidad (CCI) – Perú
Su cuerpo es un canto rodado, sus manos un poco de tiempo y de memoria, sus ojos distancia y dolor. Kenneth Anzualdo tenia 25 años cuando fue secuestrado, asesinado y desaparecido por el gobierno de Albero Fujimori. Sus derechos como ciudadano no fueron argumentos para que sus asesinos lo detuvieran, ni tampoco sirvió su condición de humano para torturarlo, asesinarlo y desaparecerlo. Así como Kenneth, son más de 160 mil los peruanos asesinados, victimas del conflicto armado interno.
El sábado 5 de abril, se realizó la inscripción simbólica en piedras de 18 de aquellas victimas y 3 casos colectivos en el monumento Ojo que Llora. La acción estuvo a cargo de la Asociación Pro Derechos Humanos, APRODEH y el Equipo Peruano de Antropología Forense, EPAF como parte de su búsqueda de verdad y justicia, y siguiendo las recomendaciones de la CVR en el proceso de reparaciones simbólicas.
Este es un breve homenaje y una mirada personal a quienes sobrevivieron, a los familiares de los asesinados y los desaparecidos, a las madres, padres, hermanos, tíos, amigos. Porque, de alguna forma, los peruanos ausentes nos faltan a todos.
Publicado en el blog Fotografía y Memoria, el 8 de abril de 2014