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El juicio por el caso de la masacre de Accomarca entra a su recta final

Escriben: Jo-Marie Burt & María Rodríguez Jaime (*)

El juicio por el caso de la masacre Accomarca está llegando a su etapa final, 30 años de una de las masacres más crueles del conflicto armado interno que se vivió en el Perú. El juicio ha demorado casi cino años de juicio oral. Durante este tiempo, se ha escuchado las versiones de los 29 militares imputados en el caso, incluyendo las declaraciones de Telmo Hurtado, quien fue extraditado desde Estados Unidos para ser juzgado en este proceso; así como el testimonio de decenas de sobrevivientes, familiares, y testigos. En dos ocasiones anterios se postergó el comienzo de los alegatos finales, pero se espera que hoy día si el Ministerio Pública comienza con la presentación de su argumento sobre el porque los 29 militares acusados deben ser condenados por la masacre cometido el 14 de agosto de 1985 de 69 campesinos de Accomarca.

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© Rightsperu.net© Rightsperu.net
La culminación del juicio se da en un contexto complicado: la semana pasada se desató un escándalo de corrupción que involucra a dos de las juezas del colegiado de la Sala Penal Nacional que deben decidir el destino de los 29 militares acusados en el caso1. Una investigación periodística de César Romero de La República develó la existencia de una serie de correos entre la jueza y un general de brigada del Ejército peruano (y miembro de la promoción de Ollanta Humala), Marino Ambía Vivanco, que demostrarían que a cambio de favores y regalos, la jueza arregló una sentencia absolutoria a favor del general en el caso Matero. Los correos también llegan a sugerir que la jueza estaba dispuesta a organizar una red de jueces con el mismo fin en otros casos, algo que tal vez ayude a explicar el hecho de que casi la totalidad de sentencias firmadas por la Jueza Bendezú en casos de derechos humanos han sido absolutorias2. Los abogados que representan las víctimas en varios casos de derechos humanos comenzaron a recusarle a Bendezú de los procesos donde intervenía la jueza. En tiempo récord, haciendo éco a la demanda de los familiares y organizaciones de derechos humanos, la Jueza Bendezú fue reemplazada como jueza del colegiado de la Sala Penal que ve casos de derechos humanos.3

En el caso Accomarca, sin embargo, que está por culminar, recusar a la Jueza Bendezú significaría quebrar el proceso. En la justicia peruana, sólo está permitido un cambio de juez en un proceso; en el caso Accomarca ya se dio eso en una ocasión anterior casi al inicio del proceso. Quebrar el proceso no sólo significaba tener que comenzar de nuevo luego de cinco años ya trascurridos en el juicio. También significaba la posibilidad de uno de los elementos más significativos del proceso —el hecho que Telmo Hurtado se confesó su responsabilidad en la masacre— no se vuelva a dar en un nuevo proceso. Todo lo realizado ene ste juicio quedaría anulado. Eso es significativo puesto que Telmo Hurtado no sólo reconoció su propia responsabilidad en Accomarca aquel 14 de agosto de 1985; también dijo que lo que sucedió en Accomarca no correspondió a ningún acto de locura, como lo ha querido pintar algunos de sus co-acusados, ni de un “exceso” de los suboficiales y soldados; mas bien, él ha afirmado tajantemente que él y los demás militares actuaban ese día según la doctrina militar de la época, que entendía al enemigo interno como algo absoluto que necesariamente tenía que ser eradicado en su totalidad, tal como lo dijo alguna vez el General Cisneros, que afirmó a un medio local que matarían 60 y tal vez sólo tres sería subversivos, pero eso era el costo de la guerra. Tal doctrina llevó a las fuerzas armadas a cometer masacres indiscriminadas, ejecuciones extrajudiciales, y la desaparición forzada de personas que sospechaban de estar involucrados de una u otra manera con Sendero Luminoso.

Los familiares del caso tuvieron que enfrentar, entonces, una decisión sin salida a pocas semanas de ver sus sueños de alcanzar la justicia, denegada por tantos años, realizarse. De tal manera, tomaron la difícil decisión de no recusar a la jueza para evitar el quiebre del proceso, sabiendo de que existe la posibilidad de que, como en el caso Matero, ya se haya dado algún arreglo para absolver a los implicados.

BREVE RECUENTO DEL JUICIO ACCOMARCA

© Rightsperu.net© Rightsperu.netQuince sobrevivientes de la masacre han prestado sus testimonios en este juicio. Las más jóvenes tenían entre 9 y 12 años cuando ocurrió la masacre. Ellas, siendo niñas, presenciaron la incursión de las patrullas militares lideradas por los sub-oficiales del Ejército, Telmo Hurtado y Juan Rivera Rondón, a la quebrada de Lloqllapampa. Ellas vieron a los miliatres acorralar a sus madres y padres, sus abuelos y abuelas, sus hermanos y hermanas, sus vecinos, a una de las casas que quedaba en medio de la pampa, con el pretexto de realizar una asamblea. Cirila Pulido relató a la sala cómo los militares obligaron a las mujeres salir de sus casas con sus hijos, al igual que los ancianos.4 La madre de Cirila, así como su hermanito de 8 meses, seguieron las instrucciones de la patrulla militar, lo cual les llevó a la muerte, delante de los ojos de la pequeña Cirila. La mamá de Cirila, con su hijo sobre sus hombros, fue encerrada en esa casa, junto con decenas de pobladores de Accomarca. Todos murieron abaleados y carbonizados.5

En el mes de noviembre del año 2013, en la Sala Penal Nacional de Huamanga, también se dio una sesión continuada de testigos de la masacre. Nueve de ellos, la mayoría personas ancianas y quechuahablantes contaron lo que vieron y cómo se escondieron de los militares, para no morir como sus familiares y vecinos6. A su vez, testificaron varios ex congresistas sobre la visita que realizaron a Accomarca como miembros de la comisión conformada poco después de dar a conocer públicamente la masacre, unas semanas luego de los hechos. Prestaron declaraciones los ex senadores Javier Diez Canseco7 y Cesar Rojas Huaroto, así como el ex diputado Fernando “Popy” Olivera. Cada uno dio cuenta del estado de miedo que imperaba en Accomarca, tres semanas después de la masacre. Era un pueblo fantasma, y de hecho, los ex parlamentarios relataron del hallazgo de cadáveres recién asesinados. Si el juicio vuelve a foja cero, se anularán todos estos testimonios, y quizás varios de los testigos —como sería el caso de Javier Diez Canseco— ya no estén vivos para entregar nuevamente su testimonio en un segundo juicio oral.

Otro de los testimonios que probablemente no volveremos a escuchar en un segundo juicio, es lo dicho por Telmo Hurtado cuando le tocó ser interrogado por el Ministerio Público a partir de abril del 2012. Como se recordará, después de develada la masacre, Hurtado se autoinculpó como el responsable de la matanza. La prensa lo denominó “El Carnicero de los Andes” por la crueldad del crimen, un apodo que lo ha perseguido toda la vida y que según uno de los abogados que ha tenido durante el proceso, le causa particular incomodidad. Fue investigado, pero como fue común en aquella época, el caso fue derivado a la justicia militar, y fue condenado sólo a 6 años de cárcel por “abuso de autoridad”. En 1992 se benefició por las leyes de amnistía emitidas durante el gobierno de Alberto Fujimori, y en 1998 el Instituto de Defensa Legal (IDL) descubre no sólo que no está cumpliendo su pena sino que seguía siendo un miembro activo de las fuerzas armadas y que había sido ascendido. Luego de que las leyes de amnistía fueron anuladas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en 2001, Hurtado —previendo que su autoinculpación de ataño lo iba a complicar la vida— huyó, disimuladamente, a Estados Unidos. Vivió en Miami unos cinco años hasta que fue descubierto por Interpol y el Estado peruano pidió su extradición. Hurtado agota todos los mecanismos en el sistema legal estadounidense, pero perdió. En julio del 2011, Hurtado es extraditado y llevado a prisión. Poco después es incorporado al juicio por el caso Accomarca, lo cual ya lleva varios meses de desarrollo. De hecho, Hurtado tuvo estos meses para escuchar las intervenciones de los abogados de sus coacusados, entre ellos varios de sus oficiales superiores. Ahí Hurtado cayó en la cuenta de que nuevamente él era el chivo expiatorio: todos, desde los altos mandos, los otros mandos medios hasta los soldados de la tropa lo incriminaron a él, el “Carnicero de los Andes,” como el único responsable. Un loco, un demente, un oficial demasiado joven y con poca experiencia, un afectado por el “síndrome de Vietnam” que le llevó a masacrar a 69 campesinos sin piedad.

