Por Gustavo Gorritti
Eran los últimos meses de 1990 y los primeros de 1991. Diplomáticos y agentes de inteligencia, sobre todo estadounidenses, trataban de descifrar el cuadro aún nebuloso del entonces nuevo gobierno de Alberto Fujimori.
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Generales Luis F. Cisneros Vizquerra, Sinesio Jarama Dávila y Edgardo Mercado Jarrín (Fotos: La República)En la embajada de Estados Unidos, había algunos que tenían ya una idea aproximada de la aún fluida correlación de fuerzas dentro del Gobierno. Para todos los enterados, la figura de Vladimiro Montesinos emergía como el factor central de poder. Unos pocos, sobre todo el entonces jefe de Estación de la CIA, Joe Marques, se inclinaban por profundizar la relación con Montesinos. Otros, especialmente agentes de la DEA, funcionarios de la entonces NAU (Narcotics Assistance Unit) del Departamento de Estado, que conocían las vinculaciones de Montesinos con el narcotráfico, se oponían vivamente a ella.
Dentro de las Fuerzas Armadas peruanas, el conocimiento sobre los cambios profundos e inesperados dentro de los organismos de inteligencia y de las propias Fuerzas Armadas, era mucho más imperfecto.
En ese contexto de confusión y una cierta incertidumbre, muchos militares buscaron a sus contactos en la agregaduría militar de la embajada de Estados Unidos –como lo habían hecho desde hace varios años– para conversar, informar, cambiar opiniones y tratar de formarse una idea de la posición del gobierno de Estados Unidos.
Lo que dijeron fue prontamente transcrito y analizado en cables enviados a la Defense Intelligence Agency, o DIA, la agencia militar de inteligencia gringa. Cerca de diez años después, la persistencia del notable fotoperiodista estadounidense Jeremy Bigwood, a través de pedidos reiterados y constantes en uso de la ley de acceso libre a la información (FOIA, por sus siglas en inglés), logró la desclasificación parcial de documentos que hoy suenan extraña y hasta conmovedoramente reveladores.
Como se verá en la reproducción de los cables, el plumón negro de los censores tachó mucho: identidades, contenidos, fechas, informaciones. Lo que dejaron, sin embargo, es suficiente como para componer o completar el cuadro de entonces.
Aprensiones y exilios
(Ver documento completo)Un primer cable de la DIA, escrito y enviado, de acuerdo con lo que el contexto permite ver, en la primera parte de 1991, busca responderse a la pregunta: “¿Controla el asesor informal de Fujimori a la comunidad nacional de inteligencia en el Perú?”
“De acuerdo al presidente peruano Alberto Fujimori” empieza el cable, “Vladimiro Montesinos Torres, el ex capitán de artillería del Ejército y ahora un abogado, solo actúa como un asesor legal personal del Presidente. … [pero] líderes militares peruanos y los medios– han especulado que Montesinos juega un papel mucho más influyente en asuntos de Estado de lo que Fujimori ha estado dispuesto a admitir”.
Al examinar algunas de las hipótesis sobre la influencia temprana de Montesinos sobre Fujimori, el cable menciona que Montesinos ha influenciado nombramientos de funcionarios de alto nivel tanto en el sector civil como en el militar. “Como resultado” dice el cable, “[Montesinos] disfruta ahora de un control directo e indirecto sobre nodos importantes [major nodes] dentro de los servicios de inteligencia y seguridad”.
Se menciona la predominancia de oficiales de artillería (lo que se llamó luego ‘la marea roja’) en los “tres puestos principales en el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN)”, en la jefatura del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE). “Adicionalmente” dice el cable, “los ministros de Defensa y del Interior son encabezados por un oficial retirado de artillería y otro en servicio activo de de la misma arma”. No solo eso, continúa el cable, “aunque no ha sido nombrado oficialmente, [Montesinos] tiene una oficina en el SIN y tiene un auto oficial, junto con una escolta de protección, a su servicio”.
Desde 1990, la influencia temprana de Montesinos sobre Fujimori (Fotos: La República)
El anónimo redactor del cable hace poco esfuerzo por ocultar su ironía cuando, a continuación, menciona la visita de un general del Ejército a la casa del agregado de Defensa de la Embajada, el 20 de junio de 1991. El “general Luis Palomino Rodríguez, ex inspector general del Ejército emergió como un líder más bien improbable de un eventual movimiento anti-Montesinos. Enfundado en un chaleco antibalas y con pistola en funda, [Palomino] advirtió al agregado militar sobre la intención de Montesinos de frustrar los esfuerzos conjuntos antidrogas de Perú y Estados Unidos. La visita del general Palomino tuvo lugar un día después de recibir la orden a través del Palacio presidencial de retornar al Medio Oriente, misión que debe concluir en octubre de 1991”.
