Por Jorge Frisancho
- Hoy se cumplen 31 años de la matanza de periodistas en las alturas de Huanta. Presentamos un recuerdo de los mártires y algunas fuentes de información esenciales para no olvidarlos
Un día como hoy, hace 31 años, ocho periodistas, un guía y un campesino de la localidad murieron en el poblado de Ucchuraccay, en la provincia de Huanta, Ayacucho.
Es difícil, muy difícil, comunicar a quienes no vivieron esos años la brutal realidad de esta matanza. En 1983, la violencia que durante toda aquella década azotó al Perú era aún nueva, y en muchos sentidos indefinida, sus actores menos claros para el público común de lo que serían luego, sus dinámicas menos evidentes de lo que son hoy.
Precisamente, muchos peruanos confiábamos en la prensa -sí, eso aún era posible- para informarnos con oportunidad y veracidad sobre lo que estaba ocurriendo en aquellas alturas andinas, tan alejadas entonces como ahora de las preocupaciones cotidianas de los limeños. Saber de la tragedia -cuyos detalles permanecieron en el misterio por mucho tiempo, y aún hoy no se conocen a cabalidad- fue una sacudida de la que no nos recuperamos. Reveló, entre otras cosas, la existencia de una zona oscura, opaca, de la realidad, a la cual las cámaras de la prensa ya no tenían acceso, y a la cual por consiguiente la opinión pública permanecería ciega.
Los periodistas habían llegado a la zona, a 4,000 metros de altura, para investigar una matanza de comuneros ocurrida poco tiempo antes. Hoy se sabe que las altas sierras de Ayacucho eran en ese momento escenario de una violenta batalla no sólo entre la policía, el ejército y la marina, de un lado, y los “subversivos” de Sendero Luminoso del otro, sino también entre distintas comunidades, e incluso entre grupos (por ejemplo, generacionales) dentro de cada comunidad.
Uchuraccay estaba siendo desangrada por esos enfrentamientos, que le costarían poco después convertirse en una tierra de fantasmas. Las versiones oficiales del momento hablaban de asesinatos selectivos de comuneros y la presencia de grupos armados, y eso fue lo que los periodistas partieron a investigar.
Tras la masacre, la investigación de los hechos corrió a cargo de una comisión especial presidida por el novelista Mario Vargas Llosa. La comisión concluyó, entre otras cosas, que los periodistas, que no podían comunicarse en quechua, habían sido confundidos con terroristas por los comuneros de Uchuraccay. Esta se convirtió en la versión oficial de lo ocurrido, pero nunca satisfizo a nadie.
En memoria de Jorge Sedano Falcón (La República), Eduardo de la Piniella Palao (El Diario de Marka), Willy Retto Torres (El Observador), Pedro Sánchez Gavidia (El Diario de Marka), Amador García Yanque (Oiga), Jorge Luis Mendivil Trelles (El Observador), Félix Gavilán Huamán (El Diario de Marka), Octavio Infante García (Panorama de Huamanga) y Juan Argumedo García (guía), estos son hechos que no debemos olvidar. Y, más aún, no debemos permitir que sus detalles queden en el misterio.
Aquí, algunas fuentes esenciales de información sobre el caso.
El periodista Juan Gargurevich ha escrito extensamente sobre la masacre y las investigaciones posteriores.
Este trabajo del antropólogo Ponciano del Pino investiga el rol de Uchuraccay en las representaciones de la violencia en el Perú, y su análisis es esencial para entender los hechos.
Estas son las conclusiones de la Comisión de la Verdad y Reconciliación sobre el caso Uchuraccay.
Aquí hay testimonios recogidos por el periodista José María Salcedo en el libro Las tumbas de Uchuraccay.
Y este es el audio del informe emitido por la Comisión Vargas Llosa.
Publicado por La Mula, el 26 de enero de 2014