Hurtado demoró varias semanas en ser interrogado, quizás dudaba sobre qué decir. Finalmente, el 9 de abril de 2012, Hurtado respondió a las preguntas del Fiscal Luis Landa sobre la verdad de la masacre de Accomarca. En primer lugar, que en 1985 él no estaba loco, sino que era un joven oficial dispuesto a cumplir con su deber militar en la guerra contrasubversiva. La masacre no fue un acto espontáneo sino una orden emitida por el Estado Mayor, y si se autoinculpó fue por cumplir la obediencia debida que exige la doctrina militar. Además, no fue esa la primera vez que se cometieron diversas ejecuciones extrajudiciales. Con su confesión, Hurtado buscó limpiar su nombre y el de su hijo, y sin quizás sin proponérselo, coincidió con lo planteado por la Comisión de la Verdad y Reconciliación, esto es, que durante el conflicto armado interno no se cometieron “excesos” sino que hubo una política de violaciones a los derechos humanos contra la población civil. La confesión de Hurtado abre la posibilidad de que el Tribunal evalue seriamente la responsabilidad mediata de los altos mandos militares en este caso. Una masacre que, según el testimonio de Hurtado, no fue aislado sino parte de la doctrina militar de cómo luchar contra el terrorismo: eliminando el enemigo, que en aquel momento era definido como las comunidades campesinas que Sendero Luminoso pretendió liderar hasta la instalación de una utopia comunista, pero a cambio les trajó sangre y dolor. El testimonio de Hurtado ha logrado cuestionar la versión oficial de las fuerzas armadas, que niega tajantamente que hubieron violaciones sistemáticas sino tal vez uno que otro “exceso” cometido por suboficiales como Telmo Hurtado sin experiencia o sicópatas. Pero el desarrollo del proceso en las últimas semanas sugiere que hay quiebres más profundos entre los diferentes sectores militares. Eso sería analizado en la próxima entrega.

NOTAS

1. Algunos de los acusados han fallecido y otros están prófugos de la justicia. Actualmente asisten a la audiencia sólo 16 de los imputados.

2. La nota periodistica fue de César Romero, “Emails revelan presunto acuerdo para absolver a militar,” La República, 11 de julio de 2015.

3. Más información, aquí.

4. Testimonio de Cirila Pulida, Sala Penal Nacional, 23 de octubre de 2012.

5. Hemos observado el juicio por el caso Accomarca desde su inicio, y hemos publicado varias notas al respecto. Ver por ejemplo aquí y aquí.

6. Ver aquí.

7. Ver aquí.

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Jo-Marie Burt es profesora de ciencia política y directora del Programa de Estudios Latinoamericanos de George Mason University. Es autora del libro Violencia y autoritarismo en el Perú: Bajo la sombra de Sendero y la dictadura de Fujimori (Instituto de Estudios Peruanos, 2011, 2da. ed.; puede descargarse gratuitamente aquí). En 2010 tuvo la cátedra “Alberto Flores Galindo” en la Pontificia Universidad Católica del Perú y es actualmente Senior Fellow de la Oficina en Washington sobre Asuntos Latinoamericanos (WOLA). Dirige el proyecto de investigación Human Rights Trials in Peru (www.rightsperu.net).

María Rodríguez es historiadora egresada de la UNMSM. Ha realizado estudios de diplomado en Chile, España y Perú en derechos humanos, pedagogía de la memoria, y archivos; y actualmente se encuentra cursando la maestría en Gerencia Social en la PUCP. Es integrante del Taller de Estudios sobre Memoria y asistente de investigación en el proyecto Human Rights Trials in Peru.

Originalmente publicado en La Mula, el 23 de julio de 2015

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La jueza Mirta Bendezú: reina de la impunidad

  • Si bien los recientes correos electrónicos publicados por el diario La República que involucrarían en actos de corrupción a la jueza de la Sala Penal Nacional, Mirta Bendezú, se refieren estrictamente al caso Matero (desaparición forzada de cuatro campesinos), es cierto que “desde hace mucho tiempo existe dudas sobre el comportamiento de la jueza en los casos de derechos humanos, pues en la mayoría de los casos ha fallado a favor de los imputados”. Jo-Marie Burt y María Rodríguez Jaime, especialistas en temas de derechos humanos, comparten con LaMula.pe sus apreciaciones sobre el accionar de esta polémica abogada.

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La jueza Mirta Bendezú: reina de la impunidad

© RightsPeru.netPor Jo-Marie Burt y María Rodríguez Jaime

“Este proceso es delicado, tenemos una acusación fiscal de 20 años, además de testigos que sindican directamente a los presuntos autores, pero cuando cada uno realice su descargo oral es cuando ellos van a determinar su inocencia, (…) yo como encargada de los debates lo ayudaré”.

Este es uno de los correos publicados el día sábado 11 de julio por el diario La República en una investigación del periodista César Romero que revela cómo una magistrada de la Sala Penal Nacional, Mirta Bendezú, habría favorecido a un militar acusado en un caso de desaparición forzada al ayudarlo a liberarse de los cargos en su contra.1

Los autores de los correos electrónicos intercambiados entre el 2007 y el 2008 son el hoy general Marino Ambía Vivanco, acusado de la desaparición forzada de cuatro campesinos en la localidad de Matero, Ayacucho en 1986; la magistrada Mirta Bendezú Gómez, presidenta del colegiado D y directora de debates que llevó adelante el juicio contra Ambía en aquellos años; y un intermediario, “Javier”, presuntamente hermano de la jueza. Los correos dan cuenta de la disponibilidad de la jueza de “darle la mano” al general para asegurar una sentencia absolutoria.

Dicho y hecho: el 8 de agosto de 2008, el general fue absuelto de los cargos en su contra. La base de la absolución es la desestimación de los testimonios de los familiares de las víctimas, los principales testigos de la detención de sus seres queridos, quienes nunca más fueron vistas con vida. Según la sentencia firmada por Bendezú, se desestima los testimonios de los familiares pues ellos tienen “un interés directo en el resultado, y con una carga de subjetividad, que se advierte en sus propias declaraciones”.

Este argumento fue duramente criticado por las organizaciones de derechos humanos que representan a las víctimas. La modalidad de la desaparición forzada –en que las víctimas son sacados de sus casas, con frecuencia en la madrugada, suelen ser los familiares los únicos testigos de los hechos, además de ser quienes desarrollan los primeros y fundamentales actos de investigación.

© RightsPeru.netLos otros juicios

Los correos publicados por La República se refieren solamente al caso Matero. Pero es cierto que desde hace mucho tiempo existe dudas sobre el comportamiento de la jueza Bendezú en los casos de derechos humanos, pues en la mayoría de los casos ha fallado a favor de los imputados. Desde el año 2008, Bendezú ha participado como miembro del tribunal en 15 procesos relacionados con casos de graves violaciones a los derechos humanos2; en doce de ellos, las sentencias han sido absolutorias. De las tres sentencias condenatorias en que fue parte del colegiado, ella emitió un voto singular para absolver (caso Curgos). Sin embargo, al año siguiente, la Corte Suprema anuló la condena “con el argumento de la prescripción, pese a que este beneficio no procede para graves violaciones a los derechos humanos”3. Eso quiere decir que en 7 años, Bendezú ha condenado en sólo dos casos. Los otros dos fallos condenatorios firmados por Bendezú se dieron en 2013 y 2014.