(Ver documento completo)En efecto, el general Palomino, que a comienzos de 1991 era el Inspector general del EP, y había decidido llevar a cabo una auditoría del Cologe, el comando de Logística del Ejército, fue bruscamente nombrado por Fujimori, luego de la decisión de Montesinos, como “observador” en la guerra del Golfo. “Palomino fue nombrado primero como observador de una guerra que ya había terminado y luego de otra que no había comenzado”. Así, en forma por momentos entre cómica y grotesca, el general Palomino fue sacado de escena primero y pasado al retiro después.
¿Quién controla a quién?
Pero la parte más interesante de ese grupo de cables es uno escrito en fecha significativamente anterior al cable sobre Palomino, hacia fines de 1990.
El cable reseña una conversación con tres generales del Ejército que llevaban entonces ya varios años en el retiro, pero que habían tenido –con marcadas diferencias entre sí– gran influencia y predicamento en el Ejército.
Se trataba de los generales retirados Edgardo Mercado Jarrín, Luis F. Cisneros Vizquerra y Sinesio Jarama Dávila. Dos de ellos, Mercado Jarrín y Cisneros Vizquerra, habían liderado el Ejército en momentos marcadamente diferentes; y el tercero, Jarama, había sido un jefe militar con fuerte liderazgo, cuyo último puesto importante, el de jefe de la entonces II Región Militar (Lima) había sido cortado por el caso de Accomarca.
Edgardo Mercado
(Foto: La República)Lo más importante es que tanto Mercado Jarrín como Jarama Dávila habían sido jefes directos de Montesinos durante el gobierno de Velasco, y conocían de primera mano las razones por las cuales este había sido entonces acusado de espionaje.
De acuerdo con los tres generales “Fujimori está en el bolsillo trasero del Servicio de Inteligencia Nacional y está particularmente influenciado por Vladimiro Montesinos Torres, actualmente el número dos en el SIN. El general retirado Edwin Díaz es el jefe del SIN, pero solo de nombre”.
Edwin Díaz renunció a la jefatura del SIN a fines de 1990 y su renuncia fue aceptada en febrero de 1991, de manera que el cable es de fecha anterior a la renuncia.
Según dijeron entonces los tres generales, “coincidieron que la relación entre Fujimori y el SIN, con la inteligencia del Ejército en la periferia era extraordinaria – una situación en la cual el aparato de inteligencia gobernaba y dirigía efectivamente al Estado”.
Los generales coincidieron en otro sorprendente diagnóstico: “De acuerdo con los tres, el SIN está obsesionado con la noción de que el partido político Alianza Popular Revolucionaria Americana, el APRA, actúa en concierto (o connivencia) con el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, MRTA. Los generales tenían también la opinión de que Montesinos convenció a Fujimori a destituir una larga lista de altos oficiales del Ejército y la Policía por conexión con el APRA, corrupción y narcotráfico”.
¿Cómo iba a terminar el proceso de purgas y de conquista del Estado a manos de Montesinos? De acuerdo con el cable, “uno de los generales opinó que ‘la CIA peruana no puede dominar el Estado peruano’ y que las Fuerzas Armadas intervendrían para ‘decapitar’ la estructura de inteligencia. Los otros dos estuvieron de acuerdo e indicaron que, en cuanto se conozca más sobre Montesinos, el gobierno de Fujimori enfrentará más críticas y que el Presidente tendrá entonces que decidir el curso de acción a tomar”.
(Ver documento completo)
Ya sabemos qué curso eligió.
Pero, aparte de que la clarividencia no fuera el punto fuerte en la visión de los generales, su diagnóstico sobre el poder real de Montesinos a los cuatro o cinco meses del ascenso de Fujimori a la presidencia, fue tanto preciso como acertado.
No eran los únicos en saberlo. Todo aquel con algún conocimiento de las dinámicas internas del poder en esos meses, sabía qué estaba pasando, aunque muy pocos se atrevieran a decirlo en público.
Este periodista, entonces corresponsal de El País, de España, interrogaba invariablemente a Fujimori sobre su relación con Montesinos en cada conferencia de prensa con la prensa extranjera, y Fujimori invariablemente mentía al responder.
Ese día, sin embargo, los tres generales describieron con precisión el presente aunque fallaron en predecir el futuro, con lo cual no solo dieron un testimonio de gran importancia sobre la realidad peruana a fines de 1990, sino dejaron ver involuntariamente las razones por las que Montesinos, paria reciente en ese tiempo, ganó a sus enemigos militares cada maniobra y sentó las bases para su hegemonía cleptocrática durante todo el decenio que recién empezaba entonces y que ya era tan difícil de evitar.
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Originalmente publicado en IDL Reporteros, el 18 de setiembre de 2012