Actualmente, Bendezú es parte del tribunal en por lo menos ocho procesos de derechos humanos en curso.4 Entre ellos el emblemático caso Accomarca, donde se encuentran acusados toda la cadena de mando que habría participado en la masacre de 69 campesinos en agosto de 1985. Justamente este miércoles 15 de julio está programado el inicio de los alegatos finales, luego de casi cinco años de juicio oral. La acusación de corrupción de la jueza Bendezú pone en grave riesgo este proceso, que está por culminarse: los abogados tendrían que recusar a la jueza, lo cual podría llevar a que se quiebre (pues ya hubo un cambio de juez, que sólo se puede darse una vez en un proceso penal); o, si la jueza se queda, existe el riesgo de que también haya realizado arreglos con los imputados para garantizar su absolución.

En © RightsPeru.netel caso Rodrigo Franco (luego de que María Vidal se ausentara y se produjera el quiebre del primero), Mirta Bendezú asumió la presidencia del segundo proceso. Aprodeh recusó a la jueza por sus vinculaciones con el Partido Aprista: “La jueza Mirta Bendezú está casada con Ricardo Chumbe Paz, abogado del estudio de Edmundo Peláez, quien a su vez es cercano al Apra y ha defendido a Alan García. Por decoro la jueza debió inhibirse, pero no lo ha hecho”, declaró Gloria Cano, secretaria ejecutiva de Aprodeh5. Sin embargo, la recusación fue rechazada.

Los familiares de las víctimas no han quedado de brazos cruzados. Familiares del caso Matero y Accomarca realizaron un plantón exigiendo la destitución de los jueces involucrados en los hechos de corrupción. Así también, a través de Aprodeh, el día de ayer presentaron la recusación de la jueza de los procesos en curso que ellos representan. “Le corresponde por derecho a las víctimas contar con magistrados de los cuales no se dude de su imparcialidad en los procesos”6, puntualizaron.

Fuentes del Poder Judicial confirmaron que la Jueza Bendezú ha sido apartada de la Sala Penal Nacional. No está claro qué va a pasar con casos como Accomarca, donde ella es parte del tribunal de un proceso en curso y donde su separación del caso significaría un quiebre del proceso. En todo caso, las organizaciones de derechos humanos y de víctimas exigen que las autoridades realicen una investigación exhaustiva sobre la actuación de la jueza y del general Ambía, y que tomen medidas para reforzar la independencia jurídica y evitar actos de corrupción que no solo dañan a las víctimas sino también a la sociedad entera, al afectar el estado de derecho.

© RightsPeru.net

  1. E-mails revelan un presunto acuerdo para absolver a militar  (^^^)
  2. Estos casos son: Agente Carrión, Javier Tineo, Hilario Ayuque Zúñiga, Lumachuayco, Marco Barrantes 3, Navarrete, Aucayacu o Capitán Carlos Esparza, Curgos, Los Laureles, Gualberto Chipana Wayra, Luis Manrique Escobar, Constantino Saavedra 2, Santa Barbara 2, Matero 1 y Pedro Haro.  (^^^)
  3. Juicios de DDHH en peligro por fallo de Corte Suprema que admite prescripción  (^^^)
  4. Casos: Accomarca; Chumbivilcas; Vilcashuamán 4; Jorge Gutiérrez Quinteros; MM (violencia sexual); Hugo Bustíos 2; Comando Rodrigo Franco; Cayara.  (^^^)
  5. Ver nota completa de la participación de Vidal y las vinculaciones de Bendezú  (^^^)
  6. Intervención de Aprodeh en caso 32-2013 (Vilcashuamán 4) (^^^)

Jo-Marie Burt es profesora de ciencia política y directora del Programa de Estudios Latinoamericanos de George Mason University. Es autora del libro Violencia y autoritarismo en el Perú: Bajo la sombra de Sendero y la dictadura de Fujimori (Instituto de Estudios Peruanos, 2011, 2da. ed.; puede descargarse gratuitamente aquí). En 2010 tuvo la cátedra “Alberto Flores Galindo” en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Dirige el proyecto de investigación Human Rights Trials in Peru (www.rightsperu.net).

María Rodríguez es historiadora egresada de la UNMSM. Ha realizado estudios de diplomado en Chile, España y Perú en derechos humanos, pedagogía de la memoria, y archivos; y actualmente se encuentra cursando la maestría en Gerencia Social en la PUCP. Es integrante del Taller de Estudios sobre Memoria y asistente de investigación en el proyecto Human Rights Trials in Peru.

Publicado en La Mula, el 14 de julio de 2015

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Morir Buscando (Gisela Ortíz)

Por Gisela Ortiz

Conocimos a la familia Ucharima en junio del 2013 cuando en el distrito de Hualla, provincia de Víctor Fajardo, Ayacucho, conmemorábamos el de la memoria como un acto simbólico de recuerdo a cada una de las víctimas del distrito asesinadas, desaparecidas, torturadas o violadas durante el conflicto armado Interno que sufriera nuestro país.

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Como parte del Equipo Peruano de Antropología Forense –EPAF, trabajamos en Hualla desde el año 2010, recogiendo testimonios de las víctimas, ubicando sitios de entierro, reconstruyendo casos, algunos de los cuales han sido presentados ante la Fiscalía para su exhumación. Es necesario recordar que, en nuestro país, la única manera de buscar a un desaparecido, de desenterrarlo de su fosa del olvido, de devolverle a su familia, es a través de una denuncia penal que no necesariamente busca al desaparecido sino que se centra en los hechos y las responsabilidades. Esta búsqueda, por tanto, no tiene un carácter humanitario, no prioriza los derechos de los familiares ni la dignidad del propio ser humano a un entierro digno.

© Percy Rojas

La familia Ucharima nos contó lo ocurrido, militares de la base de Chimpampa, llegaron hasta su estancia ubicada 3, 800msnm en el paraje conocido como Wecheccpata acompañados de dos informantes del pueblo, señalando que en esa casa se alimentaba y acogía a los senderistas. Esta acusación fue suficiente prueba para acabar con la vida de 7 personas: 3 adultos y 4 niños y enterrarlos de manera clandestina en medio de la nada.

Después de presentado el caso a la Fiscalía el año pasado, se programó la diligencia de exhumación de los cuerpos. El fiscal acompañado de los peritos del Instituto de Medicina Legal llegaron hasta Hualla para realizar esta diligencia. Desde Lurín, al sur de Lima viajaron los familiares preocupados, ansiosos por encontrar a sus seres queridos después de 30 años.

La dligencia estuvo programada desde el martes 05 de mayo hasta el viernes 08; cuando las autoridades llegaron a Hualla el martes 05 fue solo para informar que descansarían en Huancapi y que al día siguiente, miércoles06 y jueves 07 de mayo se realizarían las exhumaciones en el lugar donde los testigos señalaron haber enterrado los cuerpos, Llegar hasta las fosas toma una hora en carro desde Hualla hasta sus alturas sobre los 4,400 msnm y más de una hora bajar los cerros caminando. En el lugar señalado no se encontró nada. La exigencia de los familiares fue que se siga buscando, que los cuerpos tienen que estar por ahí. Los visitantes se negaron con el argumento que ellos habían ido a exhumar no a buscar. que los familiares los sigan buscando y cuando los encuentren, avisen a las autoridades.

Cuando pensamos en el tiempo que ha tomado para que los familiares denuncien este crimen, la demora en llegar al lugar por lo inaccesible, los recursos económicos que significan al Estado y, por encima de ello, el derecho de los familiares; duele reconocer que somos incapaces de ir más allá, de hacer un poco más, de pensar en el dolor del otro, en su derecho. Nos autolimitamos y apuramos porque salimos de nuestro medio de confort y queremos regresar lo más pronto posible. Y no pensamos. Y no sentimos. No respetamos.

© Percy Rojas
© Percy Rojas

La búsqueda de los desaparecidos en nuestro país es una tarea abnegada, permanente de sus propios familiares. Lo mucho o poco que se ha hecho hasta hoy, es porque los familiares así lo han impulsado. La señora Saturnina Ucharima hija de una de las víctimas fue al encuentro del padre de quien no pudo despedirse. Viajó cargada de sueños, quizás pesadillas, de recordar lo que se vivió en su pueblo: la muerte de sus familiares, el desplazamiento forzado. Ser testigo de esta búsqueda infructuosa, inútil le costó la vida. Se puso mal al regresar a Hualla, fue atendida de emergencia en Cangallo y así enferma partió para Lima acompañada de su esposo Cayo Uzcata para pasar el día de la madre con sus 5 hijos. Ayer, en Pisco, camino a Lima, la muerte se interpuso entre sus sueños y se la llevó sin poder encontrar a su padre, sin poder enterrarlo; pensando en que la justicia para ella, para su familia, para su pueblo simplemente no existe.

¿Quién se hace responsable de esta nueva tragedia para la familia Ucharima Uzcata? ¿Por qué hasta ahora no brindamos acompañamiento sicosocial y médico a los familiares en cada una de las etapas de la intervención forense? ¿Por qué no podemos trabajar desde la utópica justicia, en respetar el derecho de los familiares?

Yo no sé si hay instituciones que “pueden dormir tranquilos” confiando en el trabajo que realizada la fiscalía en general y el Instituto de Medicina Legal en particular, cuando nadie está buscando a los desaparecidos. Lo que se hace es ir a exhumar, levantar cuerpos. No hay estrategia de búsqueda, no nos damos tiempo para ello. Quizá sea injusto buscar culpables por esta muerte pero tiene que ser el momento de preguntarnos si estamos haciendo lo correcto, lo suficiente.

La búsqueda del familiar desaparecido, asesinado injustamente cobra la vida de un familiar. No encuentro palabras para compartir esta impotencia y dolor que me embarga pero que destruye mucho más los sueños de justicia de la familia Ucharima. Qué más debe pasar para que en nuestro país dejemos de lado nuestros egoísmos y pensemos en el derecho a encontrar a sus seres queridos a través de una política pública impulsada desde el Estado con la participación de la sociedad civil y poniendo como prioridad el derecho de los familiares.

© Percy Rojas

La guerra contra los invisibles de siempre que desatara sendero luminoso y que tuvo respuestas crueles también por parte del estado, no ha terminado para muchos. Hoy se enfrentan a un Estado todavía indiferente y a la complicidad de muchas instituciones. Hoy cuesta también que te escuchen, que te respeten, que no te mate el dolor en ese esfuerzo por exigir tus derechos.

Que la muerte de la señora Saturnina Ucharima pese en nuestras conciencias para ser capaces de comprometernos con la vida, de darle sentido al sufrimiento de los demás. Que estas batallas contra el olvido no acaben con la voluntad de los familiares pero tampoco con la obligación de las autoridades.

FOTOS: PERCY ROJAS

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Tantarpata: entierro digno

Por Percy Rojas y Gisela Ortiz
Equipo Peruano de Antropología Forense

Doña Elena y doña Áurea, han llegado a Huamanga el domingo 30 de noviembre, después de un largo viaje de 7 horas desde Tantarpata. Con ellas también han venido la sra. Frida y Wilber Susaya familiares de las cuatro víctimas cuyos restos se entregarán en el Ministerio Público el día lunes.

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Desde Lima han llegado algunas autoridades para presidir la ceremonia de restitución de cuerpos. “Hay que pedir perdón a los familiares por lo que ha ocurrido pero también por la larga espera y agradecerles por su paciencia” dice el fiscal Víctor Cubas Villanueva, Fiscal Superior Coordinador de las fiscalías supra provinciales que ven los casos de derechos humanos. “Lo que hemos avanzado (cerca de 3,000 exhumaciones) es casi el 20% de todo lo que nos falta. Todos quisiéramos que ésta fuera la última ceremonia de entrega de restos pero aún falta mucho por hacer y tenemos que seguir trabajando por la familias que siguen esperando”.

El Monseñor de Ayacucho, Salvador Piñeiro, comprometido con estos temas y que acompaña cada una de estas ceremonias señaló: “No hay palabra humana de consuelo […] La Iglesia despide a sus hijos agradeciendo lo bueno que han hecho pero también es ocasión para seguir comprometiéndose”.

Muy temprano, el martes 02 de diciembre, salimos hacia el distrito de Chungui, ubicado en la provincia de La Mar, al noreste de la región Ayacucho. La geografía de la zona es muy variada, cuenta con diversos pisos ecológicos que van desde los 800 msnm hasta los 4800 msnm. Tantarpata es uno de los anexos de Chungui. Fue en esta comunidad donde, en las primeras horas de la mañana del mes de abril de 1989, incursionan miembros de Sendero Luminoso, algunos de ellos vestían uniforme militar, y convocan a la población a una reunión. Una vez reunidos seleccionan a algunas personas quienes son ingresados al local comunal. Ese día asesinaron a 10 personas y dejaron un herido de bala. Las víctimas fueron enterradas por sus familiares apresuradamente.

No todas las víctimas fueron exhumadas, algunos cuerpos fueron difíciles de encontrar en el cementerio y de otros, sus familiares ya no viven en la comunidad, se desplazaron a Lima. Esta ceremonia de restitución es de víctimas que estaban enterradas en el cementerio de la comunidad y que fueron exhumadas para ratificar su identidad y entregarles el certificado de defunción que permita sanear la situación legal de las víctimas pero también de sus familiares: que las viudas o viudos puedan volver a casarse, que se tramiten herencias, que se vendan propiedades conyugales. Quizás por ello, porque los familiares siempre los tuvieron cerca, la angustia no es tan grande como en los casos de desaparición forzada, aunque el dolor siga siendo el mismo ante la muerte del esposo, del padre, del hermano y siga dejando secuelas.

Hoy en Tantarpata, hay que pedir perdón a Áurea, a Elena, a Frida, a Wilder y a los comuneros e hijos de esta comunidad por el horror que vivieron, por la insania de sendero luminoso pero también por la injusticia.

¿Qué le pide Usted al Estado? Le preguntamos a doña Elena: “Con tanto sacrificio, con faenas comunales hemos construido la posta médica y la escuela, hasta ahora no tenemos enfermeras y no funciona la posta. En la escuela nos faltan profesores”. Esa es la realidad que viven los peruanos de Tantarpata después de sobrevivir y enfrentar a sendero. El Estado, que somos todos y todas, tenemos una deuda con Tantarpata, porque cuando la muerte acechaba a diario no tuvieron tiempo para despedirse de sus seres queridos, no pudieron vivir su duelo ni consolarse entre ellos. Hoy se despiden de ellos, los entierran dignamente pero aún quedan pendientes obligaciones que atender.

Les pedimos perdón por el pasado que sigue siendo un presente. Por el abandono. Lo hacemos por ellos pero también por nosotros mismos.

PARA RECORDAR:

  1. Según el Ministerio Público las cifras de desaparecidos en nuestro país, producto del conflicto armado interno serían 15,000.
  2. El Equipo Peruano de Antropología Forense –EPAF, es una organización sin fines de lucro que fue creada el año 2003. Trabaja en la búsqueda de personas desaparecidas, análisis de las víctimas e identificación; en recojo de memorias individuales y colectivas y en capacitación en temas de antropología forense.
  3. Desde su fundación ha recuperado 179 víctimas; analizado 486 individuos e identificado a 219 víctimas.
  4. Hemos recogido cerca de 4,000 Fichas Antemortem, principalmente en Ayacucho; 924 muestras de referencias de los familiares y 534 muestras óseas de las víctimas.
  5. Todo este trabajo realizado se hacen con fondos de la cooperación internacional sin que le cueste nada al Estado y que coadyuva en el derecho a saber de los familiares.
  6. El Equipo Forense Especializado del Instituto de Medicina Legal del Ministerio Público desde el año 2006 hasta julio del 2014, han exhumado 2,925 cuerpos. Identificado 1,689 y entregado a sus familiares (restituido) 1,485.
  7. La Comisión de la Verdad y Reconciliación-CVR recogió un total de 294 testimonios de las comunidades de Chungui.

SUMILLA DE FOTOGRAFÍAS:

Familiares de Tantarpata, del distrito de Chungui, recogen los restos y documentos de sus familiares asesinados por Sendero Luminoso en el Ministerio Público de Huamanga, Ayacucho.
Familiares de Tantarpata, del distrito de Chungui, recogen los restos y documentos de sus familiares asesinados por Sendero Luminoso en el Ministerio Público de Huamanga, Ayacucho.

Foto I: Familiares de Tantarpata, del distrito de Chungui, recogen los restos y documentos de sus familiares asesinados por Sendero Luminoso en el Ministerio Público de Huamanga, Ayacucho.

Tantarpata está ubicado a 233 kilómetros de Huamanga, en la margen izquierda del río Pampas.
Tantarpata está ubicado a 233 kilómetros de Huamanga, en la margen izquierda del río Pampas.

Foto II: Tantarpata está ubicado a 233 kilómetros de Huamanga, en la margen izquierda del río Pampas.

Las señoras Elena Castro y Aurea Palomino trasladan a su familiar para ser velado en su domicilio.
Las señoras Elena Castro y Aurea Palomino trasladan a su familiar para ser velado en su domicilio.

Foto III: Las señoras Elena Castro y Aurea Palomino trasladan a su familiar para ser velado en su domicilio.

Familiares abren el ataúd para despedirse de su ser querido.
Familiares abren el ataúd para despedirse de su ser querido.

Foto IV: Familiares abren el ataúd para despedirse de su ser querido.

Preparando el lugar donde será enterrado don Rafael Ramos Salas.
Preparando el lugar donde será enterrado don Rafael Ramos Salas.

Foto V: Preparando el lugar donde será enterrado don Rafael Ramos Salas.

La señora Aurea Palomino acompaña los restos de su esposo camino al cementerio.
La señora Aurea Palomino acompaña los restos de su esposo camino al cementerio.

Foto VI: La señora Aurea Palomino acompaña los restos de su esposo camino al cementerio.

Ahora sí don Rafael Salas es enterrado dignamente despedido por su esposa y su sobrina.
Ahora sí don Rafael Salas es enterrado dignamente despedido por su esposa y su sobrina.

Foto VII: Ahora sí don Rafael Salas es enterrado dignamente despedido por su esposa y su sobrina.

Aurea Palomino recuerda que en aquella fecha no tuvieron tiempo de enterrarlo dignamente, no había gente para ayudar en el entierro. "A todas las mujeres nos rodearon los senderistas y solo había un espacio por donde logramos escapar algunas mujeres. Yo creo que Dios me ayudó a escapar. Cuando los senderistas se retiraron yo me acerqué a la casa comunal a buscar a mi esposo, él estaba muerto, le habían disparado dos veces." Nos dice.
Aurea Palomino recuerda que en aquella fecha no tuvieron tiempo de enterrarlo dignamente, no había gente para ayudar en el entierro. "A todas las mujeres nos rodearon los senderistas y solo había un espacio por donde logramos escapar algunas mujeres. Yo creo que Dios me ayudó a escapar. Cuando los senderistas se retiraron yo me acerqué a la casa comunal a buscar a mi esposo, él estaba muerto, le habían disparado dos veces." Nos dice.

Foto VIII: Aurea Palomino recuerda que en aquella fecha no tuvieron tiempo de enterrarlo dignamente, no había gente para ayudar en el entierro. “A todas las mujeres nos rodearon los senderistas y solo había un espacio por donde logramos escapar algunas mujeres. Yo creo que Dios me ayudó a escapar. Cuando los senderistas se retiraron yo me acerqué a la casa comunal a buscar a mi esposo, él estaba muerto, le habían disparado dos veces.” Nos dice.

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ARTÍCULO: Justicia transicional en el post-conflicto de Perú – avances y retrocesos en la rendición de cuentas por abusos del pasado

La Dra. Jo-Marie Burt, profesora de George Mason University y directora del proyecto RightsPeru, publicó un artículo sobre el proceso de justicia por crímenes de lesa humanidad cometidos durante el conflicto armado interno que el Perú vivió entre 1980 y 2000. Argumenta, con datos y estadísticas, que el Perú está sufriendo un grave retroceso en acceso a la justicia para las víctimas.

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Homenaje a los estudiantes de La Cantuta

RightsPeru, 17 de julio de 2014 – El 18 de julio marca 22 años de la desaparición forzada de los nueve estudiantes y un profesor de la Universidad Enrique Guzmán y Valle (La Cantuta). Los familiares de los estudiantes han luchado desde el primer momento para saber la verdad sobre lo que pasó con sus seres queridos, quienes fueron desaparecidos por un año hasta que fueron encontrados los restos parciales de algunos de los estudiantes, y para que los responsables sean sancionados según manda la ley. Recordamos el día en 1993 en que, en plena exhumación, se encontraron las llaves de Armando Amaro Cóndor, prueba contundente que los restos calcinados que allí se hallaban eran efectivamente los estudiantes quienes habían sido brutalmente asesinados por el Grupo Colina, el grupo paramilitar que hacía el trabajo sucio del gobierno de Alberto Fujimori, y el crimen encubierto por el régimen. RightsPeru rinde homenaje a los familiares del caso La Cantuta así como todos los familiares que luchan, a pesar del tiempo y la terca negación del Estado, por verdad y justicia. Con motivo a ello, publicamos el siguiente fotoreportaje de Miguel Gutiérrez, miembro de la asociación Coordinadora Contra la Impunidad (CCI), sobre el peregrinaje de los familiares a Cieneguilla, donde fueron encontrados los restos de sus seres queridos en 1993, y los terribles hallazgos con que se dieron este año.

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INDOLENCIA Y TIERRA EN CIENEGUILLA

Montaña de tierra impide seguir buscando restos de víctimas de La Cantuta

  • Familiares de los estudiantes y el profesor ejecutados por el grupo Colina denuncian que hace un año se nombró a fiscal que debía continuar con exhumaciones, pero su inacción permitió que fosas fueran cubiertas para construir un condominio.

Por María Elena Castillo

“¿A dónde voy a encontrar ahora a mi hijo?”, pregunta indignada Raida Cóndor al descubrir que una montaña de tierra cubría las fosas de Cieneguilla, en las que se halló parte de los restos de los nueve estudiantes de la universidad La Cantuta secuestrados y ejecutados extrajudicialmente por el destacamento militar “Colina” el 18 de julio de 1992.

No podía creer lo que veía. Se sintió burlada una vez más, como en la década de los 90, en que incluso una congresista fujimorista llegó a insinuar que los jóvenes se habían “autosecuestrado”.

A fines del año pasado, el fiscal Juan de la Cruz Aguilar, de la 4ta. Fiscalía Penal Supraprovincial de Lima, le dijo que no se preocupara, que harían diligencias con el fin de agotar los esfuerzos para buscar todos los restos como ordenó la Corte Interamericana de Derechos Humanos, pues hasta el momento solo se ha identificado a cinco víctimas.

“Yo tenía esperanzas de encontrar los restos de mi Armando. ¿Qué voy a hacer?”, refiere Raida sin poder contener las lágrimas. Allí se encontraron las llaves de su hijo, que fue pieza clave para confirmar que allí se enterraron a los muchachos.

El sábado por la mañana un grupo de familiares de los estudiantes de La Cantuta visitaron la zona, como hacían cada año. Querían llevarles flores, velas y orar por ellos. La montaña de tierra se los impidió.

Al verlas, Hilario Amaro, padre de Armando, trepó hasta la cima, seguido de Pilar Fierro, madre de Dora Oyague, otra de las estudiantes asesinadas. Un gran terral afirmado yacía sobre las fosas.

Gisela Ortiz, hermana de uno de los fallecidos, relata que hace un año, cuando estuvieron en el lugar por última vez, el camino estaba libre.

Explica que esa quebrada pertenece a un consorcio que tiene un proyecto para construir un condominio de viviendas y seguramente por ello han rellenado el terreno.

“Esto ha sido posible por la inacción de la fiscalía, por no haber hecho nada antes”, dice molesta. Junto a ella están sus padres. Ellos tuvieron mejor suerte, pues el cuerpo de su hijo Enrique se encontró completo en una fosa ubicada junto a la avenida Ramiro Prialé, en El Agustino. Sin embargo, siguen apoyando el pedido de los demás familiares.

Además de Armando Amaro Cóndor, falta hallar los cuerpos de Marcelino Rosales Cárdenas, Felipe Flores Chipana; el profesor Hugo Muñoz y Heráclides Pablo Meza. Se esperaba que estuvieran en dos fosas más, que según testigos, faltaban exhumar.

Dina Pablo, tía del último, también se siente burlada. “Sabemos que estaba allí porque reconocimos parte de su pantalón, que estaba quemado. Y nos mostraron unos cabellos crespos, como él tenía. Solo eso vimos”, sostiene con la mirada fija a la tierra que cubre las fosas, con el dolor más fuerte en el alma.

HARÁN PLANTÓN EN LA FISCALÍA

Hace un año se designó al fiscal a cargo de la investigación complementaria en la quebrada de Chavilca (Cieneguilla) para buscar los restos.

Gisela Ortiz, hermana de uno de los estudiantes asesinados, cuenta que varias veces pidieron al fiscal que declare intangible la zona e inicie las exhumaciones. Irónicamente, hace unos días el fiscal coordinó con los peritos para ir la próxima semana. Los familiares harán un plantón hoy a las 3 de la tarde en la cuadra 4 del jirón Carabaya.

Publicado en La República, el 14 de julio de 2014

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“¿Hasta cuándo?” “Hasta nunca, hasta conseguir la verdad”: El Juicio por el Caso Comando Rodrigo Franco

Un informe de Rights Peru

En la noche del 13 de febrero de 1989, el dirigente minero Saúl Cantoral Huamaní y la activista social Consuelo García Santa Cruz fueron secuestrados en San Juan de Lurigancho, en las afueras de Lima. Sus cuerpos fueron encontrados con varios impactos de bala. El cráneo de Consuelo García había sido destruido. La ejecución extrajudicial de Cantoral y García fue uno de varios crímenes que se atribuía al grupo paramilitar Comando Rodrigo Franco, que actuó durante los últimos años del primer gobierno de Alan García (1985-1990).

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Ahora, años después de los hechos, varias personas están siendo procesadas por la muerte de Cantoral y García, así como por el asesinato de varias otros, todas víctimas del autodenominado Comando Rodrigo Franco. El juicio oral por este caso comenzó en mayo del 2013, y avanza lentamente, como es, lamentablemente, lo común en estos casos.

Es un juicio complicado para Alan García y el Partido Aprista, no sólo porque los crímenes sucedieron durante el primer gobierno de García, sino porque entre los implicados están un ex ministro de Estado, Agustín Mantilla, así como varios integrantes del APRA.

Los casos

La causa Comando Rodrigo Franco comprende varios casos de ejecución extrajudicial, todos supuestamente cometidas por el Comando.

Manuel Federico Febres Flores. Manuel Febres, abogado e integrante de la Asociación de Abogados Democráticos, asumió la defensa de Osman Morote Barrionuevo, el segundo más importante dirigente de Sendero Luminoso y quien había sido capturado en 1987. El día 28 de julio de 1988, a las 9 de la mañana, Febres se dirigía a su casa cuando fue interceptado por un grupo de hombres quienes lo introdujeron a un vehículo, y luego fue encontrado muerto por la playa La Herradura. Un volante atribuyó el acto al “Comando Rodrigo Franco”—el primer asesinato auto-atribuido por el temido grupo paramilitar.

Luis Miguel Pasache Vidal y Sócrates Javier Porta Solano. Luis Miguel Pasache Vidal y Porta Solano, integrantes del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), fueron encargados de negociar la liberación del Mayor General FAP Héctor Jeri García, quien había sido secuestro por dicha agrupación. El 12 de agosto de 1988, estuvieron en el distrito de Pueblo Libre negociando con los familiares del militar, cuando fueron secuestrados por hombres desconocidos y llevados al distrito de San Bartolo, donde fueron sometidos a interrogatorios y torturas con la finalidad de conseguir información del secuestro. Al no obtener resultados, procedieron a ejecutar a Porta Solano con arma de fuego y a ahogar a Pasache Vidal. Sus cuerpos fueron encontrados en el Puente de la Playa León Dormido y en la Playa Puerto Viejo, respectivamente.

Saúl Cantoral Huamani y Consuelo García Santa Cruz. Saúl Cantoral era secretario general de la Federación de Mineros y Metalúrgicos del Perú, y Consuelo Trinidad Garcia Santa Cruz fue dirigente fundadora del ¨Centro de Mujeres Filomena Tomaira Pacsi¨, que brindaba asistencia a las mujeres de trabajadores mineros. El 13 de febrero, entre 7:30 y 8:00 p.m., ambos fueron secuestrados por hombres desconocidos y llevados en un vehículo. Fueron amarrados y encapuchados, y fueron llevados al Parque Zonal Huiracocha en San Juan de Lurigancho, donde fueron ejecutados. El cuerpo de Cantoral fue encontrado boca abajo con varias heridas de bala y a su costado una cartulina con una hoz y martillo dibujado y escrito ¨Perro, soplón, vendido, viva la huelga minera, viva el PCP.¨ A pocos metros de distancia se encontró el cuerpo de una mujer con el cráneo destrozado, luego identificada como Santa Cruz. En el 2007, la Corte Interamericana de Derechos Humanos dictaminó sentencia en este caso, determinando que los responsables era el grupo paramilitar Comando Rodrigo Franco, y ordenó al Estado peruano investigar los hechos, procesar y castigar a los responsables.

Los acusados

Agustín Mantilla está acusado como el autor mediato de los tres crímenes. Adicionalmente, ocho personas (más una que falleció) están acusadas de ser integrantes del Comando Rodrigo Franco, y pesan sobre ellas diferentes acusaciones por los tres casos.

En el caso Manuel Febres, están acusado como presuntos autores inmediatos las siguientes personas: Jesús Miguel Ríos Sáenz (“Chito Ríos”), Jorge Mauro Huamán Alacute, Enrique Melgar Moscoso, Carlos Rogelio Farfán Yacila, Oscar Exequiel Urbina Sandoval, Gino Fiori González, y contra Juan Pampa Quilla como presuntocómplice primario.

En el caso Pasache Vidal y Porta Solano, están acusados como presuntos autores inmediatos Ríos Saenz y Walter Elías Lauri Morales.

Ríos Saenz y Huaman Alacute están acusados como presuntos autores inmediatos en el caso de Cantoral y García.

El juicio en curso

Desde hace más de un año, este caso está en la fase oral de interrogatorio. El fiscal del caso, César Landa Burgos, ha interrogado a varios de los acusados. Acaba de terminar el interrogatorio a Jesús Miguel Ríos Sáenz (alias “Chito Ríos¨), después de casi dos meses. Chito Ríos es el presunto líder del grupo paramilitar, y se cree que gozó de la protección del Ministro de Interior de entonces, Agustín Mantilla. Ríos negó su responsabilidad en los crímenes. Declaró que él solo trabajaba para el DIGEMIN como informante sobre personas involucradas con movimientos subversivos.

Durante su interrogatorio, el abogado de Chito Ríos protestó sobre la gran cantidad de preguntas y el tiempo que se estaba demorando. Aludiendo al famoso discurso de Cicerón Catilinarias, dijo: ¨¿Hasta Cuándo?¨ El fiscal Landa respondió, sin parpadear: ¨Hasta cuando, hasta nunca, hasta conseguir la verdad.¨

Los próximos pasos

Próximamente estará en el banquillo de los acusados Agustín Mantilla, lo cual está seguro de captar la atención de los medios de comunicación.

El ex presidente Alan García no está acusado en el actual caso. Sin embargo, como sucedió con el caso Accomarca hasta hace poco, sí está en la lista de testigos para declarar su versión de los hechos.

No cabe duda que durante su gobierno se trató de proteger a ciertas personas vinculadas a este destacamento militar. Como dijo Gloria Cano, abogada y directora ejecutiva de la Asociación Pro-Derechos Humanos (APRODEH), que representa a los familiares de Cantoral y García, “Es necesario dilucidar si este manto de impunidad provino desde el propio Ejecutivo o fue una acción directa del entonces ministro del Interior, Agustín Mantilla”.

*Rights Peru (www.rightsperu.net) es un proyecto de investigación de George Mason University dedicado a monitorear los procesos de justicia por crímenes de lesa humanidad, cometidos durante el conflicto armado interno en el Perú.

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El Poder Judicial del Perú deshace la justicia: Anulan sentencia condenatoria contra General EP por desaparición forzada en tiempo récord

Por RightsPeru

En tiempo récord la Corte Suprema de Justicia anuló un fallo condenatorio contra el general en actividad Carlos Paz Figueroa por la desaparición forzada del profesor Rubén Villanueva Toro, ocurrida en 1990, cuando era jefe de la base contrasubversiva de Lircay, en Huancavelica. Su coacusado, el teniente coronel EP Yorvil Távara Olea, quien también fue condenado como el segundo al mando de la base militar, también se beneficia de la decisión de la CSJ.

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Rights Peru reportó sobre el fallo condenatorio con un informe de análisis, que se puede apreciar aquí. La decisión de la Sala Penal Nacional condenando a Paz Figueroa y Távara Olea fue considerada como ejemplar, tanto por la solidez de su argumentación, así como por que marcó la primera vez que militares de alto rango recibieron condenados por graves violaciones a los derechos humanos más allá de los casos cometidos por el Grupo Colina. Los jueces que en mayoría determinaron la culpabilidad de los dos militares en actividad, Marco Cerna y Mary Vidal, señalaron que la desaparición forzada del profesor Villanueva Toro constituyía un crímen de lesa humanidad, que por tanto no prescribe.

El principal redactor de la decisión de la CSJ fue César San Martin, el juez que se hizo conocido mundialmente por su papel como director del debate durante el juicio al ex mandatario Alberto Fujimori. Según un informe de La República, “Los jueces [de la CSJ] prácticamente recogen la versión de la defensa de los militares”.

Para los familiares de la víctima en este caso, como otros de desaparición forzada y otras graves violaciones a los derechos humanos cometidas durante el conflicto armado interno, el anhelo de verdad y justicia está todavía fuera de su alcance.

Rights Peru hace notar a sus lectores que los jueces Cerna y Vidal —los autores del fallo condenatorio contra Paz Figueroa y su coacusado— fueron hace poco removidos como jueces de la Sala Penal Nacional, que es la instancia que casi exclusivamente procesa los casos de graves violaciones a los derechos humanos, aunque continúan como jueces de los casos de derechos humanos donde formaban parte del tribunal antes de la decision de removerles de la SPN.

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Caso Chuschi: El juicio por desaparición forzada llega a su etapa final

Por Gloria Cano
Directora Ejecutiva de la Asociación Pro-Derechos Humanos (APRODEH)

Hace 23 años, la noche del 14 de marzo de 1991, una patrulla militar liderada por el oficial del ejército Collins Collantes proveniente de la base militar de Pampa Cangallo llegó a la localidad de Chuschi, Ayacucho. Se dirigieron al puesto policial cuya jefatura estaba encargada al oficial Mariano Juárez Aspiro, a fin de coordinar el apoyo de la policía en la misión encargada por su comando: detener a las autoridades y líderes del pueblo de Chuschi. Para ello entregó una lista de nombres entre las que se incluía al alcalde, el teniente gobernador, y el Juez de Paz, entre otros.

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Familiares de Chuschi en Sala Penal © Rightsperu.net
Familiares de Chuschi en Sala Penal © Rightsperu.net
Familiares de Chuschi en Sala Penal © Rightsperu.netEn esa época, Sendero Luminoso amenazaba y ejecutaba a los pobladores que asumían representación de lo que ellos llamaban “viejo estado”, por eso estos pobladores afrontaban cada día con valentía las funciones de sus cargos.

Por otro lado, el Comando Político Militar, liderado por el general Hugo Martínez Aloja, les exigía que conformaran con los pobladores comités de autodefensa a fin que recibieran armas y enfrentaran militarmente a Sendero Luminoso. Esto era rechazado por la población, ya que ellos habían elaborado un sistema de seguridad con sus vigías y temían que si conformaban un comité de autodefensa, podría haber un ensañamiento de Sendero hacia la población de Chuschi. Por esta situación había existido serios altercados entre las autoridades y líderes con el jefe del puesto policial, quien incluso llegó a lanzar amenazas contra ellos.

Los integrantes de la patrulla militar simularon un ataque al puesto policial tal como estaba coordinado a fin de hacer creer luego que los pobladores habían desaparecido por acción de Sendero Luminoso. Luego de esta simulación, en la madrugada, un contingente de policías y militares irrumpieron con violencia en los domicilios de Manuel Pacotaype, Martín Cayllahua, Marcelo Cabana, e Isaías Huaman (menor de edad). En algunos casos llegaron preguntando por algún pariente, y al no encontrarlo se llevaron a otro miembro de la familia.

La patrulla militar partió de Chuschi hacia la base de Pampa Cangallo. Las esposas y madres de los detenidos siguieron a la patrulla. Los militares trataban de evitarlas, e incluso las amenazaron para que no los siguieron, pero ellas continuaron a pie cortando camino entre los cerros y pudieron ver como la patrulla ingresaba a sus seres queridos a la base militar.

Desde ese momento no se sabe de su paradero. Las señoras insistieron ver a sus familiares en la base, pero les negaron la información, las insultaron, y las echaron. Lo mismo pasó al fiscal de la zona, que se acercó a fin de investigar la denuncia. Cuando la denuncia es conocida en Lima viajaron desde el parlamento para investigar pero nuevaemente los militares negaron la detención de las autoridades de Chuschi.

El juicio

En el proceso judicial se conoce que las órdenes para la operación de la detención partió del Comando Político Militar, puesto que la relación de personas a detener fue enviada por un radiograma. También se ha llegado a saber que luego del ingreso de las víctimas al cuartel de Pampa Cangallo fueron entregados al jefe del cuartel Mario Caldas Dueñas, y su estado mayor José Humberto Zavaleta Angulo “Trueno” y Néstor Oblitas Carrera “Espartaco”.

Dentro de la base fueron colocados dentro de unos baños, donde se les sometía a interrogatorios y tortura. Un soldado declaró durante la investigación que estaban por días sin comer ni beber, y que él por lástima les alcanzó un pan. El oficial a cargo de los interrogatorios era el jefe de de inteligencia el oficial EP Marco Antonio Aguilar Biaggui. Cuando las denuncias llegaron a los medios de comunicación de Lima y parlamento, se les dio la orden de negar todo. Tan es así que Martínez Aloja presenta a la comitiva parlamentaria al jefe de la base con otro nombre, y ordenan a Guares Aspiro negar todo. Por su parte el jefe departamental de la policía rechaza un informe presentado por Juárez Aspiro señalando que debía negar todos los hechos por escrito y así lo hizo.

Todos estos hechos han sido declarados en el juicio oral que viene llevando a cabo ante la Sala Penal Nacional. Sin embargo, los acusados siguen negando el tener conocimiento de los hechos, pretendiendo que todo el operativo, detención y desaparición de las autoridades y pobladores de Chuschi fue decisión única y exclusivamente de Mario Caldas Dueñas y Marco Aguilar Biagui.

Luego de la diligencia de inspección en la base militar de Pampa Cangallo donde las señoras tuvieron que explicar su trayecto y desde que lugar observaron que ingresaron a las víctimas a la base, quedó claro que sus familiares ingresaron con vida a dicho lugar y desde ahí no se sabe nada de ellos. Al termino de dicha diligencia el jefe de la patrulla el oficial Collantes pidió perdón a las familias por los hechos. Una de las señoras le dijo en Quechua: “Te pedimos, te rogamos, que nos los entregaras. Igual que a Cristo, los hiciste caminar en calzoncillos y sin zapatos. Queremos saber ¿donde están?”

Luego de 23 años las familias exigen justicia, pero no solo sanción penal, que debe llegar por las solidas pruebas actuadas durante el proceso, sin también exigen la entrega de los cuerpos de las víctimas. Un delito tan aberrante como es la desaparición forzada no puede tener si no una sanción ejemplar. Una condena penal que debe ser efectiva, sin posibilidades de beneficios hasta que no cese la negativa de dar el paradero de los desaparecidos.

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Corte Suprema anula por primera vez una sentencia condenatoria en un caso de derechos humanos

A fines de diciembre La Corte Suprema de Justicia del Perú anuló una sentencia emitida por la Sala Penal Nacional en 2011 condenando a dos militares por el caso Chilliutira. Es la primera vez que la CSJ anula una sentencia condenatoria y marca una pésima precedente para la justicia peruana.

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La sentencia de 2011 condenó al Coronel EP Manuel Delgado Contreras y el Teniente Coronel EP José Loayza Gutiérrez a 13 años de prisión al hallarlos culpables de los asesinatos de cuatro pobladores de la comunidad de Chulliutira – Puno. Los hechos ocurrieron en mayo de 1991, cuando, elementos militares de la Base Militar de Ayaviri y personal policial detuvieron a Juan Hualla Choquehuanca, Feliciano Turpo Valeriano, Roberto Quispe Mamani y Francisco Atamari Mamani, bajo la sospecha de ser integrantes de Sendero Luminoso, y luego los trasladaron en un vehículo militar desde la localidad de Chilliutira hasta la localidad de Posoconi. Luego fueron trasladarlos hacia la Base Militar de Ayaviri (Puno). En el trayecto los bajaron del vehículo, los torturaron y luego los mataron disparándoles por armas de fuego.

Lo mas extraño del caso, como señala Carlos Rivera, abogado de derechos humanos y jefe del área legal del Instituto de Defensa Legal, es que en mayo de 2012, la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia confirmó la sentencia condenatoria, “con el voto singular del magistrado Javier Villa Stein quien, con peculiares argumentos, señaló que no estaba demostrado el crimen”. Los condenados presentaron una accion de revisión bajo el argumento de poder aportar evidencias nuevas, que fue la oportunidad para declarar la nulidad de la sentencia. El artículo de Carlos Rivera, publicado originalmente en Justicia Viva, nos amplia el panorama.

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El caso Chilliutira y la revisión de la Corte Suprema

Por Carlos Rivera Paz
(Perú 19-12-2013)

El 31de mayo de 1991, elementos militares de la Base Militar de Ayaviri y personal policial detuvieron a Juan Hualla Choquehuanca, Feliciano Turpo Valeriano, Roberto Quispe Mamani y Francisco Atamari Mamani, bajo la sospecha de ser integrantes de Sendero Luminoso, y luego los trasladaron en un vehículo militar desde la localidad de Chilliutira hasta la localidad de Posoconi. Estando en dicho lugar reciben la orden de trasladarlos hacia la Base Militar de Ayaviri (Puno). El hecho es que dichas personas llegaron cadáveres. En el trayecto los bajaron del vehículo, los torturaron y luego los mataron disparándoles por armas de fuego. El caso –como muchos otros– quedó sumido en la impunidad y el olvido, pero la Fiscalía Penal Supranacional denunció el caso y el Poder Judicial abrió un proceso penal contra José Hildebrando Loayza Gutiérrez y Manuel Giovani Delgado Contreras, por el delito de homicidio calificado con alevosía.

Después de varios meses de juicio oral en el 2011 la Sala Penal Nacional emitió sentencia condenatoria contra José Hildebrando Loayza Gutiérrez y Manuel Giovani Delgado Contreras. Durante el proceso judicial, y más específicamente durante el juicio oral, la fiscalía logró demostrar que los elementos militares acusados habían detenido a los agraviados y que durante el traslado de los detenidos hacia la Base Militar de Ayaviri los habían ejecutado y, a uno de ellos, le habían aplicado la llamada “ley de la fuga”. Igualmente, se había demostrado que las víctimas habían sido asesinados con disparos de armas de guerra y que los proyectiles habían ingresado disparados a una muy corta distancia (20 cm.), y en el caso de una de las víctimas por la espalda.

Por ello, el tribunal de la Sala Penal Nacional llegó a la convicción que los hechos constituían un asesinato y les impuso a los acusados 13 años de pena privativa de libertad como sanción. Si bien los condenados apelaron la sentencia, la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia, el 2 de mayo del 2012, confirmó la sentencia condenatoria, con el voto singular del magistrado Javier Villa Stein quien, con peculiares argumentos, señaló que no estaba demostrado el crimen.

Hasta ese momento parecía que en el presente caso había que dar cuenta de una acción decidida de la justicia peruana que terminaba con una situación de impunidad de más de dos décadas. Pero pareciera que algunos magistrados en la Corte Suprema quieren abrir nuevos caminos para el tránsito de la impunidad.

El hecho es que varios meses después de que la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema dictara la sentencia confirmatoria de la condena, recibió una Acción de Revisión de los condenados. La Ley procesal penal peruana establece muy claramente que la acción de revisión de una sentencia condenatoria solo procede cuando se presenta una prueba nueva, es decir, una prueba que no haya sido presentada y menos valorada en el juicio concluido. El hecho es que los condenados presentaron efectivamente una “prueba nueva”. Se trataba de una pericia balística de parte, en la cual un perito analiza la trayectoria y la distancia de los disparos en cuanto a los orificios de entrada y de salida en los cuerpos de los agraviados. La acción de revisión se presentó ante la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia.

La “prueba nueva” y la decisión de Villa Stein

¿Pero qué es lo que dice esa “prueba nueva” que no haya sido analizado y valorado durante el juicio, en el que resultaron condenados los elementos militares?

Bueno pues, la pericia de parte dice que en realidad el análisis, valoración y conclusiones que hicieron los peritos designados por el Tribunal de la Sala Penal Nacional, en el que determinaron que la distancia y la posición del tirador al momento de los disparos determinaba que los agraviados habían sido ejecutados por haberse demostrado que los tiradores se encontraban a una distancia muy corta (20 cm.) y en uno de los casos detrás de la víctima –porque el orificio de entrada del proyectil se encuentra en la espalda del agraviado– está equivocada. Porque, supuestamente, los peritos balístico y médico que elaboraron los exámenes no tenían la especialización para determinar la distancia de realización de un disparo con arma de fuego y que en realidad los orificios de entradas (en las espaldas) son de salida y que los orificios de salidas (en el pecho) son de entrada.

¿Qué pretende demostrar semejante pericia? Que los condenados no fueron los que realizaron los disparos, y que si bien las víctimas habrían estado corriendo en su intento de huir del vehículo militar en el que estaban siendo trasladados, los disparos que por lo menos a una de las víctimas le causó la muerte, no fueron realizados por el personal militar condenado sino por terceros y por los condenados.

El argumento simplemente no solo parece descabellado, sino inverosímil, porque en la hipótesis negada de que la fuga se hubiese producido porque el vehículo militar fue atacado por terceros, lo lógico sería que se trataba de un ataque dirigido a liberar a los presuntos subversivos y, consecuentemente, resulta absurdo que ellos hayan eliminado a sus propios compañeros. De otro lado, también resulta complicado entender si es que los hechos ocurrieron de esa manera, por qué razón la defensa de los condenados no presentó una pericia de parte durante el desarrollo del proceso judicial y recién lo hace después que la Corte Suprema ha confirmado la condena.

Pero el problema no es lo que diga el perito de parte, quien finalmente es una persona contratada por la defensa para redactar un informe que luego la defensa utilizará como instrumento. El problema, es que algunos magistrados de la Sala Penal Permanente se han convencido de estos argumentos, y en primera votación han señalado que efectivamente la pericia presentada y valorada durante el juicio está equivocada y consecuentemente la sentencia condenatoria debe ser anulada. Los magistrados Villa Stein –presidente de la Sala–, José Neyra y Pariona Pastrana han votado bajo ese increíble argumento. Otros dos magistrados entre los cuales está la jueza Janet Tello han votado declarando que no procede la revisión de la sentencia.

La semana pasada, los abogados de la Comisión de Derechos Humanos (COMISEDH) a cargo de la defensa de los familiares de las víctimas han presentado un informe jurídico ante la magistrada dirimente, quien debe emitir su voto en los siguientes días.

Este caso, y sobre todo la reciente decisión en mayoría de la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia, parecieran indicar que a nivel de la máxima instancia de la justicia en el Perú se abre un nuevo camino de impunidad que busca –además– revocar decisiones que el propio Poder Judicial ha emitido sancionando conductas delictiva y violatorias de los derechos humanos, utilizando el mecanismo de las pericias de parte. Esto es sinceramente muy grave.

La Comisión de Derechos Humanos, que representa a las víctimas en el caso, publicó la sentencia, que se puede ver aquí.

Publicado originalmente en Justicia Viva, el 19 de diciembre de 2013